Capítulo 20

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El color verde del camino junto al aire fresco, Vuelven el camino algo muy tranquilizado  y lleno de paz.
Llegamos a un pequeño lugar, un pueblecito poco habitado, seguimos avanzando por la carretera de aquel pueblo. A los lados hay una especie de bosque, lleno de árboles, pasto en diferentes tonalidades. Aparcamos frente una pequeña cabaña.

—Pensé que acamparíamos.

—Eso haremos, solo que todo puede pasar, no está nada mal tener un lugar fijo donde pasar una tormenta.

—Buen Punto.

Salimos del auto. Mis piernas están entumecidas, mi trasero no tiene ninguna sensación. El aire fresco me hace recobrar la calma.

—Esto me recuerda al día de tu cumpleaños, cuando tuvimos una velada fantástica en aquella cabaña.

—Fue muy lindo.

—Lo se—Se inclina, toma mi mejilla.

Me acerco más a él, uniendo mis labios con los suyos, disfrutando de la cercanía. Después de aquel lindo contacto, bajamos las mochilas de la camioneta, entramos a la cabaña. Resulta ser un lugar rústico, pequeño, acogedor. Dentro de la caballa hay una pequeña Cocina, un sofá con una mesita de centro y una cama. Dejo mi mochila sobre el sofá.

—Es muy linda.

—Y no has visto la parte de atrás, es espectacular, ¿Quieres verla?

—Me encantaría verla.

Me toma de la mano. Detrás del sofá, a un lado de la cama matrimonial con sábanas blancas, hay una puerta. La abre, quedo totalmente fascinado. Un prado lleno de flores blancas, algunos árboles al rededor y de fondo una enorme Laguna, de un azul cristalino. Es completamente hermoso. Bajamos por las pequeñas escaleras de madera.

—Quiero acampar aquí, Esteban.

—¿Aquí?

—Claro que si, es totalmente hermoso y Perfecto para acampar.

—Está muy cerca de la cabaña, ¿Seguro no quieres otro lugar? Tenía pensado buscar otro lugar.

—Aquí es Perfecto.

Miro al rededor, el campo de flores está Justo en medio, a los lados, está abarrotado de grandes árboles, y la Laguna al frente. Es una vista hermosa.

—Si tú lo prefieres así.

—Si.

Me toma de la mano. Caminamos un rato por el bosque, la luz del sol, entra por las ranura de los árboles. La luz es tenue y cálida. Paramos frente a ml lago cristalino, frente a este, hay dos troncos de madera, que simulan ser un asiento. Miro al horizonte, dejándome llevar por las leves ondas del lago cristalino.

—¿Te has dado cuenta Esteban? A pesar de llevar tanto tiempo juntos, hay muchas cosas que aún no sabemos el uno del otro. Por ejemplo, no he tenido la oportunidad de saber cuándo es tu cumpleaños.

—El día dos de Junio cumplo años, veintiséis años Este junio.

—¿Veintiséis? Pareces de veinticuatro—Tomo una piedra y la lanzó al lago, está va rebotando hasta hundirse—Eres un asalta cunas.

Eso lo hace sonreír.

—Tenía veinticuatro cuando te conocí.

Me sonrojo.

—Yo dieciséis, es muy raro como pasa el tiempo, sin detenerse. Un día tienes veinticuatro y comenzamos con el enamoramiento, al otro estoy en coma, cuando despierto, ¡Bom!, estás a punto de cumplir veintiséis años y ni siquiera lo sabia.

—¿Seguirás sintiendo lo mismo por mi aunque envejezca? Cuando toda la "Belleza" deje de existir en mi rostro.

Mi corazón se hace pequeño. Me levanto del tronco. Me pongo de rodillas frente a él. Pasó una mano por su rostro.

—Yo no me enamore de esto—Bajo mi mano hasta llegar a su pecho, a la parte donde se encuentra su corazón—Si no te esto—Vuelvo a subir, hasta la parte de su sien—Y esto. La belleza es otro elemento no esencial para las relaciones, La belleza se acaba, la inteligencia no.

—Estás seguro. ¿Y si llega alguien de tu edad...?

—No empecemos con lo mismo de siempre. No quiero a nadie más que no seas tú, Esteban, mátetelo en la cabeza. Sabes, Yo pienso lo contrario, Supongo que ya sabes lo que es. Tengo miedo que llegue alguien a tu nivel, Económicamente, Socialmente, lleno de inteligencia y elegancia.

—Eso no pasará.

—No lo sabemos.

Me pongo de espaldas contra el, recargándome en su pecho. El pasa sus brazos por mi cuello, aspira el olor a mi cabello.

—No quiero perderte Abraham. Tú me haces tan Feliz. Más feliz que todo el trabajo, o que todo el dinero.

—Tú a mi.

Seguimos platicando. La tarde pasa rápida, dando entrada a la noche. El cielo desde este lugar es mucho más claro, el aire frío me recorre la espalda.
Volvemos a la caballa, recogemos todo para armar la casa de campaña. Volvemos al campo de flores. Veo todos los materiales para armar la casa, la fila de instrucciones y tornillos por colocar.

—Sabes, Prefiero observar al caballero trabajar. Como muchos dicen, Más ayuda el que no estorba.

—De eso nada, me ayudarás a montar la casa de campaña.

Volteo los ojos.

—Como diga, Capitán.

Después de una hora y media, tratando de ajustar los tornillos donde van, clavando los enormes clavos para que la casa de mantenga firme. Miro la casa terminada. Llevo una de mis manos a la cintura y la otra a la frente.

—Ha sido un trabajo difícil, Pero lo terminamos.

El me mira agotado.

—Claro, Ajustar dos tornillos y anclar la casa te han agotado.

—Más de lo que deberían, si.

—Ven, vamos por cobijas y algo que comer. Me odio, te deje sin comer todo el día.

El día a sido tan grandioso, que olvide completamente una de mis necesidades humanas. En cuanto menciona la comida, mi estómago comienza a chillar.

Entramos a la pequeña caballa. Nos dirigimos a la cocina, Esteban va al frigorífico y saca varias cosas.

—¿Venias preparado?

—Estuve aquí antes, preparándolo todo con anticipación.

—Eres un chico prevenido.

—Algo así. ¿Me ayudas a rebañar los pimientos?

—Claro.

Me pasa una bolsa llena de pimientos, una tabla para picar y un cuchillo. Comienzo a cortar en círculos los pimientos. Esteban saca dos copas y una botella de vino blanco. Agita la botella y retira el corcho, de esta, escurre espuma, eso pone feliz a Esteban. Sirve las copas, cuando llegan a la mitad, me tiende una de ellas.

—Por más días como este.

Chocamos nuestras copas. Para después llevárnosla a la boca.

Placer Entre Lineas: Bajo Tú piel. #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora