Capítulo 42

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Llego al baño, entro a un cubículo, bajo mis pantalones y saco el consolador de mi interior, mis piernas tiemblan, mi ano queda dilatado.
«Mierda, olvide la caja en mi lugar»
Salgo del cubículo pidiéndole al cielo que no esté nadie ahí afuera.
Mi cuerpo convulsiona al ver a Esteban ahí, recargado en los lavamanos, sonriendo perverso, aún lado de él, sobre el lavamanos se encuentra la caja del consolador.

—Olvido la caja, Joven Vega.

Comienza a caminar lento y seductor. Me paralizo, mi cuerpo comienza a vibrar, me siento mareado, terriblemente excitado. Se acerca más a mi, hasta tomar mi cara entre sus manos. Me siento peligroso. Une sus labios con los míos, me besa, su barba me pica las mejillas, pero su beso es delicioso, el primer beso en mucho tiempo. Me lleva hasta el fondo de los cubículos, me pone contra la puerta del baño que corresponde a los profesores. pone mis manos por encima de mi cabeza, me besa el cuello, la barbilla, para después pasar por mis labios. Ve el consolador que llevo en las manos, eso lo hace sonreír aún mas, sus ojos brillan de deseo. Saca unas llaves de su bolsillo, abre la puerta del cubículo para profesores. Regresa al lavamanos y toma en sus manos la caja del consolador. Entramos al baño de profesores, el cual es bastante grande y limpio, mucho mejor que los cubículos para estudiantes. Cierra la puerta con seguro, la energía erótica crece. Cierra la puerta. Me mira; cuando sus ojos se clavan en mi, me siento por los aires, mi entrepierna comienza a generar energía. Se acerca a mi, me toma entre sus brazos, comienza a devorar mis labios. Suelto pequeños sollozos que ponen a Esteban más caliente. Acerca su entrepierna en mi, Está erecto. Su pene está deseoso al igual que yo. Enrollo mi lengua en la suya, pasó mis manos por su cabello, jalándolo un poco. Esteban baja las suyas hasta mi culo, estruja mis nalgas. Su contacto es cálido, me reconforta, me llena de vida y deseo. La adrenalina de estar con Esteban, teniendo lo nuestro en los baños de la escuela es jodidamente fantástico. Bajo mi mano entre su entrepierna, puedo sentir su gran miembro erecto. Mis piernas flaquean, mi boca se seca. Recuerdo todos esos momentos calientes que pase con él.
Esteban disfruta el contacto de mi mano contra su pene. Su respiración se vuelve agitada, estruja mi culo, besa mi cuello, yo toco su gran pene, que se encuentra caliente.

—Demonios Abraham—Me besa con pasión el cuello— Necesitaba tu contacto como a nada en la vida.

—Yo también extrañaba tu contacto Esteban.

Pasó mis manos por su nuca, aprieto sus labios con los míos. Necesito más de él, me toma por la cintura, responde a mi beso, nos dejamos llevar por nuestro sabor. Me separo de él, me pongo en cuclillas lentamente, pasando una mano por su pecho, hasta llegar frente a su miembro atrapado por el bóxer y los pantalones de seda. Desabrocho torpemente su cinturón, bajo la cremallera, se asoma su miembro por encima del bóxer. Su pene es grande, trago un poco de saliva. Libero su erección del bóxer. Comienzo a lamerlo, recupero la saliva que escurre por toda su longitud. Paso mis labios por alrededor de su miembro, dándole pequeños besos, Esteban pone sus manos por encima de mi cabeza.

—Oh, Pequeño, así, así. Me encanta sentir tus labios sobre mi pene, deseoso por estar dentro de tu boca.

Sus palabras me hacen sentir más excitado. Siento un escalofrío por todo mi cuerpo. Estoy ardiendo. Pongo la cabeza de su miembro dentro de mi boca. Comienzo a introducirlo poco a poco para no ahogarme, su pene toca mi garganta. Comienza a bombear en mi interior, empuja su cadera contra mi boca, mis ojos lagrimean a causa de la falta de aire. Las piernas de Esteban tiemblan, sale de mi interior. Me mira con pasión y ternura.

—Tengo ganas de ti, Pequeño.

—Yo quiero más de ti Esteban.

Me levanto, me pongo de espaldas, el se acerca detrás mío, su miembro queda por encima de mi culo. Estamos frente al espejo, admiro lo que refleja. Pasa sus brazos por mi cintura, comienza a respirar en mi cuello. Cierro los ojos, estoy terriblemente excitado. Pone sus manos en el botón de mi pantalón, comienza a desabrocharlo, baja la cremallera, pone sus dedos por las esquinas del pantalón y lo desliza lentamente hacia abajo. Hace el mismo procedimiento con mi bóxer, dejando mis nalgas al descubierto. Pasa sus grandes manos por ellas, las toca con dulzura, es un contacto maravilloso. Pone su pene en la hendidura de mis nalgas, comienza a deslizarlo por encima de mi ano, dilatando su miembro y mi abertura. Pasó una mano por su cuello, echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos. Comienzo a tocarme.

—Estás delicioso Pequeño. Quiero tenerte solo para mi.

—Soy sólo para ti.

—Solo mío, no quiero compartirte con nadie mas—Susurra a mi oído.

—Solo tuyo, Esteban, solo tuyo.

Me penetra. Pone la cabeza de su miembro por encima de mi ano, entrando lentamente.

—Ahh...—Gimo.

Sigue introduciéndolo, poco a poco. Hasta que todo su miembro está dentro de mi. Me inclino hacia adelante, dándole mayor acceso a su miembro.

—Ohh Esteban...

Por fuera del cubículo, se escucha que unos chicos acaban de entrar a mear. Me quedo helado al escucharlos. Esteban pone una de sus manos por encima de mi boca. Comienza a bombear un poco más, quiero gritar de excitación, pero no puedo, esos chicos están ahí afuera. Bombea aún más rápido. Esteban es un maldito, lo hace a propósito, quiere tener sexo a presión lleno de adrenalina. Lo hace más rápido, aprieta sus manos contra mi boca, reprimiendo cualquier sonido que salga de ella.

—Eres grandioso, Pequeño—Susurra en mi oído.

Sus palabras recorren mi cuerpo en forma de un escalofrío. Mi trasero arde y a la vez se llena de placer. Alza mi playera con su puño, sigue dando embestidas dulces. Hasta que por fin sale de mi interior y se corre en mi espalda.

Editado por DiegoKarel

Placer Entre Lineas: Bajo Tú piel. #3Where stories live. Discover now