Capítulo 27

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Tomamos un taxi. Augusto Va a mi lado, pasa sus brazos por mis hombros, su contacto es reconfortante. Me recargo en su pecho, cierro los ojos. En la obscuridad de mi mente, se ve reflejada la belleza de Esteban, imágenes de su rostro aparecen, tan claras que puedo sentir tocando su rostro.  Puedo ver el rosa de sus labios, el brillo que provocan en mi cuando los miró, su dulce sabor a menta o cafeína, sus ojos de un verde en tonos grises que me llevan a otro universo con Yam solo observarlos, las sensaciones que me provocan su cercanía. Me dejo llevar por su recuerdo.

Abraham...

En mi interior, juro escuchar su voz, mi corazón se acelera, quiero decirle que olvide tu todo, que me escuche y vuelva conmigo. Cuando Todo se vuelve más claro, me llevo una gran desilusión, la voz era de Augusto, no de Esteban.

—¿Cuál es tu dirección? O prefieres dormir en mi casa—Habla con dulzura.

—¿Puedo dormir en tu casa? No creo tener ganas de estar completamente solo—Mi voz es débil y desanimada.

—Claro que puedes—Sonríe amigable.

Muestro una sonrisa débil pero sincera.

—Gracias Augusto, eres un amor.

Mis palabras lo hacen sonreír aún más.

Llegamos a su casa, es modesta, igual que la mía, es de color blanco con detalles en crema. Su casa es cálida, tranquila. Prende la luz al entrar.

—¿No hay Nadie?.

—No, fueron a una fiesta de la familia de mi madre, Yo no podía darme el lujo de ir.

—Eres un chico muy trabajador.

Sonríe.

—¿Quieres algo de cenar?.

—No, gracias, a sido un Día pesado.

—Leche con chocolate y Galletas, ¿Te apetece? Claro que te apetece.

—Pero...

—Nada, ven.

Vamos hasta la pequeña cocina, es un lugar pequeño, donde se encuentra la estufa, un refrigerador, la tarja y una pequeña alacena. Apenas cabemos los dos juntos. Abre el refrigerador, saca un cartón de leche, se dirige a la alacena, toma un bote de chocolate en polvo.

—¿Fría, Tibia o caliente?.-Pregunta amable.

—Tibia.

—En un momento se lo preparo, Caballero.

Actúa como si estuviera en su trabajo. Miro hacia mis pies, los zapatos en forma de gato, el pantalón de vestir, los tirantes y el saco.

—¿Quieres que te preste algo de ropa para dormir? Dormir como un pingüino no debe ser muy cómodo.

Río.

—Te lo agradecería bastante.

Pone en una pequeña olla la leche, la lleva a fuego lento. Salimos de la cocina, me dirige hasta su habitación, es pequeña y acogedora. Es color azul cielo, por encima de la cabecera de la cama, se encuentra una tira de luces led en color blanco. Va hasta su ropero color negro, abre algunos cajones, de el saca un pants color gris y una playera blanca. Me las da con una sonrisa pintada en su rostro.

—Espero no te queden enorme.

—Esperemos eso, Jirafa.

Se lleva una mano al pecho, con falsa indignación.

—¿Me dijiste Jirafa?—Habla con un tono triste fingido.

—¿Rascacielos?

—Me quedó con jirafa—Voltea los ojos—Te dejó para que te cambies, iré a ver qué tal va la leche.

—Si, Gracias—Sonrió.

Sale de la habitación, dejándome solo. Todas mis desgracias se desparraman por mi mente, comienzo a llorar en silencio. Llevo mis manos hacia mis ojos. Odio tener baja autoestima, odio no poder confiar en mi mismo, no soporto pensar cosas negativas de mi, me duele tanto no poder creer que Esteban me quiere. Son tantas cosas que pasan por mi mente.
Me desvisto en silencio, doblo perfectamente el pantalón de vestir, la camisa y el saco. Me pongo lentamente la pijama. Me miro en el espejo que está en el ropero de Augusto, reviso que no quede rastro de tristeza en mis ojos.
Salgo de la habitación, El ya me espera en el comedor, Hay dos tazas de leche con chocolate y una bandeja llena de galletas.

—La "Cena" está servida.

Me acerco al comedor, el se levanta rápidamente de su haciendo, para jalar la silla y darme acceso a sentarme. Es un acto lindo.
Pruebo la leche con chocolate, mis papilas gustativas bailan de la emoción, hace años no tomaba la leche así, probarla me hace viajar al pasado, en mi infancia, cuando todas las mañanas mi madre me dejaba un vaso con leche de chocolate y galletas. Es una sensación fascinante, el probar algo, escuchar algo, estar en algún lugar, de nuevo, y que esté te lleve hasta el pasado, a los momentos felices o tristes.

—¿Porque llorabas?—Mi expresión cambia.—Perdón, no debí preguntar.

Suspiro con aire triste.

—Pues ya sabes.

—¿Por tú novio el profesor?.

—Si...

—¿Qué pasó después de que se fueran? Me quede preocupado, la expresión que tenía en el rostro me puso a pensar.

—Pues "Discutimos" y creo que...—Respiro hondo, tratando de no llorar— Que todo termino.

—¡No!, Abraham, no estes así, todo se va a arreglar, las parejas tienen sus decaídas, Y ninguno de los dos da razones para que terminen.

—Es mejor así, ¿Qué no lo viste?, Es superior a mi.

—Claro que lo vi, todos hablan en la prepa de que tan Guapo es, Y claro, es extremadamente guapo, Pero ¿Eso que? No se necesita poseer una gran belleza para que exista el amor, ademas, tú estás a su "Nivel", Mucho mas arriba. El sería un completo estupido si te dejara, Yo daría cualquier cosa por estar con alguien como tú.

Me sonrojo.

—Pues no lo se, El merece alguien mejor, una persona adecuada a su edad, que sea inteligente, lindo, maduro.

—¿Porque chingados (Perdón por la palabra) piensas de esa manera, ¿Quien te dijo eso? porque veo que tú te la creíste.

—Pues sus ex's Psicopatas me lo han dicho. Ellos hacen que mi autoestima baje, y no llegue a creérmelo de verdad, Ellos, mi inmadurez y mi falta de autoestima hacen que todo falle.

—Pues no les hagas caso, ellos ya fueron en su vida, Ahora estás tú, y eso es lo único que cuenta.

Placer Entre Lineas: Bajo Tú piel. #3Where stories live. Discover now