Capítulo 36

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Mierda. Aquí vamos de nuevo; Estoy a punto de salir corriendo del aula, no puedo creerme que esté el aquí. Se supone que restaría en Nueva York, eso es lo que yo tenía previsto, Todo era tranquilo, mi mente era estable, pero Esteban tenía que volver, revolverme de nuevo Y traerme loco por él. Me quedo mirándole, se ha dejado crecer la barba, eso le da un aspecto mayor y lo hace ver terriblemente guapo.

Esteban aún no se da cuenta de mi presencia, puedo salir corriendo y escapar de su clase. Doy media vuelta, estoy a punto de echarme a correr. Pero, como siempre, él me detiene.

—¿Dónde Cree que va, Joven Vega?—Me quedo helado—Según lo que se, Usted tiene clase conmigo, ¿O prefiere Irse de mi clase y reprobar la materia de una vez?.

Aquí vuelve Esteban. El Esteban de los reencuentros. Evado sus preguntas, entro al aula en silencio, me siento en mi butaca. Saco mi teléfono, dejando a un lado su presencia. Estar en el mismo lugar que Esteban, a solas, me provoca demasiados nervios. Es como tenerlo por primera vez frente a mi. Pasan diez minutos, nadie de mi grupo llega, ni siquiera Emma, ella siempre es muy puntual.
Esteban se levanta de su escritorio, se dirige a la entrada, cierra la puerta. Camina lento y depredador, mis mejillas se tensan, dentro de mi se crea un remolino, Siento que me derrito. Su fragancia masculina invade mis fosas nasales; Cuando aspiro su olor, me elevo al cielo, entro al paraíso donde solo se encuentra él. Mi corazón estalla de emoción.

—Nos volvemos a ver Joven Vega.

Dios, estoy a punto de tener un maldito paro cardíaco.

—Creí que lo vería hasta principios de mayo—Tomo toda la seguridad que tengo, la muestro en mi voz.

Su rostro cambia, ya no se muestra seguro de si mismo, ahora adopta un gesto nervioso.

—Mmm pues, el proyecto concluyó antes de lo planeado. Me cansé de Nueva York, Extrañaba impartir clase.

—¿Solo eso extrañaba?.

Espero la peor respuesta. Que sólo extrañe dar clases, a otros alumnos, a las matemáticas, pero no a mi. Pensar en ello me pone aún más nervioso.

—Sí Abraham. También te extrañe a ti—Sentí un alivio enorme. El vacío que había en mi interior se lleno, mi corazón empieza a saltar de alegría—¿Porque no me contaste lo qué pasó con Mateo?.

—No era necesario, él nunca dijo algo que no fuera verdad—«Puta Madre, las malditas inseguridades de nuevo»—o tal vez no se me pasó nunca por la cabeza decirte todo lo que dijo sobre mi.

—Tienes que confiar en mi, Abraham—Toma asiento en la butaca frente a mi, pone su mano muy cerca de la mía, sin llegar a tocarme—Tenias que haber confiado en mi, Y yo tuve que confiar en ti—Se pasa una mano por la frente—Todo mi interior es una revolución, una guerra entre los malditos demonios, todos gritando cosas que me hacen llegar a explotar, y en el fondo está mi consciencia, tratando de tranquilizarme, dominar a los miles de demonios que habitan dentro de mi cabeza. A veces le resulta muy difícil controlarlos, es muy difícil para mi tratar de encerrarlos.

Corto la distancia, me arriesgo a que alguien llegue a vernos. Pongo mi mano sobre la de él, sin importar que alguien más llegue y nos vea. Mi contacto lo tranquiliza.

—Abraham, tu presencia, estar contigo apacigua a la mitad de esos demonios, a la otra los alimenta. Tú me haces muy feliz, Y es odioso tener que terminar constantemente, es absurdo.

—Lo sé Esteban. Yo también odio tener tantas malditas inseguridades, en  mi persona, en lo nuestro. Vivir cada día temiendo que todo esto no sea real, tenía miedo de que fuera un sueño y que algún día tenga que despertar, Y cuando lo hiciera, tú no estuvieras ahí.

—Siempre estaré contigo—Acaricia mis nudillos—Heme aquí.

Me hace sonreír. Hasta este momento, me doy cuenta de cuánto lo extrañaba.

—¿Porque nadie ha llegado a tu clase?.

—Nadie sabe que estoy aquí, bueno, sólo el director y tú. Les avisaron a los chicos que hoy no tendrían clase de Álgebra. Tenía la esperanza de que vinieras.

—Tú eres el núcleo de mi planeta, siempre me atraes hacia ti.

—Tal vez nacimos hechos para estar "el uno con el otro", como en las películas terriblemente cursis que te encantan.

Todo lo malo se va. Desaparece, sin dejar rastro de los problemas que hubo en el pasado. Me dejo llevar por el momento, elimino lo malo, prefiero dejar todo atrás a cargarlo conmigo, es mejor perdonar y seguir adelante.

—Tú eres terriblemente cursi.

—Tú me volviste así. Jamás fui cursi con nadie, no en voz alta como lo soy contigo.

—¿Ya lo ves? Eres empalagoso.

—Tú tienes la culpa, lo último lindo que le dije a alguien más fue "eres mi esclavo sexual", lo cual no creo sea lindo.

—No lo es, en absoluto.

—Si tú lo dices.

Me quedo mirándolo. Analizó cuánto extrañaba sus ojos, esa ventana color verde con tonos grises, sus labios con ese tono cálido, que ahora, al rededor tienen una capa de vello bien cortado.
La barba es un elemento que jamás creí ver en él. Ahora es mucho más sexy.

—¿Porque no dejas de mirarme, Pequeño?.

Todo mi interior se derrite y deleita al escuchar salir de su boca la palabra "Pequeño", mi corazón bailotea de felicidad.

—Por que ahora tienes vello por toda la cara.

Se lleva una mano a la barbilla.

—Me hace ver mucho más sexy, ¿No lo crees?—Su voz es seductora.

—Demasiado sexy.

—¿Te gusta?—Su pregunta suena ansiosa.

—Está bien.

—¿Sólo está bien?.

—Te hace ver mucho más maduro.

—¿Ahora parezco un Sugar Daddy?.

Comienzo a reírme sin parar.

—Si, un Sugar Daddy.

—Tú Sugar Daddy.

Sonrió. En verdad lo extrañaba tanto.

—¿Debería rasurarme?.

—Sí, cuando me beses no quiero tener esa extraña sensación de comezón.

—¿Cuando te bese?—Muestra una gran sonrisa. Saca a relucir sus dientes blancos.

—Sí, pero eso día no será hoy.


Editado por DiegoKarel .

Placer Entre Lineas: Bajo Tú piel. #3Where stories live. Discover now