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Sofía

No esperaba ver a Paulo subirse a la camioneta de la mamá de Dolores, en ese momento me di cuenta de que no había estado tan errada la mañana anterior y que mis dudas habían encontrado una respuesta. Tenía a mi ex a tan sólo unos metros, mirándome y analizandome sin pudor. Dolores me hablaba mientras nos dirigiamos hacía la ciudad pero se me hacía casi imposible prestarle atención en ese momento, no sabía que decir o hacer por la presencia de mi ex.

El momento más incómodo fue cuando Alicia me preguntó si la conocía de antes porque yo de boba había dicho su nombre, a lo que le mentí diciéndole que Dolores me había hablado de ella y la anteriormente mencionada no se había dado cuenta, lo que agradecí. Tardamos varios minutos en llegar finalmente a la capital y yo bajé con mi amiga de la camioneta para después entrar a su casa. Me invitó a quedarnos en el sillón de su living mientras que su familia hablaba animadamente en el comedor.

— Hoy tocó en el bar que te dije ayer, me voy a morir de los nervios. —comenté sorprendiendola.
— ¿Me estás jodiendo? No lo puedo creer, seguro la rompes. —dijo mirándome emocionada.
— Tampoco voy a cantar en el Madison Square Garden, tranquila. —dije riendome de su reacción.— Podes invitar a tu mamá si querés, para que estés más acompañada.
— Ay, pero no creo que pueda ir si está mi abuela acá. —respondió con un gesto de duda.
— Invitala a tu abuela, no tengo problema. —dije sin pensar muy bien.
— Puede ser, se los voy a proponer.

Estuve hablando con Dolores unos minutos hasta que recibí un mensaje de mi mamá, preguntándome dónde estaba y a que hora volvería. Por lo que me despedí de mi amiga y antes de salir de su casa, me despedí en general de su familia que me estaba mirando atenta. En especial Lautaro y.. Paulo.

Caminé unos metros y me sentí bendecida al vivir frente a la casa de la persona que consideraba mi mejor amiga, todo nos resultaba fácil así. Al entrar vi a mi mamá sentada en el sillón del living y cuando escuchó que había llegado, se dio la vuelta para mirarme.

— ¿Cómo estás, hija? —preguntó levantándose y acercándose a mi.
— Bien.. —respondí extrañada por su preocupación.
— ¿Segura? —insistió.
— Si ma, estoy re bien. —respondí una vez más, sonriendole.
— Me enteré de que volvió. —soltó mirándome con angustia.— ¿Lo viste?
— Sí, pero no quiero hablar de él.. por favor. —dije tratando de no angustiarme y ella solo asintió para después sonreirme.

Fui hasta mi cuarto para relajarme un rato, escuchando un poco de música en la computadora y revisando mis redes sociales. Todo iba bien hasta que casualmente entré a la sección explorar de Instagram y me apareció una foto de Paulo con Dolores, la vida me odiaba definitivamente. Se me hizo imposible no pensar en él y en lo vivido hace unos años atrás.

*flashback*

Parecia increíble el hecho de que estuviéramos en mi cuarto a escondidas de mis padres, a Paulo siempre le resultaba fácil meterse por el balcón y varias veces había tenido que esconderse abajo de la cama. Esa noche había sido completamente distinta a las demás, por alguna razón terminamos a los besos y él sobre mi cuerpo, a lo que nos llevó a dar un paso más en nuestra relación. Y no me arrepentia.

— ¿Estás bien? —preguntó recostandome sobre su pecho y pasando un mechon de pelo por detrás de mi oreja.
— Mejor que nunca. —respondí haciéndolo sonreír.

Después de eso nos inundamos en profundo silencio que no fue para nada incómodo, él miraba la televisión con atención y yo me dedicaba a mirarlo fijamente sin vergüenza. El cuarto estaba oscuro, pero la luz que provenía de la calle entraba por la ventana y me dejaba ver los ojos de Paulo, eran lo más hermoso que alguna vez haya visto. Podría haber acariciado su pelo, pero desgraciadamente había perdido una apuesta y cumplirla significaba raparse completo. No le quedaba nada mal, a mi me encantaba de cualquier forma.

— Paulo.. —susurré logrando tener su atención.
— ¿Qué pasa? —preguntó mirándome fijamente.
— No quiero ponerme cursi, sabes que odio eso pero.. No sé, me haces sentir tan bien siempre. —conté haciéndolo sonreír.
— Sos hermosa y yo también me siento bien cuando estoy con vos, novia hermosa. —dijo acercándose para después darme un beso en los labios.

Esa noche estaba convencida de que Paulo Dybala era el amor de mi vida.

*fin de flashback*

Me hacía mal recordar esas cosas, mucho más si sonaba Luciano Pereyra de fondo y el día estaba bastante lluvioso. Estaba recostada pensando en él en la misma cama en la que habíamos estado abrazos infinitas veces, y aunque no quisiera aceptarlo, él todavía me podía. Había cambiado un poco físicamente, pero yo veía al mismo Paulo de 17 años con el que estuve mucho más de un año.

Inevitablemente sentí una extraña sensación en el pecho, una sensación que me hizo derramar algunas lágrimas hasta que sentí que alguien abría la puerta de mi cuarto.

— Sofiiii. —gritó Dolores al verme.
— Dolo, ¿que haces acá? —pregunté evitando su mirada y tratando de no demostrarle que había estado llorando.
— Venía a decirte que mi abuela se copó y dijo que si va, así que nos ves por allá. —contó sentándose en la punta de mi cama.
— ¿Sí? Que bueno, espero que la pasen bien. —respondí un poco desanimada.
— El único problema es que.. —habló ella.
— ¿Hay un problema? —interrumpí nerviosa.
— Es que.. Lautaro quería ir y me insistió tanto que tuve que decirle que sí. —dijo mirándome con cara de perrito.
— Bueno, está bien. —dije suspirando.— Pero sabes que tu hermano.. quiere levantarme.
— Si si, ya voy a hablar con él de eso. ¿Estás bien vos? —preguntó a lo que yo solamente asentí.

Ay Dolores, todo lo que no sabes..

Córdoba sin ti {Paulo Dybala} Where stories live. Discover now