046

4.8K 267 27
                                    

Paulo

Seguí a Lautaro hasta el baño, pero antes de que pudiera decirle algo él cerró la puerta y se encerró ahí. No supe si esperarlo o no, pero Sofía comenzó a caminar en mi dirección con una sonrisa en la cara y tuve que mirarla de la misma forma, no quería preocuparla.

— ¿Qué haces acá? —preguntó abrazandome por la cintura.— ¿Esperas para el baño?
— Eh, no. Me iba a cambiar la camisa, se me ensució. —mentí sonriendole y corriendo un mechón de pelo que caía sobre su cara.
— Bueno, deja esa en el canasto de la ropa sucia y después la lavo. —dijo separándose y yo asentí para después ver como se iba.

No esperé más a mi sobrino y me fui al cuarto para sacarme la camisa, sino Sofía se daría cuenta de que le había mentido con eso. Me pusé una remera negra, mirandome en el espejo y pensando mil cosas, Lautaro me había descolocado un poco. Nunca habíamos estado tan enfrentados y lo peor era que la razón era una mujer, de pajeros. Aunque se trataba de mi novia.

Volví a la cocina, fijandome que la pizza ya estuviera y saqué la misma del horno. Sofía apareció para ayudarme, buscando algo dónde apoyar la comida y seguido de esto cortarla en porciones. Salió con la pizza en mano, llevándola hasta el comedor y llamando a todos para que fueran a sentarse ahí. En ese momento vi unos rulos caminar a unos cuantos pasos de mi y se giró, mirándome sin expresión alguna, siempre era así.

También aparecí en el comedor, llevando unas gaseosas y dejando las mismas sobre la mesa. Me senté entre mi mamá y mi novia, por lo que me tenían acorralado las dos. Mis amigos se sentaron al lado de Lautaro y se hacían chistes entre ellos mientras reían, la que me faltaba.

Comenzamos a comer y las mujeres que tenía a mi lado se hacían para adelante en sus sillas para conversar sin que yo las tapara, me sentí una molestia pero tampoco quería cambiarme de lugar. Mi mano izquierda quiso agarrar la mano derecha de Sofía, pero ella levantó el brazo recordandome que todavía tenía la férula en su muñeca. Como pude junte mi mano con su mano que estaba "sana" haciéndola reír con la rara posición en la que estábamos.

— Che Sofi ¿que pasó con tus papás al final? —preguntó mi mamá, asomandose para ver a mi novia, quién se sorprendió.
— Eh, todo sigue igual. Habló solamente con mi mamá. —respondió un poco angustiada.
— Yo le conté, perdón. —admitió Lautaro, haciendo una mueca con sus labios.
— Ya se va a arreglar todo, linda. —dijo mi mamá, apoyando su mano sobre el brazo de Sofía mientras le sonreía.

La castaña la miro de la misma forma y segundos después se apoyó en mi hombro, al mismo tiempo que miraba mi mano izquierda y jugaba con mis dedos. No quiso comer más porque dijo que estaba un poco descompuesta últimamente así que se quedó de esa forma hasta que tocó levantar todo de la mesa una vez que terminamos de cenar todos.

Ella y mamá se encargaron de levantar las cosas, siendo acompañadas por Lautaro mientras yo me quedaba charlando con mis amigos en el comedor.

— ¿Qué onda perros? —pregunté parandome atrás de ellos y apoyandome en la silla.
— ¿Qué onda vos, perro? —preguntó Nahuel, a lo que lo miré confundido.— La cara de ojete que tenías recién.
— Ah, una boludez. —respondí restandole importancia.
— Si fuera una boludez no hubieras tenido esa cara, cabeza. —opinó Fede.
— Si igual nos dimos cuenta. —siguió Nahuel.— Decime que no se comió a tu novia, lo matamos.
— No no, ya lo hubiera matado yo. —respondí haciéndolos reír.— Otro día les cuento, ahora no da.

Córdoba sin ti {Paulo Dybala} Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt