012

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Paulo

Mi sobrina nos había visto "apretar" en la cocina pero pareció olvidarse de eso al instante, puesto que segundos más tarde se rió ella misma de lo que había dicho y salió de la cocina como si nada. Yo me había cagado bastante y la cumpleañera también, aunque no entendía mucho lo que estaba pasando.

A eso de las cinco de la mañana, la casa de Sofía ya estaba casi vacia y su mamá apareció en las escaleras con cara de soñolienta. Estabamos sentados en el sillón, claramente hechos mierda y mi ex suegra nos miró acercándose. Vio que su hija estaba dormida en mi hombro y habló:

- ¿La podes llevar a arriba? -preguntó juntando sus manos y poniendo cara de perrito mojado.

No podía negarme, aunque yo también andaba medio ebrio quise ayudar a la mamá de Sofía y cargué a su hija en brazos como pude. No pesaba mucho y eso era algo bueno, en el estado que estábamos los dos era bastante fácil hacernos mierda contra el suelo. Sentí un alivio increíble cuando llegamos al piso de arriba sanos y a salvo para después recostarla en su cama en medio de la oscuridad.

Fue difícil despegarla de mi, se había quedado dormida y sus brazos estaban rodeando mi cuello, parecía una garrapata. Cuando terminé de sacarle los zapatos y la tapé con las sábanas, me quedé mirandola dormir por unos segundos hasta que reaccione y comencé a caminar en dirección a la puerta del cuarto.

- Paulo.. -murmuró provocando que me diera la vuelta para mirarla.
- ¿Qué pasa? -respondí después de unos segundos sin saber que decir.
- No te vayas. -volvió a hablar abriendo sus ojos.

En ese momento no supe que hacer, quería quedarme con ella y dejar que pasará lo que en toda película de romance pasaba. Pero una parte de mi sabía que nos iba a lastimar esa cercanía, que estaríamos rompiendo lo pactado y haríamos las cosas mal. Dispuesto a ignorar lo que había dicho volví a girarme para darle la espalda y fue ahí cuando un escuché un "por favor" proveniente de ella.

Parecía ser que esa situación me había hecho reaccionar bastante, ya me sentía mejor y notaba que estaba en mis cinco sentidos como para razonar sobre algunas acciones que no debería hacer en un momento así.

Suspiré antes de comenzar a caminar en dirección a su cama y al sentarme en la misma, le pedí que me hiciera un lugar para poder estar más cómodo. Su pequeño cuerpo se corrió hacía la izquierda de la cama, dejandome un lugar bastante espacioso y me recosté por encima de las sábanas sin taparme.

Me sorprendí cuando sentí sus delgados brazos abrazarme por la cintura y su cabeza apoyarse en mi pecho, pero más me sorprendió lo que preguntó.

- ¿Me extrañaste? -dijo en plena oscuridad sin mirarme.
- Sí. -respondí tratando de ser sincero con ese tema.
- ¿Mucho o copito? -preguntó haciéndome reír.
- Se dice poquito. -la corregí.
- ¿Me extrañaste poquito? -preguntó nuevamente girandose para mirarme con cara de perrito mojado. Era el calco de su mamá.
- Mucho.

Mi respuesta la hizo sonreír tontamente y yo me sentí bien con eso durante unos segundos hasta que caí en cuenta de que ella me odiaba, de que me odiaba por haberla dejado. Que al día siguiente no le importaría cuanto la extrañé, seguiría creyendo que no pensé en ella ni un segundo cuando me fui.

- ¿Por qué, Paulo? -volvió a hablar.
- ¿Por qué que? -le respondí con una pregunta haciéndola bufar, borracha se enojaba mucho más fácil.
- ¿Por qué te amo? -preguntó con un hilo de voz.

Sentí su respiración acelerada y me di cuenta de que se había puesto mal, estaba llorando o estaba por hacerlo. Mi brazo la acercó más a mi pecho tratando de consolarla mientras yo pensaba en una buena respuesta. ¿Ella me seguía amando? ¿Yo la seguía queriendo como antes de irme? No sabía si Antonella había sido capaz de conseguir hacerme olvidar de Sofía.

- ¿Me amas? -pregunté segundos más tarde de haber escuchado su pregunta.

Pareció haber pasado mucho tiempo porque no recibí ninguna respuesta, se había quedado dormida en mis brazos. Me quedé con ella unos minutos y reconsidere la idea de no irme, pero lo que habíamos hablado me dejó muy pensativo y necesitaba espacio. Salí de su cuarto después de haberle dejado un beso en la frente como solía hacer todas las noches hace unos años atrás y bajé las escaleras hasta llegar al living de la casa.

La mamá de Sofía estaba en la cocina y los chicos en el sillón, casi durmiendose en el mismo. Los desperté como pude, moviendolos del brazo y pegandoles cachetadas a ambos hasta que se despabilaron un poco para poder irnos. Nos despedimos de la dueña de la casa y salimos los tres rumbo a lo de Romina, quién vivía en frente. Dolores buscó las llaves en su cartera y abrió la puerta después de mil intentos fallidos de meter la llave en la cerradura.

Entramos tratando de ser lo más silenciosos posible y yo fui directamente hasta el cuarto de Lautaro para dormir. Me saqué los zapatos al igual que la camisa y el pantalón, me tapé con las sábanas y le conecté el cargador a mi celular para después dejar el mismo sobre la mesita de luz.

Me reí cuando escuché que Lautaro estaba vomitando en el baño que estaba al lado del cuarto, algo de mi ya sabía que iba a quebrar si era un bebé para esas cosas.

Antes de quedarme completamente dormido, pensé en Sofía y en lo que nos pasaba a los dos. En lo que nos había pasado hace años y cómo mierda la miraría a la cara después de todo lo que pasó. ¿Tenía que hablar con ella sobre lo que me había preguntado?

Córdoba sin ti {Paulo Dybala} Where stories live. Discover now