019

6.5K 368 61
                                    

Sofía

Eran las seis de la mañana cuando volvimos del boliche y unos minutos más tarde Romina nos hizo subir a su camioneta para partir rumbo a nuestras casas. Ella junto con Alicia se habían quedado en la casa de Andrés con la familia del mencionado para esperarnos, estaba claro que no podíamos quedarnos a dormir ahí y por eso nos tocaba volver.

A diferencia de las veces anteriores, ibamos los cuatro atrás y Paulo iba casi tirado encima mío. Estaba completamente dormido en mis brazos, tenía los labios entreabiertos y de vez en cuando los movía tratando de susurrar algo inconsistentemente. Su pelo gris estaba un poco despeinado a causa de que yo le había estado acariciando el mismo durante unos minutos, era inevitable no hacerlo, me encantaba.

Dolores y Lautaro también iban dormidos, era la típica situación en la que tus amigos duermen y te quedas hablando con su familia. Pero por lo menos corría con la suerte de que la mamá de los chicos estaba muy concentrada manejando por la autopista y cuando hablaba, lo hacía con Alicia.

Desde la ventanilla podía ver como apenas comenzaba a salir el sol, no había mucho que ver, era una autopista completamente descampada.

Unos minutos después finalmente llegamos y me tocó ayudar a Paulo para que se bajará, ni hablar de lo que me costó hacerlo despertar. No estaba tan alcoholizado (o eso creo) pero si estaba muy cansado y caminaba mientras se resfregaba los ojos con sus puños.

— Bueno.. nos vemos mañana, Dolo. —murmuré despidiendome de mi amiga con un beso en la mejilla.
— ¿Qué? Vos no te vas, chiquita. —dijo Paulo acercándose y agarrandome de la cintura.
— Sí. —afirmé mirándolo directo a los ojos.
— No. —peleó negando con su cabeza.— Te quedas conmigo.
— Le digo a Lautaro que duerma conmigo si quieren, pero entren ahora. —propuso Dolores bajito.

Paulo no me dio tiempo para  responder, me tironeo del brazo y me hizo entrar al interior de la casa casi como un relámpago. Primero me dejó ir al baño y cuando salí lo tenía esperandome en la puerta, apoyado en el marco de la misma. Me llevó hasta el cuarto de su sobrino y cerró la puerta con seguro, sabía que haría eso.

Lejos de hacerme sentir intimidada, al momento de recostarnos él me abrazó a su pecho y yo gustosa me dejé mimar. ¿Quién no aceptaría los mimos de Paulo Dybala?

— ¿Estás bien? —pregunté riendo al acordarme todo lo que había tomado.
— Umh. —afirmó mirandome.

Estabamos tan cerca que podía sentir su respiración chocar contra mi cara, haciéndome estremecer un poco. Mi cuerpo estaba levemente recargado sobre la mitad del suyo y su brazo izquierdo me rodeaba la cintura.

— Cantame algo. —murmuró con la voz ronca mientras cerraba los ojos.
— ¿Qué te canto? —pregunté accediendo, no me daba vergüenza porque sabía que él no estaba en sus cinco sentidos.
— Cualquier tema menos el de despacito. —respondió haciéndome carcajear.— Y sí culia, los huevos por el piso.

Después de haberme reído como una foca al escuchar lo que decía, apoyé mi codo derecho en la cama y sonreí mirándolo desde mi altura.

"Bonito mío, lindo de amar.. ¿Cuántos amores en tu vida encontrarás?
Bonito mío, lindo de amar. Yo te prometo que siempre te voy a amar, te voy a amar."

No me dejó ni tomar aire, sus labios besaron los míos mientras sentía como su mano derecha reposaba en mi mejilla. Sonrió al separarse y rozó nuestras narices, haciéndome reír.

— Te quiero mucho. —murmuró mirándome.
— ¿Me querés? —pregunté con seriedad.
— Creo que sí, pienso en vos todas las noches antes de dormir como una morsa.. —respondió haciendo un gesto gracioso.
— Bueno, yo también te quiero. —respondí apoyandome en su pelo.

Todo iba bien, me hacía sentir querida y eso me gustaba. Pero me había estado olvidado de un pequeño (grande) detalle; Antonella. No sabía si realmente él la dejaría, si ella terminaría odiandome y queriendome matar como pasaban en las películas. Pero yo no me sentía culpable, si había alguien haciendo las cosas mal era Paulo..

Entonces ahí, apoyada en su pecho y sintiendo su mano acariciar mi pelo, me di cuenta de que lo seguía queriendo como si nunca se hubiese ido. Todo el dolor que alguna vez sentí a causa de él había desaparecido y lo único que quería era tenerlo así toda la vida, los dos olvidándonos del mundo entero.

Córdoba sin ti {Paulo Dybala} Where stories live. Discover now