061

4.2K 253 22
                                    

Sofía

Después de haber tenido ciertos problemas con mi mánager, Paulo decidió darme una mano para conseguir a alguien mejor y por eso había tenido que empezar con mis proyectos desde cero, sin contar que fue difícil lograr que Manuel aceptará mi decisión.

Realmente no sabía cuáles eran sus intenciones conmigo, pero fue mejor prevenir que lamentar y a Paulo se lo veía mucho más relajado después de eso.

El anteriormente nombrado tenía planeado anunciar mi embarazo públicamente y fue por esa razón que decidimos llamar a mi familia antes, gran parte de la suya ya lo sabía. Dolores no era buena guardando secretos, mucho menos a su abuela.

Prendimos la laptop y llamamos por skype a Lautaro, quién se había comprometido con hacernos poner en contacto con mis padres. A ellos les había parecido raro tanta comunicación, casi siempre hablabamos por teléfono pero no nos veíamos y eso les resultó extraño.

— ¿Dónde tengo que mirar? —preguntó mamá mirando a Lautaro, haciéndonos reír a todos.
— Ahí. —le respondió él con paciencia.
— Ah, perate que busque los lentes que no veo ni miércoles. —dijo levantándose.— ¡Claudio! ¿No viste mis lentes? No los encuentro.
— Y que se yo.. —respondió mi papá sin prestarle atención.

Con Paulo mirábamos todo esto riendo, hasta que mi mamá encontró lo que buscaba y se sentó frente a la cámara nuevamente, saludandonos con su mano. Papá se veía bastante serio.

— Les tenemos que decir algo. —dije sintiendo como Paulo se tensaba.
— ¿Se van a casar? —preguntó mi papá.
— No no. —respondimos al unísono.
— ¿Entonces? —preguntó ahora mi mamá.

Paulo no se animó a decir nada, así que simplemente enfoque el test de embarazo que daba positivo y mamá chilló cuando entendió todo. Se lo había tomado con mucha emoción y no me sorprendió, sabía que esa sería su reacción. Pero la mirada de papá me asustó un poco, puesto que no expresaba absolutamente nada y tampoco habló.

Mi mamá lo abrazó por los hombros y él seguía completamente en shook. El corazón me latía a mil y en un momento sentí una sensación horrible pero eso desaparecio cuando vi que una sonrisa se asomaba en su cara.

— Mi bebé era virgen antes de irse. —comentó haciéndome reír.
— ¡Papá! ¿Que decís? —respondí con vergüenza al escuchar lo que decía.
— Eso piensa usted, no sabe como la..
— ¡Paulo! —interrumpí provocando que se riera.

"No iba a decir nada malo" murmuró en mi oído para después alejarse sonriendo y darme un beso en los labios.

— A ver si nos calmamos nene, recién proceso todo esto y vos te comes a mi nena enfrente mío. —habló mi papá haciéndonos reír.
— Bueno bueno, nosostros nos tenemos que ir así que.. —dije y ellos se quejaron.
— Bueno, nos vemos hija. —dijo mamá sacandose los anteojos y achinando los ojos.
— Cuidala nene. —habló papá y Paulo asintió.

Cortamos la videollamada y nos fuimos directamente al baño, dónde nos daríamos una ducha. Teníamos el cumpleaños de Douglas, no lo conocía mucho pero por lo que contaban y veía en Instagram, parecía ser una persona muy amigable. Eso sí, me daba cierto temor conocer a los amigos de mi novio.

Lo más tierno del día fue ver a Paulo embobado mirandome la panza, apenas podía verse el bulto en la misma pero él estaba feliz con eso.

Al salir de bañarnos, cada uno se encargó de vestirse y me empecé a reír al ver que él usaría unas zapatillas rojas con una bermuda de jean. Él no entendía que era lo que me causaba gracia y yo solamente negué con mi cabeza mientras reía.

Unos cuantos minutos más tarde, los dos ya estabamos listos y partimos rumbo a la casa de su amigo. Lo que no quedaba demasiado lejos, así que no tardamos mucho en llegar y encontrarnos con el cumpleañero entre toda la gente que había en el lugar.

— Feliz cumpleaños. —lo saludé.
— Obrigado, Sofi. —respondió en portugués sonriendome.

Después de haber estado hablando con Douglas, él nos invitó a sentarnos en la larga mesa que estaba en el espacioso patio de su casa y eso hicimos. Paulo conocía a casi toda la familia del brasileño, yo no y eso me incómodaba un poco aunque él se encargaba de presentarme ante ellos como su novia.

Cenamos con sus amigos, que cabe decir que hablaban en italiano (excepto Douglas) y casi que no les entendía nada, pero ahí me tenían riendome como si realmente lo hiciera.

Después de comer el postre, Paulo me dejó un beso en mi hombro descubierto y después de esto se paró para irse con los chicos. Realmente no sé cuanto tiempo pasó pero de un momento a otro lo vi sentado frente a una bateria mientras el resto de los chicos tenía diferentes instrumentos en sus manos, que estaba segura que ninguno sabía tocar. Me acerqué hasta dónde estaban, ahora sentandome en un sillón que estaba a pocos metros de ellos.

Iban rotando los instrumentos, por lo que en un momento Paulo cambio de lugar y Douglas lo alentó a cantar pero el pobre no sabía hablar en portugués. Lo entendía perfecto, pero no lo hablaba.

— Dale amor, canta. —lo alenté riendo.
— Onda onda, buena onda ta ta. —cantó moviendo sus manos y haciendo reír a los presentes.
— Es onda onda, olha a onda. —lo corrigió Douglas, a lo que Paulo elevó sus brazos sin darle importancia.

Se acercó hasta mi, sentándose a mi lado y pasando su brazo por mis hombros con dulzura para después dejar un beso en mi mejilla.

En ese preciso momento empezó a sonar la canción que él había intentado cantar antes y se levantó, tironeando de mi brazo para que hiciera lo mismo. Me daba muchísima vergüenza, por lo que lo seguí riendo y poniendome completamente roja al ver que sus amigos nos miraban.

— Ahora te haces la vergonzosa. —murmuró en mi oído riendo.
— Dejame. —respondí de la misma forma.

Puso sus manos en su cintura e intento bailar aquella canción, pero lo único que hacíamos era divertir a los demás. Ay Dios, eso pasaba cuando salías con Paulo Dybala. Y la noche recién empezaba.

Córdoba sin ti {Paulo Dybala} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora