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Paulo

El jueves a la noche nos juntamos con unos amigos en casa, tratabamos de pasar tiempo juntos antes de que yo tuviese que volverme a Italia y seguir con mi carrera. Estaba claro que yo no tendría tiempo para volver hasta en unos meses, después del mes de julio todo se complicaba y tenía que enforcarme en lo futbolístico a más no poder. Sin contar que cuando llegará tendría que ver a Antonella para hablar.

Sofía estaba consciente de que yo me iría dentro de poco y en cierta parte se sentía mal, después de haber logrado tener ese "algo" otra vez, era difícil para ambos tener que separarnos una vez más. Si fuera por mi me la hubiese llevado a Europa sin pensarlo dos veces, pero ella tenía mucho acá y era imposible mantenerla a mi lado, o por lo menos en ese momento.

— ¿Comiste? —le pregunté a Sofía cuando me senté a su lado.
— Si, papá. —respondió con gracia haciéndome reír.
— Bueno, me preocupo.. —dije mirándola.

Ella se giró para mirarme mientras tenía su codo en la mesa y su cara apoyada sobre su mano, por lo que  aproveché ese momento para dejar un casto beso en sus labios. Escuché un "bien ahí" de parte de Nelson, mi amigo y estilista, haciéndome reír sin siquiera mirarlo.

Pasadas las doce de la noche, pidieron que abriera una botella de champagne y yo como un buen tarado que quiere quedar bien siempre, intenté descorchar aquella botella unas cuantas veces. Decidí usar una cuchilla para facilitar el trabajo y logré hacer volar el corcho, pero también terminé rompiendole el pico a la botella, lo que le causo gracia a Dolores. Cuando me di la vuelta para mirarla, noté que me estaba grabando con su celular y me sentí un tarado.

Al lado de Dolores estaba sentada Sofía y también se reía de la situación mientras negaba con su cabeza. Me pidieron que les sirviera así que eso hice y después volví a sentarme dónde había estado antes, pasando mi brazo izquierdo por encima de los hombros de mi chica.

Todo iba bien hasta que Dolores se pasó de copas como siempre y alentó a Sofía para que se tocará algo con la guitarra, las dos sabían tocar aquel instrumento por lo que mi sobrina también lo haría. Entre risas y chistes, cada una agarró con su respectiva guitarra.

La melodía me resultaba familiar y cuando las escuché cantar casi me ahogo con el champagne.

"Te llevé sin preguntarte ni tu nombre con mi brazo encadenado a tu cintura, asalté tu intimidad y tu ternura para amarnos sin más razones que el amor"

No hace falta decir que mi mamá se puso a bailar ese tema del chaqueño y Romina también se prendió, haciendo la coreografía más graciosa que había visto en mi vida.

— ¡Amor salvajeeee! ¡Juntos cruzamos los umbrales del pecadooo! —grité ya cebado.

Sofía me miró en cuanto me escuchó gritar y se tentó mientras tocaba la guitarra. Lo sorprendente fue que todos se prendieron y empezaron a joder con la canción, mis amigos estaban como locos tirando pasos entre carcajadas. A veces el alcohol volvía todo más divertido, daba confianza y seguridad para todo.

Cuando terminaron de tocar, Sofía se acercó hasta mi y yo la abracé por la cintura, apoyandome en su hombro mientras le dejaba dulces besos en el mismo. Segundos más tarde la llevé al patio para estar solos y ahí la abracé fuerte para darle calor, temblaba a más no poder.

— Paulo.. —murmuró ganandose mi atención.
— ¿Qué pasa? —pregunté mientras corría el pelo de su cara.
— ¿Qué paso con Antonella? ¿La dejaste? —preguntó con cierta vergüenza, a lo que asentí.— ¿En serio?
— Sí.. en realidad ella me dejó, vio las fotos.
— Me parecía. —dijo haciéndome reír.
— ¿Me das un beso? —pregunté mirándola fijamente.
— Voy a comerte el corazón a besos.

No me dejó ni reaccionar, sus labios chocaron contra los míos y sentí el sabor a vainilla en sus labios, a causa del labial que tenía puesto en ese momento. Mis manos la acercaron a mi cuerpo a más no poder y sus brazos rodeaban mi cuello con dulzura, acariciando con sus manos mi nuca.

— Bue, cuando no ustedes apretando. —habló Dolores haciéndonos separar.— Se ponen de acuerdo para chapar dónde estoy yo.
— Nosotros llegamos primero, querida. —respondí haciendo reír a Sofía.
— Callate y limpiate la jeta vos. —murmuró señalandome.
— ¿Tengo sucio?
— Un poquito. —respondió la amiga de mi sobrina riendo.

Después de eso, entramos a la casa porque afuera hacía muchísimo frío y no teníamos abrigo. Nos sentamos en la mesa dónde habíamos estado anteriormente y mis amigos me miraban riéndose, no entendía un carajo.

— Cuenten que yo también me quiero reír. —hablé quejandome.
— No te calentes, Piñón Fijo. —dijo Nelson riéndose.

Ahí entendí todo, seguía con la boca manchada. Me levanté de la silla siendo el objeto de burla de todos los presentes y fui hasta el baño para mirarme en el espejo, viendo que tenía un poco de labial rosado en los labios y por fuera de los mismos también.

Sofía entró al baño segundos después y me ayudó a limpiarme, mojandome los labios y secando los mismos con unas servilletas de cocina descartables. La iba a besar antes de salir del baño, pero usé el cerebro por primera vez y me di cuenta de que volvería a marcharme, así que simplemente la abracé por los hombros.

Córdoba sin ti {Paulo Dybala} Where stories live. Discover now