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Sofía

Fue un poco vergonzoso el haber tenido tanta cercanía con Paulo en la caja de aquel lugar, pero en cierta forma me había puesto celosa de la mirada de la cajera y no podía creer lo babosa que era esa mujer. Ni siquiera se preocupaba por disimular.

Cuando nos alejamos de esta persona y salimos del centro comercial, fuimos directamente hasta el auto que estaba en el estacionamiento. Paulo, con un poco de ayuda por parte de Dolores, se encargó de meter todo en el baúl con sumo cuidado.

Se quedó un poco confundido cuando caminé hasta la puerta del conductor y le hice saber lo que quería.

— Dame las llaves. —le pedí extendiendo mi brazo.
— No, no sabes manejar. —respondió negándose.
— Eso es lo que vos pensas, querido.

Después de quejarse me entregó las llaves y rodeó el auto para subirse del lado del acompañante mientras Dolores reía por la situación. Me subí y puse el auto en marcha después de ponerme el cinturón de seguridad.

Acomodé el espejo retrovisor y maniobre para salir del estacionamiento ante la mirada de susto de Paulo. ¿Tan poca fe me tenía?

Al parecer sí, me anunciaba absolutamente todo.

— Lomo de burro.
— Ya sé, lo vi. —respondí sin despegar la vista del camino.
— El semáforo va a ponerse en rojo. —volvió a anunciar.
— ¡Ya sé, lo vi! —dije haciendo reír a Dolores.
— No sé por qué desconfias tanto de ella si tendría que ser al revés. —comentó mi amiga.

Tiró la bomba. No sabía si reír o llorar.

Paulo se dio la vuelta para mirarla con una cara de orto que merecía un monumento y se me escapó una risita que él no notó gracias a Dios.

Unos cuantos minutos después, pasamos a dejar a Dolores en lo de mi ex suegra ya que después con Paulo nos iríamos para mi casa. Nos bajamos del auto, esperamos a que Alicia abriera la puerta y eso pasó unos segundos más tarde. La morocha nos saludó con simpatía y justo cuando ibamos a despedirnos de ella, pasó lo inesperado.

Antonella apareció atrás de ella.

Paulo se tensó al instante, queriendo ponerse de espaldas para que no lo viera pero era demasiado tarde.

— ¿Paulo? —le preguntó ella, acercándose a nosotros.
— Sí. —murmuró él rascándose la nuca con nerviosismo y mirándola con miedo.
— ¿Desde cuando le decís Douglas a tu ex? —le preguntó nuevamente Antonella mirándome.

Para ese entonces yo ya no entendía nada. Él se giró para mirarme sintiéndose culpable por su mentira, cosa que yo tardé en darme cuenta y no entendía el por qué de hacer eso.

— ¿Desde cuando me mentís para verte con esta?
— Hey, hey. "Esta" tiene nombre. —respondí ante su ninguneo.
— Vos callate. —respondió, a lo que yo reí con ironía.
— Es feo que te engañen ¿No? —solté sin pensarlo dos veces.
— Sí, dos veces me engañó con vos. ¿O te olvidas que te empezó a usar cuando estuvo en Córdoba? —contraataco.
— Antonella, basta. —se metió Paulo.

Para ese entonces yo quería agarrarla de los pelos, pero tenía que mantener mi postura y no caer tan bajo. Por suerte apareció Dolores un poco confusa por la situación, puesto que ella ya había entrado a la casa unos minutos antes. Se encargó de mantenernos alejadas para que el problema no se hiciera más grande.

Tenía las llaves del auto de Paulo en mi mano, por lo que completamente molesta y exaltada se las devolví para después empezar a caminar lejos de ellos. Él me siguió, frenandome al agarrarme del brazo y mirándome fijamente. Me indicó que subiera con él al auto, cosa que yo no quería hacer al principio.

— ¡Encima te vas con ella! —gritó Antonella a la distancia.
— ¡Tengo que dejarla en su casa! —respondió Paulo de la misma forma.

Y así, con Antonella queriendo matarme, me subí al auto con su novio como si hubiera ganado una batalla. No había nada mejor que cerrar bocas sin siquiera hablar.

Paulo puso el auto en marcha y yo me despedí de Dolores agitando mi mano en sus dirección, viendola sonreír con gracia. La amaba.

Partimos rumbo a mi casa, la cuál quedaba a unos cuantos minutos de dónde estabamos y ninguno de los dos quería hablar. O por lo menos yo no quería hacerlo.

"Love me like you do" sonaba en la radio, haciéndome pensar tontamente en todo lo que me gustaba tener a Paulo cerca apesar de lo que había pasado entre nosotros este último tiempo. En todo lo que habíamos vivido desde adolescentes.

El viaje fue silencioso y yo me la pasé sumergida en mis pensamientos, era imposible no pensar una y otra vez lo que nos pasaba.

La situación era la siguiente: lo amaba, sí, muchísimo. Pero él estuvo con Antonella en el departamento mientras yo estaba afuera con su sobrina y no había mucho que descifrar. Él decía que solamente había sido eso, pero yo no estuve ahí por varias horas y no podía estar tan segura de lo que me planteaba.

Lo peor era que yo no era capaz de estar con otra persona. Fue, es y siempre iba a ser ese primer amor inolvidable. Quería sus abrazos, sus caricias y sus besos. Lo quería a él.

Ni Giovani ni Brad Pitt harían que me olvidara de él. Porque no importaba cuanto amor recibiera de los demás, siempre esperaría a que Paulo me diera su cariño.

Tenía tatuada su inicial en mi piel, era importante para mi.

— Hey, ya llegamos. —habló Paulo sacándome de mis pensamientos.

Él abrió la puerta del acompañante como siempre y se lo agradecí en voz baja. Seguido de esto se encargó de abrir el baúl, a lo que yo busqué las llaves de la puerta de mi casa para abrir la misma de par en par, dejando pasar a Paulo con las cosas que habíamos comprado.

Llevó todo al cuarto que estaba vacio, entrando y saliendo de la casa unas dos veces.

— Gracias. —dije, a lo que él sonrió como respuesta.— Y perdón por lo de recién, no sabía que iba a terminar así.
— Yo le mentí. —respondió con obviedad.— Igual ya era hora de tener que hablar con ella, no aguanto más..
— ¿Qué cosa? —pregunté sentandome en el escalón del porche, acción que él imitó.
— A Antonella, nuestra relación es una mierda.
— Y habla con ella, hacele saber lo que te molesta y las cosas pueden mejorar. —aconsejé.
— No, la voy a dejar. No te merezco a vos ni tampoco a ella. —respondió apoyando sus brazos en sus rodillas y mirando la calle.

Antes de que pudiera responderle algo, se levantó y se despidió de mi para segundos después irse en su auto no sin antes tocar la bocina en forma de despedida.

Córdoba sin ti {Paulo Dybala} Where stories live. Discover now