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Sofía

Después de esa noche no volví a ver a Paulo, solamente nos manteniamos en contacto por mensajes cuando él me preguntaba si necesitaba algo. A veces escribía "si, tu compañía" pero lo borraba al instante y terminaba respondiendole algo totalmente diferente.

Me había enterado mediante redes sociales que su relación con Antonella se había terminado y ellos ya no convivían juntos. Eso era bueno si pensaba en que desde ahora podría ir a su casa sin tener problemas con la anteriormente mencionada.

Dolores había estado yendo a mi casa bastante seguido, decía que se preocupaba por mi y el bebé pero la realidad era que quería que le cocinara arroz con pollo. Era igual que su tío.

No me sorprendió verla el miércoles por la tarde, pero si que apareciera con la camiseta de la Juventus y lentes de sol como vincha.

— ¿Que onda? ¿Te quedaste sin ropa y tu tío te prestó? —pregunté haciéndola reír.
— No boba, me voy al partido ahora. —respondió acomodandose la ropa.
— Ah pensé que te ibas a quedar conmigo.
— No me voy a quedar pero vos tampoco. —dijo guiñando el ojo.
— ¿Cómo? —pregunté confundida.
— Vos también vas al partido. —respondió tironeandome del brazo, a lo que yo negué con mi cabeza.— Si si, dale.

Insistió tanto la pobre que al final terminé aceptando por cansancio.

Me obligó a ponerme la camiseta de la Juventus con el dorsal número diez, número que portaba Paulo. La camiseta me ajustaba un poco por mi abultado vientre pero aún así me sentí cómoda y en ese momento me di cuenta de que realmente quería ir.

Nos tomamos un taxi hasta el Juventus Stadium, bajandonos después de pagarle al conductor y comenzando a caminar por el estacionamiento de dicho lugar. Estaba lleno de miles de hinchas, algunos tranquilos y otros bastante emocionados por la jornada que se acercaba.

— Te va a encantar, loca. —anunció Dolores.
— No creo, no soy de darle bola al fútbol. —respondí.
— Ah pero contra Francia. —dijo haciéndome reír. 

Seguí cada paso que daba Dolores ya que ella conocía y sabía por dónde teníamos que entrar. Unos minutos más tarde ya estabamos dentro de aquel increíble estadio y buscabamos un asiento que nos resultará bueno.

Una vez ya sentadas, recibí una notificación en mi celular y saqué el mismo de mi cartera para leer un mensaje de Giovani en whatsapp. "Te extraño" me escribió. Suspiré sabiendo que quizás yo no lo extrañaba, mucho menos lo haría estando en dónde estaba pero aún así le respondí que yo también lo extrañaba.

Dolores había estado pispeando mi celular pero se hizo la distraída en cuanto mi vista se fue a ella, provocando que riera mientras negaba con la cabeza. Esta chica era de las mejores cosas que me habían pasado.

No sé cuanto tiempo pasó, pero los chicos salieron a calentar a la cancha y pude ver a Paulo a lo lejos. Parecía estar sumamente concentrado y mi amiga lo miraba riendo, decía que desde lejos se veía más enano. Y tenía razón.

Sentí unas manos en mis hombros y un poco asustada me giré, aliviandome cuando vi la cara de mi ex suegra. Aparentemente ella también había querido presenciar el partido y nos acompañó, sentándose con nosotros.

— Por lo menos vos me hablas, no como otras. —comentó Alicia, refiriéndose a Antonella.
— ¡Abuela, si hablaba! Decía "ay, no tenía ganas de venir porque el café de acá bla bla" —le siguió Dolores en un tono burlón.
— ¿Tan así es? —pregunté al no conocer a Antonella, por lo que mi amiga asintió riendo.

Después de haber esperado durante un rato, el partido finalmente comenzó y Paulo pisó la cancha junto a sus compañeros. ¿Qué puedo decirles? No dejaba de mirarlo ni un solo segundo, incluso me aprovechaba de que él no sabía que yo estaba mirándolo. Ya después me haría la que no me importaba.

A los doce minutos del primer tiempo, Paulo marca el primer gol del partido y el mismo vuelve loco a las personas que estaban presentes, incluyendome. Inevitablemente me levanté de mi asiento para acercarme hasta la baranda de las gradas y poder ver mejor la situación.

Completamente feliz, Paulo hace la típica Dybala mask y segundos después señala el cielo como casi siempre. Me llenaba de orgullo verlo triunfar de esa forma, unos años atrás no me imaginaba esto.

A los pocos minutos, su compañero Matuidi es quién marca el segundo gol del partido y deja a la Juventus ganando por dos goles de ventaja. Ya con eso todos estaban felices, aunque esperaban ver a Ronaldo en acción.

El resto del partido siguió con el marcador igual, hasta que terminó.

— ¿Vamos a ver a mi tío? —preguntó Dolores levantándose.
— No no, te espero afuera si querés. —respondí mientras guardaba mi celular.
— ¿Sos boluda, Sofía Agustina? Aunque no lo veas te va a seguir moviendo el piso, aparte en algún momento lo vas a tener que ver porque es el papá de tu hijo. —dijo ella, llamando la atención de Alicia.

No dije nada porque tenía razón, así que decidí acompañarla a ella y Alicia hasta dónde estaba Paulo.

Él apareció todo sudado y despeinado, con una sonrisa de oreja a oreja mientras venía molestando a sus compañeros. Al verme se quedó mirandome un poco sorprendido y se acercó a nosotros, saludando a su familia para después saludarme a mi. Yo iba a darle un simple beso en el cachete pero él llevo sus manos a mi cintura y me pegó a su cuerpo, abrazandome durante unos segundos.

— Uy perdón, me olvide que estaba hecho un desastre. —se disculpó con vergüenza.
— Ese olor a chivos y bolas no te lo robo amigo. —comentó Dolores, provocando que él riera.

Él cruzó unas cuantas palabras con su mamá y ella lo felicitó por el gol abrazandolo con ternura.

— Sofía.. —me habló moviendome el brazo.— ¿Nos sacamos una foto?
— Eh.. sí. —respondí.
— ¡Maaaaa! Sacanos una foto. —le pidió a Alicia haciéndome reír.

Él se puso de cuclillas y se arrodilló de una sola pierna para después dejar un beso en mi vientre mientras mantenía su mano ahí también. Sin pensarlo mucho apoyé mi mano sobre la suya y Alicia capturó el momento.

Paulo se separó de mi y su mamá le entregó el celular sonriendo. El ojiverde me mostró la foto y a mi me encantó, por lo que le pedí que me la pasará. Vi que la puso como fondo de bloqueo y el corazón casi se me derrite en ese preciso momento.

— La voy a subir a Instagram. —comentó.
— Van a pensar que volvieron o algo así tus fologüirs. —dijo Alicia.
— Followers, abu. —la corrigió Dolores riendo.
— Que piensen lo que quieran. —dijo Paulo elevando sus hombros.

Ay Paulo ¿Podes dejar de enamorarme un segundo?

Córdoba sin ti {Paulo Dybala} Where stories live. Discover now