C A P Í T U L O 6

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—¿Por qué te has mudado a este lugar? –pregunté con sincera curiosidad.

Volteo a verme fijamente, después miro la malteada de fresa que se mantenía intacta, podía asegurar que estaba pensando en una respuesta. 

—Bueno, el padre de mi progenitora pensó que sería buena idea venir a la ciudad, él había pensado que sería un buen lugar para encontrar trabajo –tomo la pajita de la malteada y comenzó a darle vueltas haciendo que la espuma se fuera desvaneciendo.

—Entonces vives con tu abuelo y con tu madre –la verdad es que quería saber más de ella, no por curiosidad si no porque de alguna manera quería que nos volviéramos más cercanos.

Cuando Brissa me escuchó pude notar como se puso nerviosa por la pregunta, se podía ver que lo que dije le había puesto incómoda y su semblante me decía que también se había enojado.

—Mi madre, si es que se puede llamar madre, me abandonó cuando era una bebé, no se quien es mi padre y entonces me quedé con el padre de mi madre –susurro, mirando fijamente la malteada, justo ahora pensé que era un completo idiota.

—Mm, lo siento... No debí de preguntar –respondí avergonzado y mire hacia la calle donde las personas caminaban de aquí para allá.

—Bueno, creo que te lo debía.

Mi mano se mantenía hecha un puño encima de la mesa, entonces sentí una calidez en ella, gire bruscamente el rostro y pude ver cómo Brissa ponía la mano sobre la mía, la tome fuertemente y comencé a darle pequeñas caricias con mi pulgar, quería transmitirle todo mi apoyo y la ternura que ella me provocaba, eran caricias que transmitían más de lo que debía.

♪♪♪▶♪♪♪

Minutos después comenzamos a comer nuestros pedidos, mi café estaba a punto de terminarse y mi trozo de pastel ya se había terminado, su malteada ya sólo tenía un poco de espuma al fondo. No habíamos hablado desde su confesión acerca de sus padres, de alguna manera me sentí especial, ella había abierto parte de su corazón hacia mi y me sentía honrado.

—¿Quieres que pida la cuenta? –pregunte al ver que ya había terminado.

—No es necesario, tengo una mejor idea –me guiño un ojo.

Después me señaló que tomará mi mochila, ella tomó la suya y después se levantó, me tomo por sorpresa cuando agarro mi mano y comenzó a jalarme hasta la salida, no sabía que estaba pasando pero tampoco quería pensar tanto.

—¡Corre! –gritó tan fuerte que me hizo reaccionar, corrí tan rápido detrás de ella que no me percaté el como salía el mesero de la tienda y comenzaba a gritarnos de todo.

Brissa iba por delante de mi, podía escuchar sus risas sofocándose con el aire que recibía en la cara a la hora de correr, no pude evitar contagiarme y reír de la misma manera, me había llenado de adrenalina, tenía unas enormes ganas de gritar para sacar toda ansiedad dentro de mi, pero aún así me mantenía corriendo detrás de ella. Sé había quitado el gorro y ahora su pelo se ondeaba como una bandera atada en lo más alto del mástil. La ropa se le pegaba a cada curva de su cuerpo, todo gracias al bendito viento que estaba de mi parte.

—Oh Dios, ya no puedo más –tome una bocanada de aire y añadí—. Detente.

No supe cómo me escuchó pero gracias todos los santos se detuvo y volvió hacia mi, volteé hacia atrás, por lo menos ya estábamos lo suficientemente lejos de la cafetería, aunque ya no podría regresar nunca más a ese lugar.

Noches sin Estrellas Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt