C A P Í T U L O 25

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Cuando desperté al día siguiente me di cuenta de que Brissa no estaba y mi billetera tampoco.

♪♪♪▶♪♪♪

No supe en que momento Brissa se despertó y se fue, no lo supe pero me sentí tremendamente decepcionado, no tuve la fortuna de verle recién despierta o por lo menos verle dormida. El sábado después de un rato, me di cuenta de que mi billetera tampoco estaba en mi casa. Y ese fue el menor de mis problemas, no me interesaba tanto. Lo que realmente quería saber era el porque se había ido, ¿qué había hecho mal para que se fuera sin siquiera despedirse?.

—¿Estudiaste para el examen? –la voz de Mau llegó a mi cerebro como un leve murmullo.

—Fue todo lo que hice en el fin de semana –todo el fin de semana lo había usado para estudiar y para comunicarme con ella. No tuve suerte en lo segundo.

Le había llamado y también le había mandado unos cuantos mensajes, pero no tuve respuesta ni una sola vez, al final refugie mis pensamientos en los estudios, por lo menos así fue más fácil de sobrellevar.

—Nerd –dijo Franco con su habitual deje de burla.

—Olvídate de pedirme ayuda para el examen –le amenacé mirándolo fijamente.

No me había atrevido a contarles lo sucedido el viernes por la noche, mis amigos no sabían ni un solo detalle. No les había contado, a pesar de que ellos no habían dicho nada sobre haberlos dejados botados. Aunque les agradecía en silencio.

—¡No! Como crees que yo pensaría algo así de ti, sólo era una bromilla de nada..., si a mi bebé Darien lo quiero un montón –Franco había hecho esa mueca que mi abuela hacia cuando me saludaba—. Verdad que mi bebé Darien me va a ayudar.

Sonreí de verdad por primera vez en dos días. Como no hacerlo con Franco de amigo. Asentí ante su pregunta y lo dejé ser. Aunque de alguna manera me sentía mal por lo de Selene. Franco no merecía esto.

—¿Estás bien? –preguntó Mauro mientras seguíamos caminando por el pasillo. —Pareces un poco desanimado.

—No es nada.

En realidad era todo. Brissa me dejó como una adolescente a la que le habían quitado la virginidad y luego botaban, además estaba preocupado por ella. Selene me había confesado que yo le gustaba, sabiendo yo, que Franco estaba enamorado de ella, sentía que le mentía gravemente y tenía miedo de que se llegara a enojar conmigo. Al día siguiente era mi cumpleaños y mi padre había atrasado su viaje hasta el próximo lunes, está era la fecha en la que más extrañaba a mi madre. Además en todo el fin de semana no había salido de la casa por la culpa de estrés a la hora de estudiar.

—Oh ya sé. Mañana es tu cumpleaños ¿no es cierto? –de repente Fran había tomado una actitud sería—. Siempre te pones así cuando va a hacer tu cumpleaños.

Era cierto, en estos días era cuando más añoraba a mi madre y soñaba con poder tenerla a mi lado. Quería que de nuevo ella me cantará las mañanitas al salir el sol, quería que me comprara mi pastelillo favorito, quería poder sentir sus labios en mi frente al darme un beso de buenos días, quería tener a mi madre y a mi padre juntos. Quería volver al pasado, justo cuando apenas tenía 5 años. Pero nada de eso pasaría. No puedes desear tu pasado en tu futuro.

—Bueno se me pasará, ya lo saben –suspire y me encogí de hombros, no quería que ellos le tomaran tanta importancia—. Por cierto hay que irnos o si no nos dejaran entrar a clases.

Y caminamos por los pasillos del Instituto para llegar al salón. Cuando estuve en la puerta de la habitación recorrí la mirada por todo el lugar, tenía una leve esperanza de que Brissa estuviera ahí, no estaba. Recordé que no compartíamos esa clase. Saque el móvil de mi bolsillo, revise por centésima vez si había una respuesta, pero no, ni siquiera había visto uno solo de mis mensajes. Escribí con apuro un último mensaje.

Noches sin Estrellas Where stories live. Discover now