C A P Í T U L O 46

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¿Qué debería estar haciendo un adolescente un sábado por la noche?.

Pues claro, cualquier adolescente normal estaría de fiesta, tal vez emborrachándose o drogándose. Cualquier bobería de ese tipo. Aunque en realidad no todos eran así. He me aquí, en le coche que fue de mi madre, en medio de la oscura carretera, aún asimilando la pelea que había tenido con mi padre. De repente se había vuelto el padre protector que alguna vez muy lejana él fue.

Nuestras peleas se habían vuelto más constantes, según él porque me había vuelto rebelde gracias a las malas compañías, lo que no sabe es que en realidad muy apenas y tengo amigos, ¿que malas compañías podría tener yo?. Ninguna, pero él no lo sabía, nunca sabía nada de mi o de mi vida cotidiana.

Mi única acompañante está noche, era la música que salía del viejo radio.

Así que mis pensamientos podían hacerme malas jugadas, de repente me entraba la idea de que debería de regresar a la casa antes de que Brissa llegara y no encontrara a nadie. Pero luego como un balde de agua fría recordaba que ella no había vuelto más. Qué ni siquiera sabía de ella. Después de escuchar aquella conversación, me la pasé buscándola, encontrando la manera de hablar con ella, pero no la había visto, a decir verdad no sabía si ella no había vuelto a Instituto o si simplemente me evitaba sin que yo me diera cuenta. La verdad no sabía cuál opción preferir. Creo que ninguna de las dos.

Hacia rato que le había marcado a Mauro, preguntándole si estaba disponible para salir  y distraernos un rato, pero me dijo que estaba tratando de hacer las pases con Franco así que habían salido a una cita doble con Selene y Linda. Lo cual me pareció bien, al fin de cuentas podía estar solo. O eso creía.

Recordé su sugerencia, me había dicho que si quería podía ir a donde ellos estaban y pasar el rato con ellos, pero de inmediato lo descarte, francamente no quería ni siquiera encontrarme con Selene.

Abrí la ventanilla del coche y di vuelta a la derecha, en las calles no había tantos coches como en otras ocasiones, me pareció raro ya que obviamente era día de fiesta para la mayoría de la gente. No le di importancia, aúnque tampoco le estaba dando importancia a las calles por las cuales estaba transitando.

El aire fresco revolvía los rizos que se habían escapado del gorro gris que llevaba puesto. La música, bueno francamente era pura buena música. Aunque si la escuchara una persona con depresión fácilmente se le irían las ganas de seguir viviendo.

Cuando iba llegando a una esquina poco iluminada, reconocí el lugar al que me dirigía. Inconscientemente había manejado hasta aquella esquina donde la encontré a ella, ese día en que lo supe todo, supe su más grande verdad. Ahora que me acercaba más podía ver claramente las chicas con faldas cortas y blusas muy escotadas, aún con el frío tremendo que hacia.

Gracias a la oscuridad de la noche ellas no podían ver quien iba dentro del bocho, así que cerré mi ventanilla y maneje lo más despacio posible, sólo quería ver si ella estaba ahí... Esperaba realmente que así fuera, por lo menos sabría que aún no se la habían llevado.

Detuve el coche un momento, cuando encontré su inconfundible cabello negro y su chaqueta roja. Las otras chicas al ver que me había detenido comenzaron a acercarse, una en especial tocó la ventanilla pero no la baje por el simple hecho de que estaba concentrado en Brissa. Parecía estar peleando con un hombre mayor, de no más de 30 años, probablemente era el encargado de todas las chicas.

Ella comenzó a forcejear con él, yo ya había quitado el seguro de la puerta para poder bajar y así defenderla, pero entonces ella se zafo de su agarre y camino furiosamente calle abajo, el hombre le dijo una sarta de gilipolleces, estaba bastante enojado pero no la siguió, dejo que Brissa se fuera sola.

Noches sin Estrellas Where stories live. Discover now