C A P Í T U L O 15

64 7 0
                                    

—Así que tu padre habló con el Director y decidieron que tendrías dos castigos, durante toda esta semana y la próxima —hablo la señora Young, mientras me servía un poco de jugo.

El día anterior había faltado a las últimas clases del día en el Instituto, gracias a eso me había ganado un par de castigos por parte del Director Dur. Resulta que una vez me la pasaron, ya que era la primera vez que lo hacía, pero con lo de ayer ya eran dos, bastante seguidas, el Director decidió llamar a mi padre, se dio cuenta de que él no estaba aquí, aún así lo hablaron y llegaron a un acuerdo, resulta que como castigo tendría que ayudar en la limpieza de la cafetería, también tendría que ayudarle al profesor de arte con sus clases, ya que la mayoría se negaba hacerlo, lo peor es que yo no tengo esa clase, por lo cual es que no tengo ni la menor idea de como tendré que ayudarle.

—¿Y mi padre no fue capaz de hablarme para avisarme, ni siquiera para regañarme? –pregunte con tono irónico. La señora Young volteo a verme con tristeza en sus ojos.

—Creo que tu padre está muy ocupado, pero él realmente te quiere –sentencio al dejar seco el último vaso que había lavado.

—Cada día lo dudo más –tomé un sorbo de jugo de naranja y hablé de nuevo—. Sabes, creo que morí para él desde que mi madre murió. 

La señora Young suspiro al escucharme, no era la primera vez que le decía algo así, prácticamente ella se volvió mi nana poco antes de que mi madre muriera, mi padre tuvo que contratarla, ya que hubo un límite para el cuerpo de mi madre, cada día ella se volvía más débil con las quimioterapias, aunque estas no le hicieran ni la más mínima mejora.

—El problema de tu padre, es que tú le recuerdas demasiado a tu madre y tu papá no puede cargar con su recuerdo –cerró los ojos y suspiró—. Ellos se amaban tanto. Aún los recuerdo cuando eran tan sólo novios, unos adolescentes que no sabían a lo que se enfrentarían.

—Pero no es justo que lo haga, nana –los ojos se me aguaron, yo también recordaba lo mucho que se amaban—. Yo también vivo cada día con su recuerdo, el que día con día se vuelve más frágil. Él quiere olvidarla y yo trato de que los recuerdos no se me borren de los ojos. Nana ya no es como antes, la estoy olvidando y no quiero que eso pase.

A pasos lentos ella camino hasta mi, me estrecho en sus brazos y traté de no quebrarme, pero no pude aguantar, sus abrazos eran tan reconfortantes, eran de esos abrazos que te hacen llorar hasta que sonrías, de esos que te hacen la carga menos pesada.

Al separarme de ella, quite mis anteojos y limpie el resto de agua que había en mis mejillas, después volví a colocarmelos.

—Tengo que irme, se me hará tarde para el Instituto –camine hasta la puerta, pero volteé antes de salir—. Nos vemos luego nana.

La señora Young era lo más cercano que tenía a una madre. Ella era una señora de más de 60 años, hija de padres Chinos los cuales emigraron a este país para tratar de encontrar una vida mejor, al final ellos se asentaron en ese lugar, donde decidieron criar a sus hijos, años después consiguieron la nacionalidad, lo que les dio más derechos. La señora Young prácticamente a vivido toda su vida en este lugar.

♪♪♪▶♪♪♪

—¿En serio tendrás que ayudarle al profesor de Artes? –preguntó sorprendido Franco, quien había dejado se chocolate a un lado.

—Si, ¿por qué? –pregunté con cierto nerviosismo.

—Bueno sabemos dos cosas de esa clase, la primera –Franco enumeró con sus dedos—. Selene está en esa clase, la segunda es que ese profesor está medio chiflado así que no dudo que te ponga a posar desnudo en plena clase.

Noches sin Estrellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora