E P Í L O G O

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Brissa...

La pirotecnia comenzó a explotar en todo el pueblo en el mismo instante en el que sus ojos se cerraron para siempre.

Lloré, lloré y grite sin parar, sabía que eso no me lo devolvería, pero estaba enojada, estaba destrozado, hundida en lo más profundo de la mierda. No quise despegarme de él en ningún momento, estaba llena de su sangre, pero no me importaba en lo absoluto, él me apunto con la misma arma que había matado a Darien, pero la policía entró y le disparó al ver que me mataría, al ver que ya había un cuerpo inerte. Sin tan solo la policía hubiera llegado un poco antes, sin tan solo la vida no fuera una jodida puta, él estaría aquí, conmigo, abrazándome y dándome el amor que yo tanto necesité y necesito.

Me amaba y yo le amaba con la misma o más intensidad, me arrepentía del simple hecho de haber negado por tanto tiempo lo que realmente sentía por él. Tal vez así todo hubiese sido diferente, así tal vez él no hubiera muerto esa maldita noche.

Esa noche cambio mi vida por completo y no sabía si para bien o para mal. Solo sabía que él no estaba más.

Darien, ¿Por qué no estabas aquí? ¿Por qué no venías a hacerme sentir mejor? ¿Por qué te fuiste?.

Desde el 1 de enero, una tormenta se desató en el país, había lluvia día tras día, su funeral fue completamente bajo la lluvia, era extraño el simple hecho de que lloviera, pero así fue, llovió y llovió de la misma manera en la mis mejillas recibían las lágrimas de mis ojos cansados.

A veces cuando estaba completamente cansada y realmente tomaba la muerte como una salida, lo sentía, lo sentía tan cerca de mi, que parecía como si aún viviera, pero no era así, solo se trataba de mi odiosa mente que solo quería mantenerme viva. Pero el dolor era tan fuerte que ya no podía más con esto. No podía, simplemente no podía.

Era entonces que venían sus palabras a mi mente. Su voz se colaba en mis oídos y pareciera que él estuviera ahí.

Si cerraba los ojos, aún podía verlo entre la oscuridad de mis párpados. Tan claro, pero tan difuso a la vez. Si los mantenía mucho tiempo cerrados, podía ver con claridad cada uno de los momentos que habíamos pasado, pero de igual manera podía sentir como las lágrimas comenzaban a bajar por mis mejillas y no se detenían hasta por lo menos desvanecerse.

Me hice un ovillo en la cama, a veces se me hacía demasiado grande para mí sola, como en este mismo momento. La habitación en sí era demasiado grande solo para mí. Las lágrimas no se detenían, pero tenían que hacerlo o si no todo mundo me miraría de nuevo con la misma o más lástima de siempre.

Abrí lo ojos y limpie con mis huesudos dedos los rastros de las lágrimas en mis mejillas, respire profundo y me levanté de la inmensa cama, de mi inmensa cama. Todo había pasado demasiado rápido, ahora tenía una madre que se preocupaba por mi aunque a veces mi propia mente me dijeron que no es así, de repente tenía dos hermanos pequeños, de repente tenía un hogar donde vivir, de repente había llegado a una nueva vida, una vida que parecía no pertenecerme pero que era mía, era la vida que siempre soñé, el problema es que sin él mi vida no valía nada. Ahora lo tenía todo, pero me parecía que no tenía nada en realidad.

Abrí la puerta de mi habitación y caminé hasta la cocina, mi madre debería de estar ahí, mi madre, era raro el simple hecho de decirle mamá, pero siempre deseé hacerlo, así que no pude evitar decírselo esa misma noche.

Mi mente estaba totalmente desorientada, no quería despegarme de su cuerpo, aún estaba cálido, pero conforme pasaba el tiempo su piel se hacía más fría. Tomé su mano y entrelace nuestros dedos, acerque mi frente a la suya y le dije muy bajito que lo amaba, su cara estaba llena de mis lágrimas, su cara vacía de vida.

Noches sin Estrellas Where stories live. Discover now