C A P Í T U L O 30

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—¿Y por qué se supone que tengo que ir? –pregunté alzando una ceja, Franco me miraba desde el espejo retrovisor del auto.

—Porque eres el festejado, porque eres el único que tiene auto y porque sería estúpido que te negarás –respondió Franco con obviedad.

Miré a Mauro de reojo, él opinaba lo mismo, además iba contando los motivos por los que tenía que ir.

—Pero no me gusta ir a los antros –afirme con una mueca.

—Pero no nos importa, además sólo irás a uno está noche..., mira no te puedes quejar tú no pagarás nada, aprovecha que pude sacarle dinero al hombre que se dice ser mi padre –Franco me guiño un ojo, sonreía. Pero Mauro y yo sabíamos que el siquiera mencionar a su padre le dolía.

Creo que por ese simple hecho deje de quejarme y me deje llevar. Aunque fuera yo el que los llevará.

—¿Linda y Selene irán? –preguntó Franco mirando a Mauro. En su voz había cierta emoción.

Y en ocasiones me preguntaba si en verdad Franco amaba a Selene, en ocasiones llegaba a pensar que sólo lo decía por decir, o porque el que Selene lo rechazará se volvió una costumbre. No lo sabía a ciencia cierta.

—Si, llegarán más tarde, ya sabes cómo son, se tardan una eternidad en arreglarse –dijo con aburrimiento Mau.

Encendí la radio cuando ya no hubo que más hablar, dejamos que la música se paseara con libertad por todo el coche, en algunas canciones nos pusimos a cantar. Eran las 9:00 de noche y las calles estaban un poco pobladas, todo dependía de la calle que fuera. Pero aún así, seguimos nuestros caminos hasta el antro "Luna llena", ¿hombres lobos, tal vez?.

♪♪♪▶♪♪♪

Y si tuviera que describir el antro en una palabra, sería excesivo. Esa sería por el simple hecho de que todo era excesivo, había demasiados cuerpos, demasiadas bebidas, demasiadas personas listas para emborracharse y olvidarse de todo.

Al entrar al club, llegó un aroma a mi nariz, era un aroma a sudor, alcohol y cosas extrañas que en realidad no quería saber qué eran.

Cuando pusimos un pie dentro de Luna llena, Franco y Mauro irradiaron un extraña aura de felicidad, de diversión, de adrenalina. Caminamos hasta la mesa más cercana, enseguida llegó una mesera, Franco pidió por los tres, una cerveza para cada uno.

La noche siguió tranquila, no me negué a beber porque está vez sería Mauro el chofer asignado, dijo que como iría Linda no quería que lo viera en extremo borracho, ni Franco, ni yo nos negamos. Franco siguió pidiendo cerveza tras cerveza, pero entonces pidió vodka y tuve que tomármelo, Franco también lo tomó.

Y todo siguió tranquilo, lo más tranquilo que se pudiera con mi cerebro comenzando a desconectar por el vodka. La garganta aún me ardía cuando Linda y Selene lograron localizarnos, entonces perdimos toda la atención de Mauro, ya que de inmediato Linda se la llevó. Franco trataba de llamar la atención de Selene, pero en cambio está solo me miraba a mi, todo se volvió bastante incómodo, por lo menos para mi, nadie más parecía notar que Selene no me despegaba la vista. Pero la ignore y fue ahí cuando Franco tuvo la oportunidad, comenzaron a charlar y no supe si fue porque Franco estaba bebido y ahora tenía más confianza o era porque Selene también se había pasado ya con las bebidas.

La música electrónica retumbaba en mis oídos y se volvió menos desagradable, de repente me entraron las ganas de pararme y ponerme a bailar. Pero me detuve porque una pequeña punzada apareció en la zona de mis costillas y por unos minutos no recordé los moretones que tenía por todo el cuerpo y se me olvidó que tenía parte del ojo izquierdo morado, aparte de que tenía una pequeña rajada en la comisura de los los labios.

Noches sin Estrellas Where stories live. Discover now