Capítulo 4 - Entrenamiento

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--[HÉROE]--

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Eran las 5:30 de la madrugada, y en este momento vemos como nuestro protagonista está durmiendo plácidamente, hasta que alguien en su mente empezó a hablar.

—Niño.

Pero Naruto no respondía.

—Niño.

—Ramen de puerco —balbuceaba el rubio, seguido de un ronquido.

—¡NIÑO! —Alzó la voz Kratos

—¡¿QUE PASA?! ¡¿QUE PASA?! —Se levantó el rubio muy exaltado, cayéndose de la cama, dándose un golpe en la cabeza que le sacó un chichón.

—No despertabas. Tienes menos de media hora para prepararte y encontrar un lugar tranquilo donde entrenar.

A lo que Naruto le respondió:

—Hai, hai, Kratos-sensei. Vaya forma de despertar. —Eso último lo dijo en su mente.

—Te escuché.

—Cierto. ¿Sabe como puedo pensar sin que me escuche? —preguntó el rubio.

—No —respondió de forma muy parca y cortante el espartano.

—Que directo. Bueno, tengo que prepararme rápido.

En lo que Naruto se vestía y desayunaba algo ligero, Kratos estuvo divagando un poco en los recuerdos de Naruto, y se dio cuenta que en la oficina de su padre había cierto rollo que decía "Clones de Sombras", lo cual le llamó la atención a Kratos, ya que podría servir para el entrenamiento del rubio. El espartano había observado lo suficiente el mundo ninja como para saber el valor potencial de esa técnica.

Cuando nuestro protagonista terminó de desayunar, Kratos lo llamó en su mente.

—Niño.

—¿Que sucede, Kratos-sensei?

—Estuve investigando en tus recuerdos, y descubrí que en la oficina de tu padre hay un pergamino con una técnica en específico que se llama "Clones de Sombras". Ve por el, nos ayudará bastante en tu entrenamiento.

—Esa técnica recuerdo haberla visto en la oficina de papá. Espero que siga ahí.

Naruto se dirigió a la oficina, la cual tenia en su interior unos estantes a los lados que tenían cavidades en forma de rombo, y en cada espacio había una técnica. Estuvo inspeccionando cada rollo por cinco minutos, hasta que encontró el que necesitaba.

—Lotería. Encontré la técnica.

—Muy bien. Ahora dirígete a algún lugar tranquilo para comenzar con tu entrenamiento.

—Y creo que ya sé un lugar perfecto para eso.

Al salir de su casa, se dirigió hacia el lugar al que había ido un día antes: el Bosque de la Muerte. Un lugar perfecto para entrenar, ya que casi nadie entraba ahí, y menos un niño de siete años, y se dirigió nuevamente a ese lago de la noche anterior.

El Último Espartano - IWo Geschichten leben. Entdecke jetzt