Capítulo 38 - Maestro y alumno

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Matar a un dios tiene consecuencias...

Eso fue una de las tantas enseñanzas que Kratos le dio a Naruto hace años. Oh, la poesía en esa enseñanza, pues ahora se estaba haciendo realidad. Las almas de Shinigami moraban libremente por el mundo de los vivos, por fin libres del tormento de los dominios de la muerte.

A la larga, esto se convertiría en un gran problema, así que Naruto tomó la decisión de crear clones, y que estos recolectaran las almas antes de que se alejaran mas de ahí. Sin mas pendientes por atender en ese nuevo bosque producido por su legendaria batalla, Naruto toma camino rumbo a donde está su maestro.

Luego de la caída del gran buda de madera, y de la desaparición del Hecatonquiro, los capitanes se habían reunido a las orillas del bosque, donde dieron la orden de alojar a las tropas de la alianza shinobi y a los espartanos.

—Este lugar servirá, por el momento —dice el capitán Lawliet, pues era preferible que las tropas estuvieran ahí que al descubierto.

—Fue entre el esfuerzo combinado de todos nosotros la única forma de derribar a esa cosa. En verdad los shinobis de antes eran algo más —dice el capitán Fumetsu, quien descansa en la base de un árbol.

—Ni que lo diga, capitán. —La voz del líder espartano emerge de entre algunos arboles, a lo que los espartanos se levantan en armas de nuevo, y se apartan para dar paso a su máxima autoridad.

—Comandante, ¿cual es el plan de acción ahora? —pregunta la capitana Ackerman, quien al igual que los demás capitanes y generales, siguen de cerca a su líder.

—Sobrevivir. Pase lo que pase, juren no morir. Lo que se viene será una lucha de supervivencia.

—¿A que se refiere, comandante? —pregunta con algo de temor el capitán Senju.

—Miren, seré franco con ustedes. Matar a un dios tiene consecuencias. Cuando todo esto haya terminado, el mundo ya no será igual.

—Entonces déjenos ayudarlo, sensei —dice Rin con total disposición para luchar.

—No. Esto es algo que debemos hacer mi maestro y yo, y nadie mas.

—Pero... —Mikasa quiso objetar, pero fue interrumpida en la primer palabra.

—Nada de peros. Cuando el momento llegue, sobrevivan. Todos ustedes... Es una orden.

Con muchas dudas y con ganas de querer decir lo contrario, los capitanes y generales responden.

—¡Hai, Naruto-taisho! —responden los capitanes y generales al unísono.

Mientras los altos mandos del ejercito de Esparta se quedaron donde mismo, el peliblanco retomó su destino original, hacia donde estaba su maestro. Cuando llegó, ya todo había terminado.

—Veo que ya terminó usted también, sensei.

—Hm, su arrogancia fue su perdición.

El antiguo dios de la guerra desencaja su hacha Leviathan de la cabeza del dios Hachiman, quien momentos antes estaba implorándole al Fantasma de Esparta que lo dejara vivir, pero Kratos hizo caso omiso a su petición. Detrás del cadáver del dios caído estaba una paloma gigante de aspecto grotesco y putrefacto, la cual fue la "compañera" de la deidad, con sus alas brutalmente arrancadas y sin cabeza.

—Ahora recuerdo porque no debía hacer enojar a sensei. —pensaba para si mismo el ojiazul. La brutalidad de su maestro superaba con creces a la suya.

—Nuestro trabajo aquí está terminado. Vamos con los demás. —Kratos guarda su hacha en su espalda.

—Hai.

El Último Espartano - IWhere stories live. Discover now