Capítulo 41 - Infierno

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—Niño. ¿Estás listo?

—Listo.

—Esperen... —Una voz se escuchó a sus espaldas, una voz de mujer. Kami y los pocos dioses que aun permanecían estaban reunidos frente a maestro y alumno.

—Nosotros los acompañaremos... —El dios del mar se dispone a ayudar a los salvadores de la humanidad.

—Es lo menos que podemos hacer. —Amaterasu aun con todas sus heridas de batalla estaba dispuesta a luchar.

—Queremos ayudar. —El dios de la luz, el protector de las almas Amida ya no brillaba como en antaño por sus heridas, pero su intención era lo que contaba.

—Si en verdad quieren ser de ayuda, quédense aquí y corrijan el caos que provocaron los suyos —dice Kratos con frialdad, pues aun desconfiaba de los dioses de esas tierras.

—Además, esta es una travesía para redimirme por mis errores. Ustedes no tienen porqué involucrarse también... —dice Naruto.

—Muy bien, si esa es su petición entonces la cumpliremos. Después de todo, ustedes salvaron a la humanidad. Estamos eternamente agradecidos con ustedes. —La diosa Kami accede a la petición de Naruto.

—Si van a descender al mas grande de los infiernos, entonces necesitarán esto —dice Amida.

El dios se acerca a ambos y los rodea con un aura gris que al poco tiempo desaparece.

—Este hechizo los ayudará a camuflarse entre las almas de los muertos. Aunque, no puedo asegurar que los demonios de mayor jerarquía no los vean.

—Gracias, Amida-san. —Le agradece el peliblanco al dios luminoso.

—Un hechizo adecuado. Vámonos.

El dios de la guerra comenzó a juntar una especie de energía extraña que parecía no tener forma, pero de textura visiblemente liquida. La tiró al piso, y de donde cayó ese material viscoso se abrió un portal que dejaba ver del otro lado un bosque lúgubre y una gran puerta. El primero en entrar fue Kratos, el cual se aseguró de que no hubieran enemigos del otro lado.

—Suerte... la necesitarán —dice Amaterasu, pues ni siquiera ella se atreve a entrar al infierno mas grande de todos.

—Descuiden. Regresaremos todos, de veras. —El ojiazul le sonríe a la diosa para darle calma.

—¡Niño! —Kratos lo llama desde el otro lado, sacandole un pequeño susto a Naruto.

—¡Ya voy! Suerte también a ustedes.

Así se despidió el espartano y por fin entró al otro lado del portal, el cual se terminó por cerrar, dejándolos a ambos espartanos solos en ese bosque oscuro y misterioso frente a esa gran puerta. No tardó ni un minuto cuando la imponente puerta se abrió, así dejándolos pasar al otro lado.

Lo que vio el ojiazul fue algo que lo puso tenso, y es que vio como muchas almas de personas que alguna vez estuvieron vivas caían hacia la nada gritando. El panorama se extendía mas allá de la vista humana, y las almas no dejaban de caer. Miles y miles de ellos caían al abismo, como meteoritos hacia el abismo.

—Pero que destino tan cruel.

—No te dejes llevar por las apariencias, niño. Aquí todavía no comienza el verdadero sufrimiento. Todas estas almas en vida cometieron pecados, unos mas atroces que otros. Este infierno se divide en nueve círculos y este no es ni el primero.

Los dos guerreros caminaron por una oscura y cavernosa vereda que era guiada por las demás almas que lentamente caminaban hacia su eterna condena. Después de un tenso recorrido en el que Naruto intentó comunicarse de manera infructuosa con otras almas, arribaron a un puerto rudimentario, pues solo era una orilla de piedra custodiada por dos soldados del infierno con grandes lanzas oxidadas.

El Último Espartano - INơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ