Capítulo 60 - Seth

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En el momento en el que los cuatro dioses destructores hicieron acto de presencia en el campo de batalla, el ambiente se había tornado mucho mas pesado. Pero aun así la identidad de cada dios se podía distinguir perfectamente una de la otra. 

Pero en este momento, una de esas presencias ha desaparecido, siendo esta la de la única mujer del cuarteto de destrucción. Esto aligeró la carga pesada que se sentía en todo el lugar, permitiendo que los shinobis puedan pelear un poco mejor ahora.

—La puta de Morrigan ya ha sido derrotada. Se lo merecía por ser tan débil. —pensaba Ares, aun luchando contra su antiguo campeón.

—Morrigan fue asesinada. Irrelevante. Cuando todo esto termine, ¡el mundo sera consumido por el fuego! —piensa Surtur, quien pulverizaba los edificios y estructuras a su alrededor.

—Es una inútil. Ser derrotada por simple escoria humana es algo muy patético. Aunque, debo admitir que ustedes tres han superado mis expectativas. —dice Seth, el destructor de las áridas tierras egipcias, quien tiene de frente a Kaido Kyozo, Roger Fumetsu y Kaneki Uzumaki.

—Me alegra que una deidad piense eso de nosotros. Pero eso no bastará para detenernos. —dice Kaido, muy temerario él.

—No solo tus expectativas serán superadas. Aquí y ahora serás derrotado. —dice Roger.

—Un dios de la destrucción. Serás un oponente digno en ponerme a prueba. —dice Kaneki de manera arrogante.

—Jutsu Clones de Sombras. —El capitán blindado menor rompe con la tensión y ataca primero.

En ese instante aparecieron cinco clones, algo que dejó un poco anonadado al dios, quien desconocía la existencia de una habilidad de ese tipo, por lo que se preparó para enfrentar a las replicas del usuario original. Los clones lo rodearon por todos lados, dejándolo sin escapatoria, por lo que uno por uno se lanzaron al ataque para medir la fuerza y los poderes de su enemigo, quien se limitaba a esquivar a los clones por unos cuantos segundos. 

Pero no fue hasta el momento en el que el dios egipcio tocó con su mano derecha a uno de los clones, el cual pareció que su sangre fue drenada hasta dejar solo un esqueleto con la piel aun pegada a este, y desapareció en una nube de humo. Los demás clones fueron derrotados en las mismas circunstancias, secados por completo hasta que desaparecieron.

—¿Que habilidad fue esa? —Se pregunta Roger, un poco intimidado por las experiencias recibidas por sus clones.

—No lo sé. Pero tenemos que tener cuidado en que no nos toque con su mano, o seremos historia. —advierte Kaido, quien por primera vez en mucho tiempo, volvió a sentirse vulnerable.

—Grieta del Barro —habla la malévola deidad.

El dios puso la palma de su mano derecha en el piso, lo cual provocó que todo el firmamento y los edificios a los alrededores se convirtieran en polvo y arena. Los tres capitanes saltaron antes de que la arena llegara a ellos, evitando la muerte que se repitió en muchas de las fuerzas shinobis y demoníacas que fueron atrapadas por esa habilidad, la cual los secó totalmente. Curiosamente, lo que estuviera hecho de metal no fue convertido en arena. Incluso el agua de la lluvia no llegaba a tocar el suelo, pues se evaporaba a quince metros antes de llegar al piso, por lo que todo ese espacio era un pequeño desierto.

—Me dicen Seth, el dios de la destrucción y de la sequía. Cualquier cosa que entre en contacto con mi mano le será absorbida toda la humedad que tenga, sea lo que sea.—

—Este es... el poder de un dios. —dice Kaneki, estupefacto por esa mortífera habilidad.

—¿Como se supone que debamos enfrentar algo así? —dice Kaido, quien al igual que Roger, es un peleador de cuerpo a cuerpo, por lo que un enfrentamiento con el dios de la sequía sería su muerte.

El Último Espartano - IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora