Capítulo 55 - Kusagakure

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Los encargados de retomar el territorio de Jomae tardaron unos cuantos días en regresar a Suna debido a las fuertes tormentas de arena en el País del Viento. Al llegar, avisaron al Kazekage Sabaku no Gaara sobre el éxito de la misión, por lo que asignaron a una expedición de cincuenta ninjas y diez anbus a que aseguraran la aldea desolada recién tomada. Esta había sido la primer victoria realmente importante por parte de los shinobis en mucho tiempo.

Ahora nos encontramos con el equipo especial conformado por algunos de los capitanes mas fuertes. Estos eran Kaido Kyozo, Eren Jaeger, Kaneki Uzumaki y Roger Fumetsu. Ellos fueron asignados por ordenes directas de su líder en derrotar como les fuera posible al "gran duque del infierno" como le llamaban. 

La Aldea Oculta de la Hierba, mejor conocida como Kusagakure en sus mejores tiempos, es ahora los aposentos de este demonio y sus súbditos. Algo que los capitanes se dieron cuenta, es que en ese lugar siempre era de noche, pero la luna era roja y el cielo naranja, algo así como el Tsukuyomi del difunto Itachi Uchiha.

Las nubes a veces se quedaban quietas, o de repente se movían de forma errática, y también había la constante presencia de voces que murmuraban a sus alrededores cosas que ellos no entendían. Era un lugar sumamente extraño, pero decidieron no darle mucha importancia y continuaron cruzando aquellos profundos barrancos llenos de oscuridad y malas vibras. Luego de aquellos acantilados de mala muerte llegaron a la antigua Aldea de la Hierba, ya deteriorada por los años de abandono y por la presencia de las tropas demoníacas. 

Los ríos que rodeaban y cruzaban a través de la aldea hacían fluir un liquido de color negro y burbujeante que soltaba algo de vapor por su alta temperatura. Ellos cuatro cruzaban por en medio de lo que alguna vez fue la senda principal que cruzaba por la aldea, viendo siluetas oscuras con el rabillo del ojo, las cuales desaparecían al voltear a verlas. Definitivamente ellos no estaban solos en ese lugar. Escuchaban el sonido de pisadas y de objetos moverse a su alrededor, pero nada los atacaba, y esto comenzó a poner de nervios a los capitanes.

El capitán Kaneki decidió sacar cuatro de sus cadenas como símbolo de advertencia, y también lo hizo en defensa propia, acción que copiaron Eren y Roger al activar sus armaduras. Conforme mas avanzaban por esa gran calle, la presencia de llantos, de gritos y de desesperación a su alrededor se hacía mas presente. De vez en cuando aparecían espectros transparentes de gente que presuntamente vivió ahí alguna vez, y que solo los miraban fijamente para después desaparecer.

Gracias al color del cielo de fondo lograron visualizar la silueta de una gran estructura similar a un castillo, pero que no parecía estar hecho de algún material de la Tierra, sino de algo muy oscuro que ni siquiera reflejaba la luz de la luna.

—Ese debe de ser el lugar donde se resguarda nuestro enemigo —dice Kaido.

—Vayamos de prisa, este lugar no me da buena espina. —Los sentidos de Kaneki estaban a flor de piel.

—Ni que lo digas. —A Eren le recorre un leve escalofrío.

—Abrázame, amigo —dice Roger con un rostro cómico de terror.

—No te acerques a mi. Pero es extraño, nadie nos ha atacado hasta ahora, ¿por qué será? —Se pregunta Eren dejando la incógnita al aire libre.

—Tal vez no lo hagan por nuestro nivel de poder. —El capitán Kaido estaba seguro de sus habilidades.

—Apuesto a que están esperando a que hagamos el primer ataque para medir nuestra capacidad. No atacaremos a menos de que ellos lo hagan —dice Kaneki.

—No hay que separarnos por lo que mas quieran, este lugar es escalofriante —dice Roger aun asustado.

Siguieron caminando por esa larga vereda, ahora acelerando un poco mas el paso, siendo poco a poco presas de un depredador muy peligroso e invisible...  miedo. Nadie supo en que momento fue que sucedió, pero el paisaje cambió de forma radical. Lo que hace unos momentos era la calle principal de la Aldea de la Hierba, ahora era un lugar totalmente oscuro, donde estaban cada uno de ellos por su cuenta, sin nadie mas que ellos mismos y sus pensamientos. 

El Último Espartano - IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora