8. Aquí lo que importa es Henry Cavill en traje de Superman

59.7K 10K 7K
                                    


-------

8. Aquí lo que importa es Henry Cavill en traje de Superman.

«Vamos Luca, has tenido días peores», intento animarme. El último tramo del Mini Market a casa lo recorro caminando. Me pregunto qué hacer, qué más opciones tengo, en qué no he pensado. ¡Vamos! ¡No puedo dejarme vencer tan fácil! Por otro lado, dudo que esta sea una prueba de resistencia. No se trata de cuánto aguante los malos tratos de Ivanna hasta gritar «¡Ya no!», estoy seguro; se trata de vencerla, de demostrarle que no puede hacer conmigo lo que quiera. Pero, ¿cómo si mi trabajo es hacerle caso?

Hasta ahora mi único logro ha sido no rendirme, ¡no llorar!; aunque no dejo de pensar si hay un límite. ¿Cuál, en todo caso, sería ese límite?

Al llegar a casa escucho que mamá y Clarissa hablan en la cocina y subo directo a mi habitación para no tener que dar explicaciones, cada día mi semblante luce peor y me cuesta justificarlo. Dejo caer mi bandolera en mi cama y me saco sin ganas el traje Chavalier, después enciendo mi ordenador para iniciar una videollamada. Cuando me siento estúpido necesito a los otros más estúpidos que yo: Alex y Roy.  Derrotado, empiezo aclarando que el tema de conversación es Ivanna y les pongo en antecedentes.

—No te suicides —comienza Alex.

—Ni siquiera me pasa tal cosa por la mente —digo, molesto. 

—¡Pero estás llorando!

—¡Tengo los ojos irritados! —señalo la puerta de mi baño—. Acabo de lavar mi cara y se me pasó la mano con el jabón!

Alex niega con la cabeza:

—Cuando te mire golpeado no quiero escucharte decir que tropezaste con una puerta.

—¡Ivanna no me va a golpear! —aseguro,  al principio firme..., aunque no tardo en dudar. ¡Carajo, no! ¿Qué me ha hecho?—. Esto se está saliendo de control —Mi voz tiembla.

Me siento adolorido, mis manos sudan, quiero echarme a correr... ¡Siento que me asfixio...! Ansiedad. ¡Es ansiedad! Esta mujer me saca de mi zona. Solo de pensar que en dos días vuelvo a verla me estreso.

—Eso quiere —concluye Roy—: desesperarte, hacerte renunciar.

—¡No me digas! —miro a mi amigo. Tengo la cara de ambos en mi monitor, pero hablar del tema con ellos no está ayudando. En mi mente siento que aún no termino de apilar las sillas que Ivanna me ordenó apilar. Ni siquiera en mis momentos más oscuros había perdido tan rápido la esperanza.
Cansado, coloco mi cabeza entre mis manos. ¡Debo hacer que funcione! «Vamos Luca, ya resististe una semana. Puedes más»

—Porque no te puede despedir —añade Roy y otra vez levanto mi cara—. Ya lo hubiera hecho. Está tan atrapada como tú —continúa explicando. «Cierto», pienso—. Aunque tú eres la perra. 

—¡No! —me niego.

—Sí.

Roy se disculpa con un gesto y, como si fuese una película, recuerdo lo ocurrido los últimos días.

—Está bien. ¡Sí! —me rindo alcanzando mi bandolera para sacar los sándwiches que mamá me preparó desde temprano. Hoy ni siquiera comí—. Soy su perra —acepto—. Ha hecho conmigo cuanto ha querido. 

—¡Sin llorar! —me regaña Alex. Tanto él como Roy lucen desconcertados. Han tenido que aguantar mis quejas toda la semana. De poderme ayudar ya lo hubieran hecho.

—¡Que no son lágrimas! —repito volviendo a limpiar mis ojos—. Es el jabón.

—Sí..., el jabón. Marcó su territorio al no dejarte ir con la chica del Catering —añade—. Te quiere castrar, que te quede aún más claro a ti y al mundo que eres su perra, su culo, su Luca —Hago muecas al escuchar eso.

El asistente ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora