63. Oso. Parte II

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63. Oso. Parte II

IVANNA

Media hora después, con un nuevo abrazo innecesario y aclaraciones que desde mi posición no puede escuchar, Luca y Prudensa parecen dar por terminada su reunión y, ahora, mientras él regresa a la mesa conmigo, ella lo espera en la entrada del restaurante. Hago girar mis ojos con fastidio. «¿Por qué simplemente no se larga?»

Luca se sienta en la silla frente a mí de mal humor y de esa forma me mira terminar de comer mi lasaña.

—¿Tan pronto terminó la reunión? —pregunto con descarado tono inocente.

Él no contesta. Por el contrario, parece esperar que sea yo la que siga hablando.

—¿Qué? —agrego, aparentando no entender lo que sucede.

—Jefa y asistente, ¿no? —me echa en cara a modo de recordatorio segundos después. 

De vuelta volví a cruzar la línea de lo laboral.

—Tienes razón —Trato de sonar arrepentida y al instante estiro mi mano hacia él para que me entregue su teléfono—. Deja elimino todo.

—No —se niega, escondiéndolo de mi vista, y de nuevo me permito sonreír.

—Eso pensé —celebro, arqueando una ceja con orgullo. Pero Luca continua molesto.

—¿No ibas a marcar tu distancia conmigo?

—Eso fue para fastidiar a Prudensa.

—Pru —me corrige y otra vez hago girar mis ojos—. Además, ¿fastidiarla por qué? —exige saber—. ¿Por estar conmigo?

—Por sacarme la lengua. Te lo dije la otra noche —le recuerdo, molesta, y vuelvo a enterrar mi tenedor en lo que queda de lasaña.

—No puedo creer que ella demuestre mucha más madurez que tú.

¿Habla en serio?

—Sí —me burlo—. Sobre todo en lo que superar al ex se refiere.

—Ella y yo no terminamos en malos términos y pese a todo seguiremos siendo amigos.

—Ella no te quiere solo como amiga.

¿Cómo puede no darse cuenta de eso?

—Ni modo —Luca baja los codos de la mesa—. Me toca lidiar con eso en lo personal y en lo laboral —remarca y de nuevo me mira con enojo.

«Al diablo con esto». 

Cojo mi bolso, llamo al mesero y pago mi cuenta ignorando a Luca de forma deliberada, pero él parece satisfecho de que una vez más demuestre no querer tocar el tema, de que insistentemente  evada el tema. «Tengo que parar ya con esto», me digo. No obstante, a cambio desplazo mi enojo hacia otro lado; hacia Prudensa, que, con la misma actitud mojigata de siempre, todavía espera a Luca en la entrada.

No le quito los ojos de encima.  

—Ivanna, basta —dice Luca, advirtiendo que me traigo algo entre manos, pero no soy yo la que vino fastidiar la paz de otros—. Ivanna —repite con los dientes apretados, pero ya estoy haciendo mi camino hacia allá.

—Pensé que ya estarías lejos —«saludo». 

—Ah, hola Ivanna —sonríe Prudensa sin parecer molestarle el vernos frente a frente otra vez.

—¿Viste alguna de las fotos o el vídeo que le envié a Luca? —pregunto sin ambages y ella parece dudar—. Oh vamos —me cruzo de brazos—, dime que por lo menos viste de reojo algo.

El asistente ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora