47. Tequilas, besos y un indudable aliento fresco

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El capítulo de hoy está dedicado a anni22aguilar por acertar en todas las referencias del cap anterior ♥. El siguiente será para el mejor comentario.

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47. Tequilas, besos y un indudable aliento fresco.

—Por el que te partió el corazón sin razón —dice en voz alta Ivanna, alzando por encima de su cabeza el caballito de tequila.

—¡Pa' arriba! —grita la gente a su alrededor.

—Por el que dice que es diferente —ríe esta vez Ivanna, bajando a la altura de su boca la bebida.

—¡Pa' el centro! —gritan todos.

—Y por el que cree que está pendiente —termina, me mira a mí y bebe.

—¡Pa' dentro! —le corean, por último, entre aplausos.

En serio está dolida.

Sam también intenta poner a la gente del lado de Max.

—¡¿QUIÉN ES LA ESTRELLA DE ROCK?! —les pregunta, levantando el brazo de Max, que parece ya no soportar un trago más.

—¡MAX SOLATANO! —aplauden y eso da a Max la fuerza para beber un nuevo caballito.

—¡No es justo, yo ya llevaba varios tragos! —se queja con Ivanna—. ¡Y también bebí cerveza!

—Pero pesas más que yo —se defiende Ivanna, mirándolo de arriba abajo—. Y yo había bebido Whisky... y evidentemente —mira la mesa— comiste más que yo —agrega, sirviéndose otro caballito.

—No puedes permitir que gane —suplica Sam a Max.

—Ya llevo una ventaja de tres caballitos —sonríe Ivanna—. ¡CUAAATRO CON ESTE! —les echa en cara, justo antes de beber otro.

Ya dijo «cuatro» con dificultad. Y que yo, que también me siento ebrio, lo haya notado, dice mucho.

Preocupado, me acerco a ella para cuidarla. A su alrededor hay tipos con cara de esperar una primera oportunidad para propasarse.

—Por favor tráeme un café —pido a la mesera.

—Mejor otro caballito —dice ella, sonriente... coqueta.

Mi atención regresa a Ivanna.

—No, un café... Uno muy cargado.

Debo estar alerta si esta vez es ella la que beberá.

Cuando la mesera trae el café, me percato de que debajo hay otra tarjeta con su número de teléfono.

Le intereso mucho.

Lo pienso unos segundos y, en otro pequeño acto de «rebeldía», la guardo en mi bolsillo. Total, no pierdo nada guardándola.

Después doy el primer trago al café y continúo mirando la competencia. El mariachi, ya notablemente cansado, toca una vez tras otra el «El mariachi loco» desafinando constantemente.

Ya quieren irse a casa.

Me acerco a Ivanna al verla coger otro caballito. Max apenas consigue terminar el suyo.

—Jefa, ¿no crees que ya es suficiente?

—No —Ella golpea la mesa con un manotazo—. Y sí después no me puedo ni poner de pie, me llevas al baño a vomitar —indica—. Y una vez haga eso, te voy a besar —se gira hacia mí y golpea mi pecho con la uña de su dedo índice—. Te voy a besar mucho —amenaza.

El asistente ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora