49. ¿Pulgar arriba?

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49. ¿Pulgar arriba?

—¡Hace mucho que no te hago algo así! —se queja Ivanna dando otro trago al jarabe para la tos en su mano.

¿Por «hace mucho» quiere decir «un par de semanas»?

—Vi la oportunidad y no la desaproveché —sonrío—. ¿A dónde vamos ahora? ¿Una fábrica de macarrones o pasta en general? ¿De cosas con azúcar? ¿De ropa económica? ¿Qué más odias, jefa? —río a carcajadas y ella estrecha sus ojos en mi dirección.

—¿Aún están ahí los efectos del tequila?

—No. Solo bromeo.

—Que no se te haga costumbre —amenaza, prendiendo por fin el coche. Salimos de Dattel hace rato pero se detuvo a buscar urgente una farmacia.

—¿Por qué no? —pregunto aún sonriendo.

—¿Por qué no? —repite sin poder creer que me atreva a cuestionar eso.

Llevo una mano a su hombro.

—¿Dónde está tu sentido del humor, jefa?

Ella aparta mi mano.

—En este jarabe —masculla, aún enfadada.

—También opino que eso es una exageración

—¡El niño también estornudó en mi boca! —gruñe dando otro trago al jarabe—. Tú también bebe —me lo entrega—. Igualmente estabas muy enfermo hoy.

Espera una respuesta pero de nuevo dirijo hacia ella la conversación.

—Tienes que admitir que tú, precisamente tú, diciendo que los niños son hermosos, es algo divertido de oír y ver —otra vez me lanza cuchillos con la mirada—. Aunque no comprendo por qué no te gustan.

Abre con indignación su boca y cambia su mirada retadora a «¿Y todavía lo preguntas?».

—Estos, en especial, fueron afectuosos —defiendo.

—¿Tienes idea de cuántas calorías hay en cada una de esas galletas?

Me aterra la manera en la que subraya «cuántas».

—¿No? —contesto.

Decidida a demostrar su punto, Ivanna aparca a la orilla de la calle y busca la información en su teléfono.

—No puedo creer que busques eso —digo.

—¡488 calorías —deja caer su mano sobre el teléfono al confirmar la información y otra vez se gira hacia mi molesta— y yo me comí 6... —agita su mano—. ¡6!

Miro el tráfico frente a nosotros. «¿Cómo reparo esto?». Aunque al recordar algo frunzo el entrecejo.

—¿6? —de nuevo le doy mi atención a Ivanna—. Pero los niños solo te ofrecieron 5.

Ella devuelve su mirada al tráfico y otra vez pone en marcha el Maserati.

—No me cambies de tema —farfulla—; ¡yo no pedí ir a ese lugar!

Sonrío y, en son de paz, también busco información en mi teléfono.

—Según un estudio de la universidad de Montreal, una mujer gasta aproximadamente 70 calorías durante una sesión promedio de sexo —leo y cuento con mis dedos—. Si cada galleta tiene 488 calorías y te comiste 6, más o menos, debemos tener 42 sesiones para que consigas quemar todo —llevo una mano a mi pecho—. Estoy dispuesto a enmendar mi culpa si así lo prefieres, jefa.

El asistente ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora