52. En el juego llamado «vida» sigo siendo la pelota

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Dedicado a Themma (Ana Coello). ¡IDOLAAAAAAAAAAAAAAAA, GRACIAS POR TU APOYO! :') 

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52. En el juego llamado «vida» sigo siendo la pelota

Desde Isadora hasta el grupo de los invisibles, todos en el edificio parecen verme con nuevos ojos. Y por sus murmuraciones sé a qué se debe: ahora soy el hijo de la novia del dueño. De la nueva novia del dueño. Me asquea pero inevitablemente me ha hecho merecedor de más respeto.

—¿Suspendemos las apuestas? —escucho decir a Dian al llegar al quinto piso. Dian y Ruth, como es su costumbre, están reunidas frente al dispensador de agua.

—No. Hasta Rodwell está en una —contesta Ruth.

«Apuestas».

«Tal como hizo apostar a Lobo poco antes de la boda con Ivanna», me digo al recordar lo que Ivanna me platicó la noche del lunes. ¿Conmigo es el mismo juego ahora?

Con «disimulo» Ruth entrega un billete de 20 a Dian al percatarse de que llegué. No es lunes, día de reunión de ejecutivos, por tanto el grupo de los invisibles no se halla reunido completo, pero con dos de ellos es suficiente.

—Sigue sin renunciar —agregan en «voz baja» a su chismorreo.

—¿Por qué iba a hacerlo? Pronto será el hijastro del dueño.

«Así que el chófer del señor Rodwell ya puso al tanto a todos».

—Y también se acuesta con la loba. Los de intendencia aseguran que los vieron masticar la banana en el estacionamiento.

«Mentira». De todos modos, es inevitable reparar que dan por hecho que mi madre se casará con el señor Rodwell y que me sigo acostando con Ivanna. Se oyen 100% seguras. Y de lo primero entiendo por qué al terminar de cruzar el quinto piso, ser recibido por la secretaria y entrar por fin a la oficina de Rodwell. Los vi la primera vez pero ahora cobran un nuevo significado: retratos del señor Rodwell con cada una de sus esposas.

El hombre colecciona mujeres.

«Pero de mi madre no puede obtener nada», pienso. Nada... excepto yo. Ya lo platicamos con Ivanna. ¿Su bienestar, la promesa de que no le hará daño, a cambio de mi «lealtad»? ¿A cambio de entregarle a Ivanna? Sin importar, sin dar por sentado algo aún, Ivanna quiere que escuche lo que Rodwell tiene para proponer.

Cuando me acerco a su escritorio, ya al tanto de que me encuentro aquí, él continúa entretenido en el teléfono. Me dirige una seña con su mano para que lo espere. Digo, ¿tengo alternativa? Mientras él habla de deportes con un amigo, continúo cuestionando cada cosa que observo. Rodwell no me dio buena espina desde que llegué, eso ni dudarlo.

—Luca —saluda una vez cuelga el teléfono.

—Señor Rodwell.

—Dime Lionel —insiste. Es lo mismo desde que lo conocí.

—Suena mejor que «papá» —Ya está. Con eso dejo claro que sigo enfadado.

—Comprendo que estés molesto —Él se escucha «paciente»—. Pero tu madre me aseguró que no aceptarías el trabajo de asistente de saber que salimos.

¿Debería sorprenderme? En su momento los dos me aseguraron que se trataba de un favor de un amigo a una amiga.

—¿Ella sabe que me puso a espiar a Ivanna?

El asistente ©Where stories live. Discover now