39. Nunca antes había...

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Tengo conflictos con esta entrada porque no sé si dejarla como parte del capítulo anterior o del que sigue. Por ello, tomando en cuenta que esto a fin de cuentas es un borrador, la publico por separado para ,más adelante, cuando la historia sea publicada de manera formal, entonces tomar la decisión. Por lo mismo disculpen si lo sienten corto, pero igual sé que les gustará 7u7

Dato curioso que les vale madre pero que igualmente comentaré: El asistente transcurre en 2015 porque ese año la comencé a escribir. Nació antes de la trilogía Secretos y Papeles y Max & Suhail. Entonces, ¿por qué la empecé a subir hasta el 2018? Ya lo he comentado con algunos de ustedes. Tenía miedo. La historia se presta para incluir contenido erótico y me preocupaba el qué dirán; sin embargo, con el tiempo me dije «A ver, si escribes a un personaje como Ivanna, en primer lugar de lo primero que debes deshacerte es del miedo a la opinión de la gente». Total, las mujeres también sabemos y podemos.

De cualquier manera, de antemano le pido perdón a mis sobrinas, mis amigas, a los miembros del curso de cocina al cual me inscribí pero nunca asistí...

A seño Rosita (mi maestra del kinder)

A don Julio, el señor de la tienda. 

A Tony Stark.

Al cap.

A mis lectores... Ah no, a ellas/os les gusta.

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39. Nunca antes había...

Ivanna regresa al agua sujetando una botella de lubricante en una mano y la de tequila en la otra. No se ha sentado del todo cuando tiro de ella para volver a besarla.

—Paciencia, saltamontes, que no estoy hecha de goma —dice, impulsándose hacia atrás para tomar asiento en el borde del jacuzzi. Con eso mi cara tiene fácil acceso a su entrepierna. Y rápido me aproximo dispuesto a recorrerla, pero ella me detiene—. No —dice—. Hoy con esto —me entrega el lubricante—. Es aprueba de agua.

—Que experta, jefa —digo, abriéndolo.

—Ahora no me hagas explicarte cuál es el agujero de mi vagina y cuál el de mi culo.

—¿Es necesario? —pregunto, dejando caer el gel sobre las yemas de mis dedos.

—Hoy sí —contesta y me apresuro a verla. Ella solo bebe de la botella de tequilla sin dejar de sonreír.

Contrario a la orden inicial, antes de comenzar a untar el lubricante, aproximo mi boca a su entrada y lentamente la recorro con mi lengua. Al terminar la vuelvo a mirar. Ella continúa sonriendo. Después llevo mis dedos a sus pliegues y la palpo como si estos fueran pinceles.

Cuando termino ella me hace ponerme de pie y entregarle de vuelta el lubricante. No obstante, cuando pienso que pondrá el gel en sus manos, deja caer parte del contenido sobre sus pechos y me pide acercarme.

Dios mío.

Como no cambiamos de artista o álbum, en la laptop suena Feel de Robbie Williams.

Echo mi cabeza hacia atrás al mismo tiempo que Robbie canta I just want to feel real love, feel the home that I live in; because I got too much life
running through my veins, going to waste.

Ella me aprisiona en su escote sin dejar de verme. Para Ivanna no es un problema dar ese tipo de atención. No tiene una pizca de vergüenza. Y es oportuno que aún esté lleno de estrellas porque me siento en el séptimo cielo.

Cuando estamos listos los dos volvemos al agua. Ahora la mitad de las estrellas que intentó pegar en mi cuerpo flotan sobre la espuma o se adhieren a ella.

Es tan bella que embriaga. Es tan apasionada que incendia. Además de agua, somos sal, temperatura y deseo.

Soy incapaz de apartar mis manos de su cuerpo, pronto estoy por completo anclado a ella y no hay quejas. A este punto es claro que ambos lo necesitamos.

—Como si buscaras petróleo dentro —dice vivaz, rodeando con fuerza mis caderas y empiezo a moverme.

El agua dentro del jacuzzi se mece en ondas; hacer el amor en el agua es como bailar donde las olas del mar golpean.

Y a ella le gusta duro y memorable.

Alcanza la botella de tequila y, dándome un beso de lengua, nos deja caer un cuarto del contenido encima. No puedo dejar de verla. No quiero dejar de verla. Me gusta ver su cara de placer cuando la lleno. Me gusta dejar de ser un niño para ella.

Antes de llegar los dos a la cumbre, nos separa y se gira a modo de darme la espalda; después apoya sus manos en el borde del jacuzzi, se impulsa hacia arriba casi saliendo completa del agua y con un gesto de sus labios me indica volver a coger el lubricante.

—Vas a untar esto en mi trasero —pide.

No sé qué balbuceo que al instante pregunta:

—¿Lo has hecho alguna vez así?

—No —Paso una mano sobre mi cara.

—Tu primera vez —Lo dice como si me retara.

Eso parece.

Abro el lubricante y de nuevo lo esparzo sobre mis dedos.

¿Lo pintará como un reto? Bien. Lo acepto.

Si mi jefa quiere que le unte lubricante en el trasero, le untaré lubricante en el trasero.

Desde mi posición la miro ladear su cabeza hacia un lado al sentirme y enseguida sonreír, indicador de que lo hago bien.

—Lástima que ya no hay estrellas en el cartón —digo viendo otra vez a la mayoría adheridas a su cuerpo, mi cuerpo y la espuma.

—Las vas a ver en otro lado —asegura ella sin titubeos.

Después me unto yo de lubricante.

Me pongo de pie con ella todavía apoyada en el borde del jacuzzi; sin embargo, cuando la quiero tomar por la cintura, devuelve una de mis manos a sus pliegues más íntimos y otra a sus pechos. Después deja caer su cabeza sobre mi hombro.

Nunca antes había hecho estriptis. Nunca antes había hecho el amor en el agua. Nunca antes la había tomado de esta manera.

Y nunca antes, y Robbie en su canción lo grita, había estado tan excitado y mojado al mismo tiempo.

And I need to feel real love

And a life ever after

I cannot give it up.


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Luego de mi testamento inicial solo me queda añadir: ;)

Igual cada estrella (voto) es un aplauso.

I just want to feel! ↓


El asistente ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora