19. No quiero escucharte

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«No, gracias, quiero esperar a Magnus... Ah... El doctor Bane.»

Magnus se había congelado en su lugar. Literalmente no hizo o dijo nada. Simplemente se quedó mirando a aquel ángel que aparentemente no era tan silencioso.

Y, bueno, wow.

Su voz era realmente acorde a la persona que él pensaba era Alec, un hermoso e inocente ángel.

Pensaba. Eso había creído durante todo este tiempo. Hacía más de dos meses había conocido a este hermoso ojiazul que se veía tan nervioso y perdido. Sus ojos azules tan abiertos mientras se centraban en Magnus, las mejillas ruborizadas y no había dicho absolutamente nada.

Y Magnus había pensado: Eres tan hermoso que realmente no necesitas palabras para demostrarlo.

Más de dos meses en un silencio de mentiras.

Magnus parpadeó, mirando al chico también inmóvil, Alec estaba retorciendo sus manos sobre su vientre, obviamente nervioso.

—Magnus, yo...

Magnus se rió. No pudo evitarlo.

Él nunca creyó enamorarse de alguien mudo. Si era completamente honesto, simplemente no creyó que él llegaría a enamorarse. Fin.

Pero cuando cierras los ojos e intentas imaginar la escena perfecta, hay siempre ciertos estereotipos. Para la gran mayoría, un hombre y una mujer porque eso es lo "normal".

Aunque esa era la etiqueta que Magnus más odiaba. "Normal". Absurdo.

Y aun así, incluso quienes odian esa norma y esa etiqueta se dejan llevar por ella, cuando cierras los ojos ya sea que rompas ese primer estereotipo de "normalidad" sigues con otros: una persona "normal". Nunca te imaginas a alguien ciego, sordo, mudo, alguien en silla de ruedas, alguien sin un pie o una mano...

Simplemente no lo haces.

Y aun así, ¿por qué no?  Cuando el amor llega, cuando realmente tu alma y tu corazón es afín al de esa persona, si el género no importa, ¿por qué el físico sí?

A Magnus nunca le habría importado que su alma gemela fuera hombre o mujer; castaño, rubio, pelinegro; ojos grandes, chicos, verdes, azules, marrones...; gordo, flaco, alto, chaparro...

No importaba mientras hiciera saltar su corazón y sus labios curvarse con sólo verlo. Y ese era Alexander Lightwood. Desde el primer día lo sacó de una aburrida rutina en su trabajo, trajo brillo real al brillo que él siempre usaba buscando esa chispa que faltaba en su vida y encontró en esos hermosos ojos azules. Había hecho que sus latidos se aceleraran, su estómago lleno de mariposas, no podía dejar de sonreír.

Dicen que cuando conoces a la persona correcta simplemente lo sabes. Basta un segundo. Magnus lo supo ese día y entonces realmente no le importaba nunca escuchar la voz de ese ángel, ni siquiera había intentado imaginarse cómo sería o preguntar a Alec si había nacido mudo o fue algún accidente.

¡Porque no le importaba, maldita sea! Era él y no su voz lo que quería.

—Magnus, p-por favor —Alec dio un paso hacia él. Una de sus manos extendidas—. P-uedo e-explicar-te...

Magnus volvió a reírse. Sonaba un poco histérico. Lo sabía.

No le importó y resulta que nunca hubo impedimentos. Ahora su nombre estaba en esa voz hermosa que no creyó posible escuchar nunca.

Magnus retrocedió, negando.

—Aprendí lenguaje de señas. Por ti.

—Magnus —los ojos de Alec brillaban con lágrimas no derramadas, su mano temblaba.

Magnus no dejó de negar.

—¿Qué está pasando? —Catarina no entendía nada. Claro, sabía del chico que traía loco a su amigo, por el que aprendió lenguaje de señas. Y sabía de su lindo paciente embarazado. Pero no que eran el mismo.

—Magnus, yo...

Magnus se detuvo y su expresión hizo lo mismo con Alec. Él simplemente no podía, no con esto, no ahora.

—Tuviste dos meses para hacerlo. Ahora no quiero escucharte.

Se interrumpió con una risa por la ironía de esas palabras, después siguió:

—Señor Lightwood, le presento a la doctora Loss, ella está tan preparada como yo.

Y Alec sintió que su corazón se rompía.

—Me tengo que retirar. No me siento bien. Lo estoy transfiriendo con ella. El expediente está en mi escritorio, doctora.

Magnus dio media vuelta y salió sin mirar atrás. Sus manos temblaban, su corazón se sentía roto, realmente dolía, físicamente dolía, su estómago en nudos, igual que su garganta, limpió furioso la primera lágrima, pero a ésta siguieron otra y otra.

Se había burlado de él.

¿Por qué?

Magnus sintió que podía vomitar.

* * *

Catarina miró sin entender y sin saber cómo ayudar cuando Alec comenzó a llorar, realmente llorar.

—Lo perdí —fue lo único que ella comprendió que decía.

—Cariño, no le hace bien al bebé. No entiendo qué pasó, pero respira.

"¡No puedo!" balbuceó Alec entre sollozos.







* * *

Ay 💔💔😭 Magnus se fue

Espero lo entiendan. Por supuesto Alec merece que escuche su explicación, pero pónganse en el lugar de Magnus, fueron dos meses viviendo engañado 🙈

¿Qué creen que pasará ahora?

El silencio del amor (Malec Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora