25. No más silencios (Tuyos tampoco)

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—Cuando te encontré, no sabía lo que estaba encontrando –dijo Alec–. Las palabras sobre cosas que son hermosas y preciosas para mí no vienen fácilmente. Lo sabes. Me conoces mejor que nadie.
(Queen of air and darkness)

* * *

«—También me enamoré de ti.»

Y hablando de silencios... Magnus se quedó en uno bastante largo después de escuchar ese mensaje de voz la primera vez –porque tuvo que repetirlo varias veces para estar seguro que no había escuchado mal, que no lo había imaginado–.

Alec había hablado con Magnus antes, en el consultorio, y su voz no vaciló hasta el último momento, pero no lo había mirado, sus ojos habían estado fijos en el piso mientras explicaba el "Mutismo selectivo", y ahora, aunque no estaban frente a frente, Magnus sabía, reconocía la importancia de lo que Alec había dicho. Y, sobre todo, del hecho de que lo hizo con su voz y no con simples letras.

Era un sueño esta confesión de Alec, el haberlo encontrado en esta vida, el que Alec lo correspondiera, y Magnus simplemente no pudo encontrar palabra alguna para responder.

* * *


Alec lo había dicho, literalmente dicho, "También me enamoré de ti", y Magnus no respondió.

Él había esperado nervioso, emocionado y esperanzado –porque Magnus tal vez, con suerte, todavía sentía lo mismo– y, a la vez, con miedo –porque también podría ser que le dijera que la oportunidad que ambos tuvieron ya no existía–.

Y no había sucedido nada.

Cuando pasaron alrededor de quince minutos se puso de pie y guardó el móvil en su bolsillo, frotó suavemente su vientre antes de encaminarse hacia la salida de la Clínica. —Al menos no fue un "No" –le dijo a su vientre.

Simplemente no había respondido.

Sí, era decepcionante. Porque Alec había puesto su corazón en esa frase, pero no había sido un "Yo no".

Y, además, no podía esperar que Magnus volviera a ser como antes –dulce, cariñoso, amoroso, tan expresivo– cuando todavía no habían decidido qué pasaría entre ellos, si había una posibilidad o no. Sólo había sido el comienzo –de lo que Alec esperaba, no importa cuánto tardaran en lograrlo, fuera– de una reconciliación.

—Vamos a casa –susurró al Peque. Incluso si no se sentía como tal. Amaba a su familia, de verdad lo hacía, pero no se sentía como su propio hogar; sí, había crecido ahí y había un cúmulo de recuerdos, no todos grises, pero no se sentía como lo que Alec esperaba de un hogar, de algo propio. Propio, tal vez esa era la palabra, no abandonar a su familia, él nunca lo haría, siempre vería por ellos, pero quería algo propio, un hogar sólo suyo... Y de Magnus, si él quería... Y del Peque, si había una posibilidad de tenerlo.  Un hogar suyo, su propia familia.

¿Quién diría que aquel chico que hace poco más de tres meses no reunía el coraje para entrar y preguntar por el alquiler de vientres, hoy comenzaba a amar a ese bebé dentro de él y anhelaba una familia propia?

Alec negó y sonrió, metió sus manos en los bolsillos de sus pantalones porque el resto del mundo no sabía que él estaba embarazado. Sí, ya se notaba un poco lo abultado, pero con la ropa que él usaba no era muy evidente. Así que, al menos en público, no podía ir frotando su vientre y hablando "Solo".

—Pero tienes que saber también me enamoré de ti –susurró una última vez.

Y no voy a rendirme, pensó mientras caminaba hasta una parada, no voy a seguir en silencio sólo porque Magnus no sabe qué decir ahora, cómo salir de él. Sólo porque está acostumbrado. El silencio fue el que provocó esta grieta entre él y yo. Sólo hay que hablar para cruzarla. Será difícil, pero no imposible.

El silencio del amor (Malec Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora