37. Hacer el amor

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Y porque aprendí de la manera más difícil que la vida es demasiado corta. Las cosas no deben dejarse sin decir.
(N.R.W)

* * *

Todavía de la mano, ellos entraron a la casa de los Lightwood.

Magnus ya había estado ahí, pero en esa ocasión no tuvo realmente tiempo de observar con atención a su alrededor, su mundo se había centrado en Alec, en asegurarse que estaba bien.

La mano de Alec se aflojó un poco en la suya y las comisuras de sus labios cayeron mientras lo veía mirar a su alrededor. Él no se avergonzaba de su familia ni ocultaría a nadie su origen. Alec alzaría su rostro –con la frente en alto, como dicen–, sin avergonzarse, porque no tenía razones para hacerlo. Sí, él no había tenido la fortuna de nacer en "cuna de oro", sus padres trabajaban hasta el cansancio y eso no era suficiente, pero tenían amor y luchaban día a día, nunca se rindieron. No se negaron a adoptar a Jace cuando se quedó sin familia, ni consideraron no tener a Max cuando ocurrió un embarazo inesperado. Así que Alec simplemente esperó a que Magnus hablara.

Magnus miró el pequeño espacio, había una sala pequeña y los sofás parecían viejos, como esos que han durado una generación o incluso dos, había una pequeña televisión que no era moderna ni enorme como en otros hogares, desde aquí podía verse la cocina que parecía ser a su vez comedor también. No había adornos caros ni muchos muebles, sólo algunas fotografías familiares y fue eso lo que hizo temblar los labios de Magnus en una sonrisa.

Nadie debería sufrir por dinero al grado de morir de hambre lentamente, pero ellos tenían amor y no una existencia vacía como muchas personas que se ahogaban en su riqueza.

Si sólo hubiera un equilibro mejor en el mundo.

Alec bajó la mirada, avergonzado, cuando lo vio sonreír. Magnus no se estaba burlando, ¿cierto? Él y sus padres hacían lo que podían, ya no pasaban hambre, sus ropas aunque viejas no les dejaban indefensos ante el frío, pero todavía no era suficiente para otros "lujos".

Entonces Magnus, sin siquiera notar la pena de Alec, tomó su barbilla y, sólo porque lo sintió, dejó un beso suave en sus labios.

Alec lo miró sorprendido, sus ojos muy abiertos,  y así, con ese simple gesto, las mariposas revolotearon de nuevo y su piel hormigueaba, su sangre ardía. Quería a Magnus cerca, más cerca.

Ellos se miraron y Magnus parecía leer en su mirada, parecía entenderlo sin necesidad de palabras. Así como cuando llegas a conocer a alguien tanto que puedes leerlo "entre líneas", Magnus leía en sus silencios, los entendía, los escuchaba.

Alec acarició su rostro, poniéndose de puntitas de nuevo para que sus miradas quedaran al mismo nivel. —Lo siento –las palabras seguían sin ser fáciles y las disculpas nunca lo eran, pero cuando todo venía del corazón ayudaba un poco–, y-yo...lo s-siento.

Magnus dejo ambas manos entonces en sus caderas, sosteniéndolo con cuidados, sus dedos rozando su vientre. —Cuando alguien comete un error y se disculpa de corazón, basta con hacerlo una vez, Alexander. Y cuando el otro perdona de verdad, no necesita que se lo repitan cada día. Eso no sería realmente perdonar. No vamos a olvidar nunca lo que sucedió, nuestro inicio, lo bueno y lo malo, la confusión que se dio, sé que no era tu intención mentirme ni hacerme sentir mal, sé que es un problema real en tu vida, sumado a otros –no dijo cuáles, pero ambos lo sabían–, no lo vamos a olvidar, pero hay que dar vuelta a la página y seguir escribiendo, corazón. Tenemos que superar ese bache. Los dos. Yo tampoco soy perfecto. Deja de disculparte, vamos a continuar sin hablar –ambos sonrieron ante la palabra– más de ello, no tu problemas, sino la confusión. Quiero que esto funcione y para eso debes seguir tú también, debes querer hacerlo, dar los siguientes pasos conmigo.

¿Cómo podía Magnus decir que no era perfecto?

Alec asintió, sus cuerpos tan juntos como su vientre abultado se los permitía, el claro recordatorio de la conversación que eventualmente tendrían que tener. Su nariz acarició un lado del cuello de Magnus. —Te necesito.

Era una necesidad incluso más que sólo física. El sentir al otro, conectar, aun cuando era a través del cuerpo, conectar... ¿las almas? ¿los corazones? ¿las mentes?

Todo.

Alec, con su rostro comenzando a calentarse, dejó un beso donde antes había tocado su nariz. La piel suave de Magnus.

Magnus medio suspiró, medio gimió.

No era sexo. Las relaciones reales, aunque incluyen sexo y es importante, no deben centrarse ni depender de ello. Era algo más.

—¿Tu habitación?

Y siempre hay un momento correcto para dar ese paso. Ellos, aunque enamorados, sabían que tenían mucho que superar antes de dar ese paso.

Alec bajó a sus pies de nuevo, sus ojos azules un poco nublados de deseo, oscuros cielos tormentosos que hicieron a Magnus sonreír y dejar un beso en la comisura de uno de ellos.

Las mariposas en el estómago de Alec enloquecieron entonces, sólo con ese gesto.

Él también iba sonriendo mientras subían a su habitación. Sus manos entrelazadas juntas y apretadas con fuerza.

Entraron.

La puerta se cerró tras ellos.

Se miraron.

Miraron hacia la cama.

Pero fue hacia el otro a donde se movieron.

Se besaron lentamente, muy lentamente, y en ningún momento hablaron. No hizo falta. Se entendían sin palabras, siempre lo hicieron.

Las manos de Magnus volvieron a colarse bajo las prendas. Sus dedos deslizándose de sus costados a su espalda. Explorando un territorio nuevo donde quería habitar por siempre.

Con un suspiro, sin aliento, se separaron.

Magnus no se detuvo y Alec no le pidió hacerlo.

El abrigo cayó pesadamente, dejando la figura real de Alec a la vista.

Magnus retiró también el viejo suéter que usaba debajo. Beso su hombro pálido en el proceso.

Sus manos siguieron el camino de sus costados, terminando en el redondeado vientre.

Beso la clavícula de Alec, mientras sus manos frotaban suavemente su vientre.

Ambos miraron hacia abajo. Sus manos grandes cubriéndolo. Sus manos con piel acaramelada que contrastaba con la suya pálida. Sus manos que...se veían tan bien ahí.

Alec sabía que no era su hijo y, en cierto modo, era un cuerpo "prestado". Recuperaría el suyo dentro de unos meses. Pero eso no le impidió amar la sensación de las manos de Magnus ahí.

Magnus lo sabía también, lo entendía, debían hablarlo, pero lo cierto es que aquí y ahora éste era Alexander Lightwood, éste era su cuerpo, éste –incluso si el Peque no era su hijo– era su estado, éste era el hombre del que estaba enamorado, por Dios, y quería que lo sintiera: amado y aceptado. Tal cual era.

Los dedos de Magnus nunca dejaron de acariciar suavemente, ni siquiera cuando sus labios dejaron varios besos en esa parte de su cuerpo. Precisamente ahí, en su abultado vientre.

Alec sintió su corazón hincharse y sus ojos llenos de lágrimas. Y si eso no para el resto del mundo no era también hacer el amor, es que nunca los han amado de verdad.








* * *

Lo siento si esperaban una escena sexual 😅

¿Qué les ha parecido el capítulo?

Saben que no siempre me gusta incluirlas y, además, como dije, ellos no están en ese momento de la relación. Todavía se están perdonando, todavía tienen mucho que hablar, conocerse más, ayudarse ambos, etc. Realmente amarse, no sin contacto físico, sin necesitarse, pero no precisamente con sexo.

¿Cómo les va pareciendo el desarrollo de la historia? ¿No se ha estancado, perdido el sentido o algo?

El silencio del amor (Malec Mpreg)Where stories live. Discover now