38. Esto es la vida real

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Alec estaba sentado en la cama, con sus piernas cruzadas y encogidas, sus manos en los hombros de Magnus para sostenerse y sus ojos cerrados.

Las manos de Magnus estaban sobre su vientre. Tan suaves, cálidas y confortantes sobre su piel desnuda.

El Peque se estaba moviendo.

Y tal vez fue por eso que Alec comenzó a hablar. Todavía sin abrir los ojos, sintiendo la humedad en ellos, lo dijo: —Mi familia se moría de hambre.

Las manos de Magnus se congelaron en sus costados un momento antes de seguir. Lo sintió acercarse más a él, como si supiera que lo necesitaba, hasta que sus rodillas se tocaron.

Alec habló a través del nudo de su garganta. Magnus obviamente debía saber que había alquilado su vientre por dinero y definitivamente sabía que su familia tenía problemas, pero nunca la había contado todo: —Literalmente moríamos de hambre. ¿Puedes imaginar que no haya ni siquiera media docena de huevos para toda una familia? Somos seis. Mis padres, Izzy, Jace, el pequeño Max y yo. ¿Puedes imaginarlo, Magnus? Y eso era para todo el día. Mis padres trabajan todo lo que pueden, pero no es suficiente. Nunca era suficiente.

«Y cuando era niño no lo notaba. Que ellos se quedaban sin comer días para darnos a Izzy y a mí. Que cuando Jace llegó no comían el almuerzo que les daban en su trabajo, sino que lo traían a casa. Que papá comenzó a ofrecer su comida a mamá de repente, cuando antes ellos compartían. Que mamá estaba embarazada. No fue hasta que crecí y lo entendí. No es cuestión de ser ricos o pobres, Magnus, yo nunca he pedido mucho, pero recuerdo cerrar mis ojos y pensar "Dios, si realmente existes, que esto sea un sueño, que al despertar, haya comida para todos".

Alec se detuvo con una risa. Sus mejillas estaban llenas de lágrimas.

Y de repente Magnus ya no estaba en la misma posición. De repente sus piernas lo envolvían y sus brazos también. Y Alec se estremeció en el abrazo.

—¿Te imaginas? No pedía más que comida. ¿Por qué el mundo tiene que ser tan cruel, Magnus? ¿Por qué mientras unos tienen más de lo que podrían gastar en diez vidas, otros morimos de hambre?

—Lo siento –Magnus lo susurró, casi temiendo interrumpirlo y que Alec dejara de hablar. Él sabía lo mucho que le costaba.

—Y aun así, ellos nunca dejaron de hacer hasta lo imposible para no dejarnos a nosotros sin comer, nunca consideraron siquiera que trabajáramos, han hecho todo lo que está a su alcance para que podamos estudiar y buscar una vida mejor.

—Alexander... –quería decirle que no tenían que hacer esto ahora, que no le hacía bien, que no era necesario.

—Y simplemente no podía seguir así, Magnus. Verlos y no hacer nada. Ya soy un adulto. He buscado trabajo, pero siempre piden título y experiencia. Y yo todavía no termino la universidad, si esperaba más, incluso después de graduarme... Nada me aseguraba un trabajo. Ya no podía, Magnus. Si tú los vieras, se ven cada día más cansados y delgados, aparentan más edad de la que realmente tienen. No podía, Magnus. Por eso lo hice –sus manos se metieron entre ellos, cubriendo su vientre.

—No te estoy juzgando, Alexander. Es muy noble de tu parte, el sólo hecho de prestarte para esto, de darle la posibilidad a una familia de tener un hijo, prestar tu cuerpo para que en un futuro más hombres puedan embarazarse... Nunca podría juzgarte. Y sabiendo tus razones. Alexander, tu familia debe saberlo.

Alec negó. No podía hablar.

—Cariño –las manos de Magnus frotaban su espalda, su abdomen estaba contra el vientre de Alec, el rostro de éste contra su hombro. Y este era el contacto físico que Alec necesitaba; no sexo, sino amor–, tienes que decirles. Ellos van a entender, ellos te quieren y tal vez hasta ahora lo has podido ocultar, pero no mucho más. Son más de cuatro meses ya, Alexander. Pronto ni con abrigos podrás cubrirlo. Y necesitas el apoyo de ellos, sus cuidados cuando el embarazo esté más avanzado.

—No p-puedo... Me da... Me da... ¿Qué van a decir? ¿Qué van a pensar?

Magnus se echó para atrás entonces. Sus cuerpos todavía en contacto mientras tomaba el rostro de Alec entre sus manos, su corazón dolió cuando vio su rostro enrojecido y húmedo y sus ojos todavía llenos de lágrimas, como cielos rotos.

—Van a pensar que tienen el mejor hijo y hermano. Que eres una gran persona, Alexander, de esas que ya casi no hay en el mundo. Que tu corazón es tan noble que no pensaste sólo en lo mejor para ti. Que has sacrificado tu vida y tu cuerpo por ellos. Tu corazón.

Alec volvió a llorar. —No me arrepiento. Ellos están mejor y te conocí. Magnus, lo siento tanto...

—No empecemos otra vez. El pasado importa sólo por una razón: porque nos trajo hasta este momento. Sólo por eso. Y ya estamos aquí, no sirve para nada mirar atrás. Te quiero y espero que sigamos juntos mucho tiempo más, aunque cueste, aunque haya montones que momentos difíciles. La vida nunca es fácil, Alexander, y yo quiero complicárnosla juntos. Porque juntos pesa menos. Me tienes aquí. Yo también tendré malos días, pero te tendré a ti. Juntos vamos a aprender.

Alec lo besó. Uno de esos besos descuidados, torpes, húmedos y salados que realmente saben a corazón, que son perfectos porque se dan desde el corazón, desde el alma.

—¿C-corazón? –Alec se dio cuenta entonces de lo que había dicho Magnus. Empeñó su cuerpo y su corazón por su familia. Y creía que no se refería a él, sino a...–. Lo sabes, ¿verdad?

—Recuéstate y descansa, cariño. Cuando despiertes, estaré aquí.

Magnus intentó moverlos a ambos para recostarse juntos.

Alec se resistió en un primer momento, pero al final lo dejó. Realmente estaba agotado y no recordaba la última vez que durmió tranquilo. Sabía que si Magnus estaba aquí, lo haría.

Se recostaron frente a frente, mirándose, mientras sus respiraciones y corazones se iban calmando. Cada uno tenía un brazo rodeando la cintura del otro. Alec sentía el abdomen firme de Magnus contra su vientre, terminó ocultando su rostro en su cuello. Se sentía seguro y en paz.

—¿Lo sabes? –repitió. "¿Sabes que lo quiero aunque no sea mío?"–. ¿Podemos hacer algo?

Magnus lo apretó tanto como pudo sin lastimarlo. Lo sintió relajarse en su brazos y él mismo cerró sus ojos.

—Lo sé, amor. Lo siento. Siento la vida que te ha tocado vivir.

"No sé. No sé si podemos hacer algo. Porque la vida no es un cuento de hadas, no para nosotros...

...aunque podemos intentarlo".

Pero, ¿era una buena idea?








* * *

Este capítulo me dolió 😭😭😭 lloro, me llegó el sentir de Alec, su sufrimiento y preocupación por su familia y la situación que viven 💔💔

Y esa última parte, con Magnus diciendo que empeñó su corazón porque sabe que está amando al Peque de un modo que no debería 😞

El silencio del amor (Malec Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora