51. Necesito hasta tus silencios

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Sólo quédate en silencio cinco minutos
Acaríciame un momento, ven junto a mí
Te daré el último beso, el más profundo 🎶



«Nuestro bebé usará lo que quiera sin seguir los absurdos estereotipos de género…»


Hacía días de eso y Alec seguía sin poder borrar su enorme sonrisa.

No era el hecho de que para Magnus los colores no tenían género. Eso lo entendía por completo, tenía sentido que Magnus pensará así, y era verdad, ¿por qué un niño no podría usar rosa? ¿o una niña azul?

Era lo otro lo que tenía a Alec, a mitad de una clase sobre la que ni siquiera sabría decir de qué trataba, mordiendo el interior de su mejilla para intentar contenerse. Uno de sus pies se movía sin control y su estómago estaba lleno de mariposas. Dios, quería ponerse de pie y gritar su felicidad y muy probablemente bailotear.

¡Nuestro!

Magnus había dicho “Nuestro hijo”.

Magnus no sólo no lo abandonó al saber de su embarazo, del vientre alquilado, de su mutismo selectivo, sino que parecía corresponder el amor de Alec y además, de ser posible, quería que adoptaran al Peque.

La sonrisa finalmente fue inevitable de ocultar. Incluso olvidó su necesidad de esconder su embarazo y frotó suavemente su vientre… Se había sentido tan bien cuando Magnus acarició los costados de éste, marcando perfectamente la forma redondeada de sus seis meses de embarazo, y le devolvió el beso; y mucho mejor sentirse libre. Ahí, en la tienda, en el área de maternidad, se había sentido libre por fin, sin necesidad de esconderse.



«“Lo siento” Magnus le había dicho sin aliento cuando se separaron, aun cuando fue Alec quien lo había besado en primer lugar. Pero cuando intentó separarse, Alec aferró su mano y no se lo permitió, el resto de las compras las hicieron así, sin soltarse, como una pareja común y corriente.

Y Alec nunca se había sentido tan bien, tan ligero, tan… Incluso las palabras salían fácilmente, en ningún momento se trabó o hubo un nudo en su garganta; sólo palabras que querían llegar hasta Magnus.

“¿Qué?” Magnus lo había mirado raro, aunque con una sonrisa, cuando Alec se perdió la explicación de por qué deberían comprarle al Peque un mameluco azul que lo haría parecer un 'dulce arándano' y acarició con ternura un lado del rostro de Magnus. Alec había negado, el comienzo de un rubor floreciendo en sus mejillas. La verdad era que él seguía pensando en un bebé con ojos como los de Magnus: verde dorado.

Quizá algún día, se dijo, en algún momento futuro. Cuando su relación fuera más estable, cuando el Peque fue mayor, cuando Alec se hubiera graduado y tuviera un trabajo y no se sintiera con la necesidad de esconderse…tal vez entonces podrían tener un bebé propio.»



Alec volvió a la realidad cuando sintió una mirada intensa sobre él: era Ronald.

Sintió un escalofrío y la urgencia de cubrirse más, aun cuando seguía usando abrigo y ponía su mochila frente a él, pero inesperadamente su odioso y homofóbico compañero sólo lo saludo con una pequeño asentimiento.

Alec sonrió tímidamente en respuesta e intentó relajarse. Quizá Ronald había decidido dejar de ser estúpido, quizá ya no volvería a molestarlo. Y Alec sólo tenía que aguantar tres meses más, después de eso ya no tendría ningún secreto que ocultar ni caminaría con miedo de salir herido y afectar al Peque.

Después de lo que se sintió como una eternidad, la clase por fin terminó. Y, aunque era apenas después de medio día, era la última. Así que Alec podría ir a casa de Magnus y descansar. Porque realmente lo necesitaba, ya no podía más y pensar que decían que el último trimestre del embarazo era el más cansado…

Al menos él tenía a Magnus, Alec pensó con una sonrisa mientras esperaba a que todos sus compañeros y el profesor salieran para evitar cualquier encuentro no deseado.

Frotó suavemente su vientre mientras se ponía de pie. Dios, le dolían la espalda y la cadera. Alec gimió e hizo una mueca, pero entonces el Peque se movió y la mueca se convirtió en una sonrisa. Después de todo y completamente inesperado, el apoyo económico para su familia fue sólo un plus, resulta que alquilar su vientre lo había llevado a su destino y fue su camino hacia la felicidad.

—Sólo tres meses más, Peque —Alec acarició su vientre antes de salir. Tres meses más, sin peticiones, y el Peque sería suyo y de Magnus. Su pequeña familia.

Él no vio al chico que había estado espiándolo y se dio vuelta, justo cuando Alec salía, ocultando su rostro.

* * *

Magnus tuvo un merecido descanso entre pacientes. Lo habían llamado desde la madrugada para que atendiera un parto de emergencia y desde entonces no habían parado de llegar. Se sentó con un suspiro exagerado en una mesa de la cafetería y miró su celular para ver si había mensajes de su ángel silencioso.

Alec no había sido tan silencioso últimamente, pensó con una sonrisa.

Pensó en mandarle él un mensaje para recordarle los planes del día siguiente: habían acordado que, después de su ecografía de los seis meses, irían a hablar con la familia de Alec. Ya era tiempo, no podían posponerlo más.

“No tienes que volver con ellos si no quieres —le había dicho Magnus—, puedes seguir conmigo ya que sepan la verdad, pero es importante eso. Contárselos ya, Alexander. Son seis meses. Tienen que saberlo y estar preparados para lo que sea que venga.”

Alec había hecho un puchero –que Magnus besó con gusto–, pero al final estuvo de acuerdo.

Pero finalmente se decidió por una llamada. Realmente necesitaba oír su voz, aunque fuera sólo una palabra. Su corazón, su alma, lo necesitaba. Incluso su silencio, su respiración al otro lado de la línea, lo haría feliz.

Pero su sonrisa se esfumó cuando el teléfono de Alec sonó tres, cuatro, cinco, seis veces y mandó a buzón… Y después otra vez… Y otra…

Quizá estaba siendo exagerado, pensó Magnus ya poniéndose de pie, pero si Alec no respondía está última llamada…iría a buscarlo a la Universidad.

Tenía un mal presentimiento.






* * *

Ay, ¿qué piensan que ha pasado con Alec? 🙈

¡Se vienen los momentos más intensos de la historia! ¿Listos?

El silencio del amor (Malec Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora