56. Sálvalo

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Cuando estaba a medio paso de caer, mis silencios se encontraron con tu voz 🎶




Magnus nunca, de verdad nunca, había sentido tanto miedo en su vida.

Era un médico y, como tal, sabía que debía mantener su mente fría, no dejar que su corazón entrara en juego porque eso era arriesgado, pero era su Alexander, por Dios, Alec y el Peque y Magnus no podía hacer nada para calmar sus miedos ni presionar lo suficiente contra sus ojos para detener las lágrimas que se acumulaban.

—¿Está bien, doctor? —el paramédico, cuyo nombre Magnus no sabía y no le importaba mientras hiciera bien su trabajo, preguntó.
Magnus apartó la mirada y asintió. Aclaró su garganta antes de preguntar: —¿Hay más información?

El chico negó. —Sólo la edad, que es estudiante y tiene un embarazo avanzado, aparentemente tropezó por las escaleras y…

Magnus dejó de escuchar, el zumbido de su corazón lo ensordecía. No podía hacer esto, ¿cómo iba a decírselo a los padres de Alec, a sus hermanos?

¿Qué iba a decirle a Alec si algo le pasaba al Peque?

¿Qué iba a ser de su vida si algo le sucedía a Alec?

Apenas notó cuando la ambulancia se detuvo. Sus piernas temblaban cuando saltó y sus manos no estaban mejor. “Cálmate, cálmate, cálmate…” se ordenó mientras corrían, gritando y alejando a adolescentes curiosos.

“Cálmate, Alexander no puede verte así. Tienes que estar tranquilo, decirle que todo va a estar bien…”

Y entonces Magnus tropezó, literalmente tropezó, cuando vio a Alec inmóvil, pálido, inconsciente, con sangre bajo su cuerpo.

Sintió su propio corazón estremecerse cuando uno de los paramédicos lo ayudó a levantarse mientras silbaba. —Sí. Esto no se ve bien. Es peor de lo que pensábamos…

Magnus se perdió lo demás cuando escuchó un roto: —Yo no quería, yo no quería… —y reconoció el cabello rubio del hermano de Alec, que ahora estaba hablando con un oficial.

Magnus presionó con fuerza sus manos y se obligó a ir hacia Alec. Tenían que revisar los signos vitales y parar la hemorragia. —Ve a hablar con ellos —le pidió a uno de los chicos, señalando a Jace y al oficial.

—Por favor, mi amor, por favor —susurró, con miedo, mientras se acercaba al pecho de Alec.

—¿Perdón? —el paramédico preguntó.

Magnus respiró aliviado. —Late, débil pero late. Tenemos que darnos prisa para saber si el Peq…el bebé sigue… —un nudo en su garganta— vivo.

El chico ayudó a Magnus a estabilizar a Alec para ponerlo en la camilla. Sólo un momento después llegó su compañero: —Parece que es el hermano menor, adoptivo —les informó mientras ayudaba también—, no quería asustarlo, pero estaban demasiado cerca de las escaleras y…bueno… Un mal paso, literalmente —el hombre se rio brevemente de su pésima bromeando.

—¿Accidente? —Magnus preguntó, sus manos en el vientre de Alec, mirando de reojo a Jace que seguía diciendo que él no había querido hacerlo, “Yo sólo quería hablar con él, disculparme, pedirle perdón, yo no quería que cayera” y había comenzado a llorar, no quería pensar mal de un niño pero después de cómo trataba a Alec…

—Eso parece. De cualquier manera están revisando las cámaras de seguridad… ¿Está listo ya, doctor Bane? Tenemos que darnos prisa, ha perdido mucha sangre, pasó ya demasiado tiempo inconsciente y el embarazo está muy avanzado… Si no llegamos a tiempo, podemos perderlos a ambos...

Magnus asintió, dejó una caricia suave en el costado de Alec, “Cuida a papá y no nos dejes, Peque”, y comenzaron a avanzar.

Fue en la ambulancia, de camino a la Clínica, cuando los ojos de Alec se abrieron un momento, enrojecidos, enormes, asustados. Estaba desorientado, manoteó tratando de alcanzar su vientre, de quitarse la máscara de oxígeno… Las manos de Magnus lo detuvieron y Alec lo miró, perdido, hasta que éste le dijo “Soy yo, soy yo, Alexander. Estoy contigo, vas a estar bien, van a estar bien”.

Lágrimas resbalaron por las mejillas de Alec. —Sálvalo —su voz fue rasposa, sólo un susurro roto y Magnus sintió que se moría él cuando la máquina comenzó a sonar.

El paramédico más joven gritó algún código de emergencia mientras bajaban corriendo de la ambulancia.

Catarina esperaba, con una pareja madura que vestía oscuros trajes elegantes. La mujer se quitó las gafas cuando los vio acercarse: —¿Cómo está mi bebé?

Y Magnus tuvo un momento de confusión porque ella –aunque debía tener una edad aproximada, de una diferente clase social obviamente– no era Maryse.

Y entonces… —Usted dijo que el joven estaba sano —el hombre comenzó, quejándose— y que faltaban aproximadamente dos meses para el nacimiento.

—¡Bran! —ella lo amonestó, escandalizada.

—No empieces, Brenda —el hombre la calló molesto—, estamos pagando demasiado por un varón sano. Espero, por el bien de su empresa, que el bebé nazca bien y cumplan con lo que prometieron.

Magnus quería golpearlo. Le costó todo su autocontrol no detenerse y hacerlo.

Tenía que salvar a Alec y al Peque. “A los dos, Alexander, a los dos. No te atrevas a dejarme”.

Ya después lidiarían con los demás.

Ya después lucharían por su hijo: el pequeño ser que ellos ya amaban y no la mercancía por la que esta pareja estaba pagando.

—¡Contacta a su familia! —le gritó a Catarina, de paso.

Y quizá era cobarde de su parte no hacerlo él mismo, pero no podía mirarlos a los ojos y decirles que les falló; que por su culpa, porque no estuvo a su lado, Alec y su hijo estaban entre la vida y la muerte.








* * *

Alec y el Peque 😭😭😭

Este no fue tan largo como el anterior, pero no quise hacerlo esperar más 🙈💔

Esa pareja 😒

¿Y qué piensan de Jace? 🙊

El silencio del amor (Malec Mpreg)Where stories live. Discover now