42. Sólo dormir...juntos

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El amor no se manifiesta con el deseo de acostarse con alguien, sino en el deseo de dormir junto a alguien.
(Milan Kundera)



Magnus había ido por Alec en cuanto terminó su turno.

Alec se había ido a la Universidad después de su cita médica, con una sonrisa que no podía borrar ni siquiera cuando escuchó algunos cuchicheos a su paso y hubo risitas tras él.

Era feliz. Sentía que podía respirar un poco mejor, las sombras que habían estado sobre él los últimos días se estaban esfumando. Y era por Magnus.

¿Estaba mal decir que aunque extrañaba a su familia, era la ausencia de Magnus lo que lo había tenido mal estos últimos días viviendo solo?

Ronald, su maldito compañero, incluso se había burlado: —El invierno ya pasó, Alexander, ¿por qué sigues vistiendo como un anciano con esos abrigos largos, oscuros y aburridos? Por eso no tienes novia, amigo.

Alec había hecho una mueca y se había alejado de él cuando sus manos se acercaron a sus prendas, bastaba un sólo toque para que Ronald notara la razón por la cual seguía usando abrigos.

¿Cuánto tiempo más podría ocultar su embarazo? ¿Un mes? ¿Semanas? ¿Días?

Cinco meses. Alec había frotado distraídamente su vientre –oculto dentro de su abrigo y tras su mochila– durante las clases.

Al menos ya casi no había náuseas. Y ya no había mareos.

Sólo hambre y sueño.

Y antojos. Antojos que no siempre podía cumplirse él mismo.

Alec estaba por irse —¡Feliz porque Magnus iría por él más tarde!– cuando Traicy, la trabajadora social, lo llamó a su oficina. "¿Estás bien de salud, Alec?" había preguntado, mirándolo extraño de arriba a abajo, obviamente había escuchado ya comentarios sobre él.

Alec había mordido sus labios, nervioso, lucho contra el impulso de cubrir su vientre. Y punto estuvo de confesarle la verdad –o al menos la parte importante: que estaba embarazado–, pero al final se arrepintió. Negó. —No, es sólo que tengo frío. Soy...muy friolento... Lo siento...

Ella no parecía muy convencida, pero después de darle una tarjeta con su número –"Llama si necesitas cualquier cosa, aunque no sea horario escolar"– lo dejó ir.

Y aun así Alec no había podido dejar de sonreír. Para cuando el atardecer llegó y Magnus también, sus mejillas ya dolían. Su estómago daba vueltas, vuelto loco, mariposas tal vez o el Peque feliz, había como burbujas explotando y subiendo hasta su pecho, era cálido, se sentía bien.

—¿Listos? –Magnus había preguntado y, como si realmente entendiera, ese plural hizo que el Peque se moviera.

Alec había asentido. Ya tenía sus maletas hechas. Y la sonrisa de Magnus lo hizo querer lanzarse a abrazarlo y besarlo hasta quedarse sin aliento.

Extrañaba eso. Los abrazos; las caricias sutiles de Magnus sobre sus hombros, su cuello, sus mejillas; las palabras dulces entre susurros; las notitas y los mensajes cuando era su "Ángel silencioso"...

—Todavía eres mi ángel –la voz de Magnus, su aliento, sus labios cerca de su oído lo hicieron estremecer. Aparentemente pensó en voz alta. Magnus dejó una caricia rápida en su mejilla–. Y sigues siendo un poco silencioso...

Antes de que Alec pudiera responder, o aferrarse a él, Magnus había pasado a la oficina de la encargada para informar de su traslado. No hubo preguntas ni objeciones, era el doctor Bane y bastaba su palabra.

* * *

Y ahora estaba Alec, en la habitación de invitados, terminando de desempacar. Se quejó con un suspiro y se sentó en la cama. Le dolían los pies después de un día pesado, sus piernas ardían y se sentían débiles, como si no fueran a sostenerlo mucho más. Estaba considerando muy seriamente sólo arrastrarse bajo las cobijas e irse a dormir cuando alguien –Magnus– tocó la puerta y después entró llevando una bandeja con pan, fruta y otros alimentos.

La boca de Alec se hizo agua y su estómago gruñó. Podía sentir su cara arder y aun así extendió sus manos ansioso. No se había dado cuenta que también tenía tanta hambre.

Magnus se rió y le ofreció un trozo de pan. Lo llevó directamente hasta su boca. Habló mientras un Alec ruborizado, con migas y granos de azúcar en los labios, devoraba.

Era hermoso.

—Y a esto me refería. Por eso no puedes estar solo. Necesitas cuidados, alguien que se preocupe por ti.

Alec simplemente asintió, las palabras no pronunciadas –"Sólo te necesito a ti"– mientras seguía comiendo.

Magnus terminó de desempacar lo último mientras él cenaba. Sacó su pijama –o lo que Alec usaba como pijama, ropa vieja y floja que era cómoda y se ajustaba a su nuevo cuerpo– y le preparó la cama. Prácticamente arrastró a un Alec adormilado al baño para que lavara sus dientes.

—No, no, jovencito, nada de dormir así –Magnus había dicho mientras Alec refunfuñaba "Sólo por hoy".

Cuando Alec estuvo en su perfecta ropa para dormir –que Magnus miró con una sonrisa y una mirada indescifrable, demorándose en su abultado vientre un rato más de lo necesario, haciéndole preguntarse qué estaría pensando mientras lo veía– y bajo las cobijas, tomó la mano de Magnus antes de que pidiera irse.

—¿Te quedarías? –se había arrastrado a un lado con cuidado, dejándole espacio–. Sólo hasta que me duerma, por favor.

No quería sexo. No necesitaba eso. Quería cariño, un cuerpo junto al suyo, así como el Peque se acostumbraba al latido de su corazón, Alec quería escuchar el de Magnus hasta quedarse dormido, sabiendo que estaba a salvo, que podía dormir tranquilo y soñar con él seguro de que cuando despertara ahí seguiría.

—Por favor.

Sólo dormir juntos.

Magnus se recostó sobre las cobijas, pero dejó un suave beso en sus labios. Uno de sus brazos bajo su cabeza y su otra mano sobre el vientre de Alec –¿Y debería sentirse tan bien?, ambos se preguntaron–.

—¿Quieres que te cuente un cuento, mi ángel?

Alec negó. No quería un cuento de hadas para dormir. —Cuéntame una historia real. Déjame dormir con tu voz, Magnus, háblame de ti...y de mí. De nosotros.

Magnus se acercó más, sus labios sobre el hombro de Alec. —Te quiero.

Alec puso su mano sobre la de Magnus, el peso perfecto sobre su vientre. Esto era lo que necesitaba, lo que quería. ¿Podía tenerlo, como...para siempre?

—También te quiero, aunque no siempre sepa decirlo.







* * *

Hey, ¿qué tal? 🙆
Espero ya actualizar más seguido ahora que varias historias ya han terminado, gracias por ser pacientes y no abandonar la historia ❤

¿No aman momentos así entre ellos? 😍

¿Qué creen que piensa Magnus cuando ve a Alec y no dice nada? 🙈

También los invito a leer una que comencé: Shadows 😻

El silencio del amor (Malec Mpreg)Место, где живут истории. Откройте их для себя