47. Aunque sea difícil, pero contigo

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Magnus me hace feliz. No me importa si es difícil.
(Red scrolls of magic)


[Nota 1: van a amar Red scrolls of magic 😭❤ ¡Es tan perfecto!

Nota 2: Antes de leer el capítulo, díganme qué creen, ¿Malec se queda con el Peque o no?]



«Entonces si eso es lo que entendiste, sí, quiero que, si no hay peticiones todavía, tú y yo adoptemos al Peque...»

Alec se separó de Magnus y del beso cuando necesitó respirar, sus mejillas húmedas, sus ojos brillantes por las lágrimas, sus labios hinchados y enrojecidos por el beso.

Sus pulgares acariciaron las mejillas de Magnus con ternura. Se sentía tan bien estar así, rodeado de Magnus, sintiéndolo por todas partes, no sólo donde sus cuerpos se tocaban o donde Magnus tenía sus manos sobre él, también en su interior, estaba seguro que lo sentía en su corazón que latía tranquilo, incluso el Peque debía sentirlo. 

Los ojos de Alec se fijaron en los de Magnus, verde dorado, tan únicos, y de repente sus mejillas ardieron y cubrió su rostro con una de sus manos, la otra todavía sobre el de Magnus.

Magnus alzó una ceja y sus labios se torcieron en una sonrisa. Eso era muy Alec, pero, ¿cuál había sido la razón?

Tomó esa mano con la que intentaba ocultarse y la besó, lo que provocó que lentamente esos ojos de cielo se abrieran de nuevo.

—¿Qué pasa ahora, cariño?

Alec sentía un nudo en la garganta que le impedía decirlo. Tardó demasiado, pero Magnus nunca lo presionó, espero pacientemente, sabía que su mutismo selectivo tardaría en superarse por completo, además esto debía ser importante.

Oh, y lo era. Él casi se cae del sofá cuando Alec lo dijo:

—El día que se hizo el procedimiento...me preguntaron si prefería un niño o una niña, aunque obviamente no sería mi hijo y mi opinión ni siquiera debía importar... —hizo un puchero y sus ojos tristes hicieron que Magnus confirmara que había hecho lo correcto; quería decirte que ya no tenía que sentirse mal, que el Peque estaría con ellos, que quizá no sería fácil, pero lo lograrían, pero sabía que no podía hacerlo, no todavía.

Alec suspiró cuando Magnus lo abrazó un poco más fuerte y besó las comisuras de sus labios hasta que se movieron a una pequeña sonrisa, acarició su mejilla y aunque las propias ardían, lo dijo mirándolo a los ojos, sus dedos subiendo bajo uno de ellos: —Yo dije que un niño, obviamente, y... Eh... Sé que no es mío, lo juro, que no debía imaginármelo ni nada porque no es mi hijo y, como te he dicho, yo ni siquiera quería ser padre, pero cerré los ojos e imaginé...

—Sería hermoso si se pareciera a ti, Alexander —Magnus se adelantó, creyendo que eso iba a decir—, con tu cabello tan oscuro y tu piel pálida y perfecta, tus ojos azules que pareciera que estás mirando hacia el cielo en el momento perfecto... —se calló cuando Alec negó, mordiendo su labio inferior—. ¿No? ¿No qué? Tus ojos sí son azules...

Alec volvió a negar y lo dijo tan rápido y tan bajo que Magnus casi creyó que había escuchado mal: —Yo lo imaginé con tus ojos.

Magnus sintió como si lo hubieran empujado, mientras se miraba en el reflejo de los de Alec. No pudo evitar imaginárselo él también, así como imaginaba a un hermoso bebé ojiazul de piel cremosa y cabellos rebeldes y oscuros como la noche... —Oh, cariño.

El silencio del amor (Malec Mpreg)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum