33. Soñar despierto

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Alec quería extender su mano y entrelazar sus dedos con los de Magnus, pero estaban en la Clínica, era el lugar de trabajo de Magnus, ¿sería correcto hacer eso?

Magnus sonrió y, como si leyera sus pensamientos, no sólo entrelazó sus manos, sino que pasó su brazo por los hombros de Alec y lo acercó a él mientras caminaban al consultorio de Catarina.

—Quiero que sepas que, aunque me sentí traicionado, aunque estaba molesto, aunque intenté alejarme de ti, te quiero, nunca dejé de sentir por ti esto. ¿Me crees?

Alec volteó a mirarlo, perdido en esos ojos verde dorado. Llevó su mano para acariciar el rostro de Magnus. Asintió. Porque le creía, sabía que Magnus todavía lo quería, él lo sentía.

—Lo siento si en ocasiones parezco frío contigo de repente, te juro que no es porque te quiera menos, ni quiero que te contentas o estés inseguro conmigo. Entiendo tu problema, Alexander, y voy a estar aquí con una palabra tuya o dos o cien o con silencios. Y no te guardo rencor ni estoy intentando vengarme. A pesar de lo que te digo, yo también a veces extraño nuestro comienzo. El problema es que...

Alec lo detuvo en ese momento. Se habían detenido completamente en el pasillo. Él se puso de puntitas, debido a su vientre, para poder acercarse más a Magnus, para poder abrazarlo, para poder ocultar su rostro en su hombro y hablar desde ahí: —Yo entiendo.

Y lo hacía. Sabía que Magnus nunca sería capaz de hacer eso, de ser así de rencoroso, de hacerlo sentir mal debido a un error del pasado. Si Magnus le dijo que seguirían adelante, que podían superarlo, era cierto.

Pero era difícil. Alec también lo sabía, lo sentía.

—Te juro que lo intento –Alec habló desde su escondite en el hombro de Magnus–, te amo, de verdad lo hago –se quedó sin aliento después de haberlo dicho, casi esperando que Magnus dijera que no le creía. Cuando Magnus no lo hizo, él suspiró y siguió: —Pero es difícil, yo quisiera poder hablar contigo...

Magnus tenía sus manos en las caderas de Alec, sosteniéndolo para que no se cansara. —Ese no es el problema, cariño, no es tu silencio el que me molesta, Alexander. No lo fue que fueras mudo, no lo es que tengas un leve problema de mutismo selectivo. Yo podría vivir contigo en silencio, no me importaría. A tu ritmo está bien.

—¿Entonces? –Alec se echó para atrás, buscando el rostro de Magnus, sus ojos.

Magnus se encogió de hombros, sin soltarlo. —Es difícil olvidar.

—No quiero que olvides –Alec le dijo muy seguro, con el ceño fruncido. Y no lo quería, ni siquiera él lo haría si pusiera, incluso los malos días ya formaban parte de ellos, de su historia.

—Ni yo quiero olvidar –los pulgares de Magnus se movieron hacia su vientre. Alec se retorció un poco por lo inesperado del gesto y después sonrió mientras un leve rubor cubría sus mejillas. Magnus sonrió también entonces–. Simplemente vamos a seguir, un día a la vez, ¿está bien?

Alec asintió y se estiró para otro beso. Dios, él amaba besarlo. Amaba el sabor dulce de Magnus, la sensación suave de los labios sobre los suyos, la caricia de su lengua tentativa siempre, gentil, y los dedos siempre sobre la piel de Alec, sosteniéndolo en cada beso...

—Tanto como es dulce esto y me encanta –dijo una voz, justo después del abrir de una puerta–, tengo otros pacientes, Magnus. ¿Podrías dejar a Alexander ya e irte a hacer tu propio trabajo?

Alec regreso a su lugar con un puchero. No había llegado a besarlo.

Alec bajó la mirada avergonzado por el regaño de la doctora Loss, así que no llegó a verlo. Y Catarina nunca lo había visto antes, pero siempre hay una primera vez: ¡Magnus Bane ruborizado!

—No tengo ningún paciente en este momento –dijo, su mano buscando la de Alec–. Yo vengo aquí como... Ah... –Alec lo miró y le sonrió tímidamente–. Como pareja de Alexander –dijo, por fin. Y se sintió tan bien.

Y la sonrisa de Alec era enorme.

—Oh –Catarina se sorprendió. Entendería si Magnus quisiera acompañar a su novio por un hijo de ambos o un embarazo deseado de Alec, pero este era sólo un alquiler de vientre, era el bebé de alguna otra familia.

—¿Hay algún problema en que acompañe a mi novio? –Magnus preguntó, tal vez un poco a la defensiva.

Catarina negó y les hizo un gesto para entrar.

Después fue todo mucho silencio. Alec ya conocía el procedimiento, se recostó en la camilla y se acomodó. Catarina permitió que fuera Magnus quien descubriera su vientre para que ella pudiera poner el gel y después frotarlo con aquel aparato que les permitiría ver al bebé.

Era un silencio tenso que, irónicamente, Alec rompió cuando la imagen del bebé apareció en la pantalla. Ya tenía una forma más definida. ¡Y era hermoso!

Su mano presionó con fuerza la de Magnus. Magnus volteó a mirarlo con una sonrisa, pero los ojos de Alec estaban fijos en el monitor, sus propios labios en una sonrisa llena de orgullo. —¿No es hermoso el Peque? –preguntó, su pulgar acariciando inconscientemente la mano de Magnus–. Míralo. Ya es enorme. Con razón puedo sentirlo –este era uno de esos momentos en que estaba tan emocionado que podría hablar horas frente a él sin darse cuenta. Magnus lo sabía.

Se inclinó para dejar un beso en su sien. —Y vas a sentirlo cada vez más desde ahora.

Alec giró su rostro después del beso. El de Magnus todavía no se retiraba, así que quedaron a sólo centímetros. Los ojos azules de Alec enormes y fijos en Magnus. Y de repente deseó que fuera de ambos, ¿no sería hermoso el Peque con esos ojos verde dorado? ¿no sería hermoso si realmente fuera su hijo?

Alec podía sentir sus ojos llenarse de lágrimas.

—S-sabes que no te uso, ¿verdad? –preguntó en lugar de confesar sus deseos, lo que soñaba despierto–. No estoy contigo por tu dinero o...

Magnus frunció el ceño. Obviamente sin saber a qué se refería Alec porque no había escuchado su conversación con Camille.

—Lo sé.

Catarina sólo los miró en silencio, no queriendo interrumpirlos aunque esta conversación deberían tenerla en otro momento.

—Es porque te quiero –dijo Alec. "Estoy contigo porque te quiero".

—Y yo a ti –Magnus le dijo. Entonces el Peque se movió. Catarina lo vio en la pantalla mientras que Alec lo sintió en su vientre y Magnus lo supo por su sonrisa. Ellos lo dijeron a la vez: —El Peque.

Catarina gimió internamente y se recordó ver si ya había peticiones para el bebé que Alec llevaba en su vientre.

Esto era un desastre.








* * *

Cat ya se dio cuenta 🙈

¿Hay algo que les gustaría leer en esta historia? Alguna escena especial o lo que sea... Si es posible, lo haré ❤

Gracias por leer y seguimos el maratón 🙌

El silencio del amor (Malec Mpreg)Where stories live. Discover now