40. Mudanza

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«No quiero ocultarme más, no puedo ocultarme más. Ya no puedo Magnus, pero... Pero no puedo solo...»

Alec se miró al espejo, sus ojos azules brillantes y claros, como cielos despejados, sus mejillas ruborizadas y sus labios tirando en una sonrisa inevitable, y recordó...


«Recordó las manos de Magnus en sus caderas y sus labios contra su vientre, el beso suave antes de que lo preguntara: —¿Qué quieres hacer?

Sus mirada vagó por su propio reflejo, centrándose un momento en su vientre, el abrigo lo cubría un poco, pero Alec sabía lo que había debajo de todas esas capas de ropa: el Peque, su vientre abultado con la mitad de su embarazo.

—No puedo ocultarme más –le había dicho a Magnus–, me está volviendo loco y me pone triste hacerlo, pero no sé si estoy listo para confesarlo. Y sé que tienes razón, no puedo sólo, no con más de cuatro meses de embarazo, pronto serán cinco, después seis... Hasta que ya no pueda más, no puedo seguir así, aquí...

Magnus había esperado pacientemente, escuchando el parloteo aparentemente sin sentido de Alec, las frases y pensamientos a medias, los suspiros entrecortados y finalmente la pregunta: —¿Todavía podría mudarme? Me hablaste de estos "Hogares" de apoyo para quienes alquilamos nuestros vientres...

Magnus había estado obviamente sorprendido y Alec sabía que no lo juzgaba, pero no había podido evitar preguntarlo: —¿Quieres dejar a tu familia?

Alec había negado, sus manos sobre las de Magnus cuando éste hizo un amago de moverse, de separarse de él. —¿Sólo hasta que el Peque nazca? –había hecho una mueca, incluso él dándose cuenta que para eso faltaban meses–. O hasta encontrar la forma para decírselos. Eso.»

Miró, volviendo al presente, las maletas en el centro de su cama. Ya listas.

"Una especie de internado", les había dicho a sus padres cuando preguntaron, "es por la beca. Sólo unas semanas".

Porque unas semanas debían ser suficientes para encontrar el valor y las palabras para explicárselos, ¿cierto?

Además, a los cinco o seis meses, su embarazo ya sería casi imposible de ocultar. Sólo necesitaba despejar su mente unos días y encontraría la forma de explicar a su familia que no había beca, que el dinero venía del alquiler de su vientre, que estaba embarazado, pero no era su hijo.

—Y aun así te quiero –Alec lo dijo, cerrando sus ojos un momento para no llorar, su mano acariciando su vientre–. ¿Me quieres también aunque no sea tu padre, Peque? ¿Podrías quererme?

El Peque se movió un poco.

Alec todavía estaba sonriendo cuando la puerta se abrió.

—El doctor sexy llegó –Izzy le dijo, son una enorme sonrisa. Ella había insistido en quedarse para ayudarlo–. Dime la verdad, Alec, a mí puedes decírmelo...

Alec sintió como su boca se secaba y su corazón acelerarse. ¿Ella sospechaba algo más?

—...te vas con él, ¿verdad?

Y Alec casi se rió del alivio que sintió.

—No hay ningún internado. Te vas a vivir con él y no volverás, ¿cierto? –su hermanita parecía a punto de llorar–. No te culpo, Alec. Tendrás tu propia familia pronto, es entendible que quieras irte con él...

Alec suspiró y caminó hacia ella. Abrazándola con fuerza, sus ojos llenos de lágrimas también cuando Isabelle lo abrazó de igual manera. Deseo poder decirle todo, confesarle lo del vientre alquilado, que el Peque no era suyo ni Magnus el padre. Pero no podía y, de cualquier manera, no sabía si era correcto hacerlo.

—No seas tonta, no los estoy dejando. Es cierto que son sólo unas semanas. Prometo que cuando regrese, hablaré contigo y con los demás, voy a explicarles todo y...

—¿Qué vas a explicar? –la pregunta de Jace los hizo saltar a ambos.

Isabelle se movió un poco para cubrir a Alec mientras ajustaba su abrigo y cubría mejor su vientre.

—¿Qué haces aquí, Jace? Tienes clases.

Jace se encogió de hombros, haciendo una mueca. Había estado molesto desde que Alec les dio la noticia, parecía no entender la diferencia entre "Internado" e "Intercambio". Por alguna razón, todavía pensaba que Alec se iba a vivir al extranjero un tiempo.

—Si nos das dinero no entiendo por qué debo seguir estudiando...

Alec hizo una mueca. Y era por esto que no sabía cómo decírselos o cómo lo tomarían.

Izzy gruñó y le dijo a Jace, señalando las maletas: —Mejor ayuda y cállate. Y después tú y yo volveremos a la escuela –eso último lo dijo sólo para que Alec estuviera más tranquilo.

—¿Por qué no ayuda el chico que espera allá abajo? ¿Es otro estudiante, a Alec, o es un amigo? ¿Por qué lo llevas a él y no a mí...?

Alec dejó de escuchar y le permitió a sus hermamos ayudar con sus maletas, porque sabía que no debía cargar cosas pesadas y mucho menos bajarlas por las escaleras.

—Voy a llamar todos los días, dejé un móvil para mis padres, y seguiré dejando el dinero suficiente para lo que necesiten –puso énfasis en la última palabra, lo que provocó una mueca de Jace–, espero que se porten bien. Hablaremos cuando regrese.

Izzy lo había abrazado de nuevo, pero no se había retirado cuando Jace –de mala gana– se acercó también, porque si abrazaba directamente a Alec podía sentir su vientre.

—Los quiero –Alec había dicho, antes de subir al auto de Magnus. Y era sincero, no importa lo inmaduro que fuera Jace, era su hermano y lo quería.

—¿Todo bien? –Magnus preguntó, apretando su mano, sabiendo que no podía besarlo hasta que se alejaran lo suficiente.

Alec le dio una sonrisa triste. —Tanto como puede estarlo.

Magnus se inclinó hacia él, cuando se detuvieron en un semáforo en rojo, apoyando su frente en el hombro de Alec. —Lo siento. Quisiera que todo fuera más fácil para ti. ¿Estás seguro que no quieres reconsiderarlo?

Alec pasó su brazo alrededor de Magnus, abrazándolo, atrayéndolo, deseando poder mantenerse así para siempre, sentirse querido y apoyado.

No sabía qué decir.

Magnus le había ofrecido su casa. No era mudarse a vivir como pareja, ambos lo sabían, era muy pronto, no era el momento, tenían mucho que aclarar, una relación por madurar, mucho por decir, una confianza que reparar. Era sólo que Magnus no quería dejar a Alec sólo en una de esas casas de apoyo. Sabía que eran confiables, había personal capacitado, pero aun así...

La luz cambió a verde y Alec todavía no sabía qué decir.

¿Quería vivir con él, aunque fuera en estas circunstancias?

Sí. Absolutamente sí.

¿Debería aceptar?

¿Sabría diferenciar la situación, entender las razones?

¿Podría su corazón no ilusionarse y él no acostumbrarse, no desear –otra vez– algo que no podía tener?

Y esa era la cuestión.

—Sí.

¿Sí qué?

¿Sí estaba seguro o sí quería aceptar la sugerencia de Magnus?









* * *

¿Qué opinan ustedes de todo esto? 🙈

El silencio del amor (Malec Mpreg)Where stories live. Discover now