50. Sándalo

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—Hueles increíble —susurró Alec—. ¿Por qué… por qué siempre hueles increíble?
—Em —murmuró Magnus, encantado, pero luchando contra el sueño—. Es sándalo, creo.
—Es genial —susurró Alec—. Ven y abrázame. Te quiero junto a mí.
(Red scrolls of magic)


Magnus arrastró sutilmente su índice por la mejilla encendida de Alec mientras pasaba al lado suyo.

Habría querido apretarlo con fuerza en un abrazo y besarlo hasta quedarse sin aliento, correr sus manos por los costados de Alec, sentir su piel suave erizarse y calentarse al contacto, el movimiento en su vientre y el aliento entrecortado de Alec mientras sus manos nerviosas buscaban donde tocar a Magnus, las mejillas encendidas y sus labios entreabiertos...

Magnus sintió su estómago de mariposas y fue su turno de ruborizarse ante sus pensamientos. Sus manos temblaron cuando tomó un pequeño trajecito color rosa. Su voz era ronca cuando dijo: —Sigues tenso y pensativo, cari... Alexander —no quería hacerlo sentir incómodo, así que no terminó ese "Cariño".

Alec suspiró e intentó dejar de enfurruñarse. Su mirada seguía clavada en el piso y, de cualquier manera, era demasiado despistado para darse cuenta –aunque lo viera– de las señales que Magnus le mandaba, de lo obvio que era que él también estaba afectado por lo sucedido esta mañana.

Sus labios temblaron, igual que sus manos... Había querido tanto tomar la de Magnus mientras caminaban desde el estacionamiento. Entrelazar sus dedos y sentirse parte de él. Amaba como sus dedos –y sus cuerpos, aunque no hicieran el amor– encajaban perfectamente. Dejar que Magnus lo envolviera con su brazo, su calor; que lo hiciera sentir protegido...

Suspiró, porque no podía hacer eso. No en público.

Dio un paso, un poco a ciegas, para tomar un pequeño pantalón para recién nacidos. Más para tener sus temblorosas manos y su mente errante ocupadas que porque le gustara el modelo que tenía cerca, pero iba tan distraído que tropezó con sus propios pies.

Sus ojos se abrieron con pánico, sus manos volaron hacia su vientre, una rasgando las pequeñas prendas cerca de él, su corazón acelerado...

¡No, no, no. El Peque, su bebé no!

* * *

Pero al instante Magnus estuvo ahí, sus brazos fuertes sosteniéndolo y ese cuerpo tan familiar contra el suyo.

El corazón de Alec se volvió loco de alivio. Y después con algo más, los recordó en esta misma posición en la ducha, con el agua caliente cayendo sobre ellos cuando Magnus cambió los planes y dejó la bañera a un lado y los llevó juntos, su cuerpos demasiado juntos, bajo la regadera. Lo sostuvo en todo momento, piel contra piel; lo bañó con ternura, masajeó su cabello con su shampoo que lo dejó oliendo como a él, pasó la esponja suave por cada centímetro de su cuerpo y después su mano fuerte y grande se detuvo en su cadera desnuda antes de bajar más..

“Te deseo mucho, Alexander, pero quiero cuidarte, cuidarlos. Quiero hacerte el amor, lo juro, y lo haremos cuando sea el momento, corazón.”

Y eso no impidió que su mano lo ayudara a liberarse y hiciera tocar el cielo.

Alec respiraba entrecortado de nuevo, como entonces, aunque por diferentes razones. Se aferró al cuerpo de Magnus, sus manos se clavaron en sus costados. Enterró su rostro el el hueco de su cuello e inhaló. Aunque en teoría era el mismo aroma, era diferente en Magnus.

—G-Gracias —todo él temblaba.

Magnus besó su sien. Sus labios suaves. Lo apretó con fuerza, su corazón también acelerado. —Ten más cuidado, amor.

Alec sintió su cuerpo tensarse por la palabra dicha en público, aunque fuera en un susurro. Pero al instante se relajó. Le gustó cómo se escuchaba, cómo se sentía. Se echó un poco para atrás, para poder ver el rostro de Magnus.

Magnus miró esos ojos azules: el cielo que en ellos encontró y llamó hogar, no importa si era un cielo pacífico y puro o uno gris antes de la tormenta, había anidado ahí con gusto para siempre.

Y lo besó.

No pudo evitarlo. Casi esperaba que Alec gritara y lo empujara, pero no fue así. Alec se derritió contra él, se amoldó a él y suspiró antes de tomar su rostro y regresarle el beso.

Magnus no supo en qué momento una de sus manos fue al vientre abultado y cubierto de Alec, el movimiento circular marcando perfectamente su forma.

Alec suspiró un “Magnus”, pegándose más a él.

—Te amo —Magnus arrastró sus labios un última vez sobre los de Alec—. Te amo, Alexander.

Alec sonrió contra su boca, antes de que algo captara su atención en su visión periférica: era el trajecito rosa.

Magnus no tuvo tiempo de soltarlo.

—Eso es rosa, Magnus —Alec dijo con una sonrisa—. Y el Peque es niño.

Magnus arrugó su nariz. Alec se rio y después su corazón de nuevo como loco cuando Magnus dijo: —Nuestro bebé usara lo que quiera sin seguir absurdos estereotipos de género...

Entonces fue Alec quien lo besó.

* * *

Ninguno de los dos vio a Ronald, aquel molesto compañero de Alec, mirándolos boquiabierto.






* * *

Hola, por fin aquí 💙
¿Quién todavía lee?

¡Llegamos al capítulo 50! ¿Qué les ha parecido la historia hasta ahora? ¿Les sigue gustando? 🙈

Perdón por tardar un poco en actualizar. Estaba vuelta loca con el trabajo y algunos problemas familiares, pero afortunadamente ya tendré tiempo para ponerme al día en mis historias ❤

¡Y Ronald los vio! 😭💔

El silencio del amor (Malec Mpreg)Where stories live. Discover now