26. No, no está bien

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No me salen las palabras para expresarte que te quiero, no sé cómo explicarte que me haces sentir como si fuera el verano y el invierno no existiera, como se separa todo y con esa sonrisa que me cambia la vida, miraste hacia aquí y ya no puedo contemplar que seas tú el que me ama 🎶

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* * *

«¿Magnus, ya puede moverse el Peque? ¡Creo que lo sentí!»

Y Magnus se rió entonces. Tan aliviado. Casi podía jurar que su corazón se había detenido unos segundos al imaginarse a Alec mal. De repente la culpa lo había llenado, si algo le pasaba mientras ellos estuvieran enojados...

Sus piernas cedieron y cayó de nuevo sobre su silla. Y se dio cuenta que el alivio no era la única razón por la cual se reía. Alec, aparentemente, sí estaba al borde del llanto, pero era por la emoción. Y después de pensar que nunca llegaría a escuchar la voz de este ángel, hacerlo mientras estaba tan feliz había llenado el corazón de Magnus.

Podría intentar hacerse el duro –y sufrir en el proceso–, pero incluso si no volvieran nunca a lo de antes –y nunca lo harían, tendrían que aprender a vivir con ello y a superarlo, tenían que curar esa herida y dejar que cerrara– lo que ahora Magnus quería es tener a Alec frente a él y poder ver la luz en esos ojos, esos cielos llenos de felicidad, la sonrisa enorme, sus mejillas probablemente sonrosadas...

—Sí –susurró sin aliento. Moría, si era completamente honesto consigo mismo, por tenerlo aquí y poder abrazarlo de nuevo–. Sí puede moverse y, dado el mes de embarazo en que estás, es posible que sea de las primeras veces que lo sientas. Pronto será más evidente...

Alec no respondió.

Magnus tragó antes de decirlo, no pudo evitarlo: —Puedes venir... Yo... Eh... Si quieres, podemos hacerte una ecografía...

Pero Alec seguía sin responder.

—...o puedo arreglarlo con Catarina –Magnus se apresuró a agregar, sintiéndose tonto–, no tengo que ser yo... Ya no eres mi paciente, lo sé... Yo... ¿Alexander?

El corazón de Magnus comenzó a acelerarse, de pronto preocupado de nuevo. —¿Alexander, cariño, estás bien?

* * *


«¿Alec, estás bien?»

No, no, no, no.

¿Por qué justo ahora?

Alec miró su propia mueca en el espejo. ¿Por qué Izzy tenía que venir justo ahora? ¿Por qué precisamente hoy que el bebé, que su Peque, se movía y que Magnus respondía por fin, decidía dejar de sólo mirar y acercarse?

—¿Alec? –Isabelle habló de nuevo–. Voy a entrar.

Alec se recargó pesadamente contra el tocador. Sus piernas de repente débiles. El móvil cayó sobre el mueble –la llamada sin terminar–, se aferró con una mano mientras la otra iba a su vientre. Cerró los ojos con fuerza. Su puerta no estaba cerrada con llave, nunca lo estaba y todos lo sabían. A menos que le dijera a Izzy que no entrara, nada se lo impedía.

Y de repente Alec ya no tuvo fuerzas para retrasar esto.

Ya no.

Lo único que lo había mantenido antes completo y fuerte era Magnus, pero estás últimas semanas él ya no estaba. Y Alec ya no podía.

Sintió en sus ojos acumularse las lágrimas y quisiera sólo culpar al embarazo, a los cambios hormonales, a la emoción por el bebé, pero sabía que había más. Se estaba derrumbando ahora por todo eso, pero también por el dolor de las últimas semanas, su corazón roto, por lo difícil que era todo en casa, con su familia, por el peso de este secreto.

No abrió los ojos. No quería ver la expresión de su hermana. Y, a decir verdad, tampoco podía, sus ojos ya estaban llenos de lágrimas que comenzaban a bajar por sus mejillas.

—¿Alec? –Alec se estremeció ante la voz de su hermana tan cerca.

Quiso responder, pero hubo sólo un sollozo.

Y después la mano de su hermana en su cadera y, muy lentamente, hasta llegar a su vientre.

Ella debió ponerse de puntillas. Su voz tembló mientras un brazo rodeaba el cuello de su hermano mayor. —Alec, lo sé. Vi las ecografías –su mano se detuvo sobre la de Alec y entonces realmente comenzó el llanto.

E Isabelle Lightwood no supo si era su corazón el que se estaba rompiendo al escucharlo o era el de su hermano mayor el que salía en cada lágrima, con cada sollozo.

—Lo siento, Alec, lo siento.

Está bien, quería decirle Alec, porque era su hermanita, porque él era el único responsable, porque lo hizo porque quiso, porque su familia lo necesitaba, pero no pudo hablar y la verdad era también que no, no estaba bien.

No era justo todo lo que él pasaba solo, todo el peso sobre sus hombros.

* * *

—¿Alexander?

Magnus tenía un mal presentimiento. Ya estaba buscando el expediente –del cual había guardado una copia– de Alec.

—¿Cariño? ¿Estás bien? –ya tenía la dirección y las llaves de su auto–. Alexander, voy a ir si no respondes. Como tu médico, como tu amigo, como el maldito hombre que se enamoró de ti y se preocupa a pesar de todo... Dios. ¡Sólo dime si estás bien!

Cuando Alec no respondió, no más que los sollozos apagados que se escuchaban de fondo, Magnus se dirigió de prisa al estacionamiento.








* * *

Lloré con Alec 😭😭💔, ¿fui la única? Sentí demasiado escribir su reacción ante la llegada de Izzy, que ya no tenga fuerzas para seguirse ocultando 😭💔 siempre solo, siempre él cargando con todo 😭 y más las últimas semanas sin Magnus 😞

Y la preocupación de Magnus 🙈, incluso herido y molesto no deja de preocuparse por él y quererlo 😭❤

¿Qué creen que pase si Magnus llega a la casa de los Lightwood? ¿Es buena idea o mala? 🙊

¡No los hice esperar por continuación! Ahora hasta el siguiente ✋

El silencio del amor (Malec Mpreg)Where stories live. Discover now