43. ¿Y si soñamos juntos?

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«Cuéntame una historia real. Déjame dormir con tu voz, Magnus, háblame de ti...y de mí. De nosotros.»

¿Cómo era posible que aunque el cuerpo de Alec iba cambiando siguiera encajando perfectamente contra el suyo?

Magnus no había dejado de maravillarse por ese detalle la noche anterior ni lo hacía ahora.


«—Había una vez un médico que creyó que su vida era perfecta, llena de brillo y felicidad. Tenía un buen empleo, algo que realmente le gustaba: ver la vida comenzar, el brillo en la mirada de los padres, la espera feliz... Tenía amigos, muy buenos amigos... Y había renunciado al amor, porque hay personas que dan tanto el corazón que dejan un pequeño trozo en cada lugar sin darse cuenta...

Alec había tenido ya sus párpados demasiado pesados y aun así intentó mirar a Magnus, esperando más. Sus párpados revoloteando, dejando entrever ese azul perfecto.

Era adorable.

Magnus se había reído y besado su nariz y después el puchero en sus labios, acercándolo más a él.

—¿Y quién mejor para una persona con un corazón a trozos que alguien con un corazón enorme? Eso pensó él cuando miró a este ángel. Desde la distancia lo supo, era un regalo del cielo para él. Tenía que serlo, no había otra explicación, porque como si plantara una semilla en su pecho, comenzó a nacer la esperanza, como una pequeña luz. Y entonces supo lo que realmente era brillar.

Alec balbuceó algo, ya medio dormido. Algo que Magnus nunca sabría lo que significaba.

Lo miró. Sus rostros tan cerca, Alec se había acurrucado en su costado, su vientre contra Magnus, sus cuerpos amoldados juntos. Sus brazos lo rodearon. Y ni siquiera fue consciente hasta que ya lo había dicho: —Él no quería que quería ser padre. Ambos lo descubrieron juntos...en un momento equivocado.

Y entonces, de nuevo, como si realmente entendiera, el Peque se movió.

Y es que Magnus adoraba la imagen de Alec embarazado, amaba a este chico caliente que era capaz de ese todo por los demás. Que se sacrificó a sí mismo por su familia y hoy daba su corazón a la criatura en su vientre, aunque fuera sólo un préstamo en sus vidas –tenía que incluirse ya–.

Magnus había suspirado y besado a un Alec ya dormido. —Había una vez un ángel silencioso que me enseñó a amar sin palabras. Y yo le enseñé la importancia de decir "Te quiero" al menos una vez...»


Y seguía maravillándose ahora. A la luz del día, cuando podía verse junto a Alec, cuando la calidez de sus cuerpos juntos y las mantas sobre ambos era perfecta para el frío del amanecer.

Aquí y ahora Alec no necesitaba gruesos abrigos para ocultar su vientre, no necesitaba disfraces. Aquí era libre, su delgada pijama improvisada dejaba escapar el calor de su cuerpo a la vez que recibía el de Magnus. La camisa se levantaba, dejando su piel al descubierto. Magnus pasó su mano sobre el vientre y Alec se estremeció justo antes de unir la suya a la de Magnus y relajarse, sus ojos se abrieron, adormilados. Sus labios todavía hinchados se fruncieron antes de curvarse en una sonrisa perezosa. —Hola.

Entonces, antes incluso de que Magnus respondiera, pareció darse cuenta donde estaban porque su cuerpo se tensó e intentó alejarse. —¿Me quedé dormido? –intentó desenredarse de Magnus, pensando que lo había obligado a dormir con él.

Pero Magnus no lo dejó. Su mano se deslizó desde su vientre hasta su espalda, pegándolos más, dejándolos frente a frente. —Sí. Dormiste. Y debo decir que fue una imagen perfecta.

—Lo siento –Alec no podía sostenerle la mirada.

—¿Por qué? –Magnus tomó su barbilla, obligándolo para que viera que ahí no había más que amor.

—Porque yo entiendo, tú me lo dijiste, me ofreciste esto como mi médico. Porque quieres ayudarme, porque quieres asegurarte que yo estoy bien. No es vivir juntos porque...me quieras...

—Yo te quiero, Alexander.

—Sí, pero... Entiendo la diferencia. Un paso a la vez, ¿cierto? Todavía estamos recuperando la confianza y...

—Sshh –Magnus puso sus dedos índice y medio sobre los labios de Alec. Alec los besó. Él sonrió tan amplio–. ¿Cómo recuperar la confianza, cómo demostrar nuestro cariño, cómo avanzar si ponemos barreras, si nos alejamos?

—Pero...

—Sí, estás aquí porque quiero ayudarte, apoyarte, es temporal. Aunque nada me haría más feliz que tenerte a mi lado toda mi vida. Pero, corazón, las cosas pasan por una razón, aunque ahora mismo no lo entendamos. Que tú hayas alquilado tu vientre, el haberte conocido, que vivas hoy conmigo, por la razón que sea, tiene un por qué. No sirve de nada darle vueltas a ello. Simplemente vivirlo. Y yo quiero vivirte...

Alec recordó entonces sus propias palabras, el pedirle a Magnus vivirlo sin miedo.

¿Tendría razón? ¿Podían? ¿No era un sueño?

Porque si lo era quería que soñaran juntos.

Sus ojos azules, ahora totalmente despiertos, mostraban perfectamente su alma. Tan vulnerable.

—Vamos a vivir un día a la vez, Alexander. No siempre será así, pero no me has obligado a nada. Aunque eres hermoso aferrándote a mí cuando intenté salir de la cama –y Alec se ruborizó profundamente ante eso–, me quedé porque quise. Ahora...

El estómago de Alec gruñó y este gimió avergonzado, pegándose más a Magnus, metiendo su rostro en el hueco de su cuello.

Magnus se rió y lo apretó contra él antes de soltarlo. —Ahora vamos a prepararte el desayuno para llevarte a la Universidad antes de ir a mi trabajo.

Alec suspiró. Esto se sentía bien, ¿podría tener esto en su vida?









* * *

Yo también extrañaba estos momentos entre ellos 😻 tan perfectos 💙

Falta mucho por hablar, obviamente, Alec con su familia, ellos sobre el obvio cariño que le están teniendo al Peque 🙈, pero como dijo Magnus, un paso a la vez. Alec debe estar tranquilo primero, era lo que buscaban...

¿Se imaginaban a Magnus pensando lo de ser padres? 😱

El silencio del amor (Malec Mpreg)Where stories live. Discover now