Capítulo V

3.2K 283 5
                                    




Aaron

Ella se mantiene en silencio, como si estuviera escarbando en su mente en busca de las palabras adecuadas para responder. Sin embargo, permanece inmóvil, con sus ojos fijos en los míos. Da dos pasos atrás y yo la sigo, distrayéndome por un instante con el movimiento rítmico de su pecho al respirar.

No logro entender a esta mujer, ¿será que solo pretende llevarse mi equipaje? ¿Por qué diablos se comporta de esta manera?

Cuando bajé de ese avión sabía que me vendría mucha mierda encima, sabía que este sería el peor viaje de mi vida, pero no tenía idea que terminaría en una situación como esta. Siento que una década de estrés se ha acumulado sobre mis hombros.

Algo ha cambiado en su semblante después de lo dicho.
Me lanza una mirada de desprecio.

—Eres una persona detestable. Intentaba ser amable contigo y recibo esto. Muchas gracias —me espeta. Su rostro tornándose de rojo —, ¿acaso me veo como una ladrona? Por supuesto que pensaba devolverte tus cosas,.

El verde en sus ojos se ha acentuado mucho más, justo ahora son tan grandes y amenazadores. Interesante, no me esperaba esta reacción. Debía darle el crédito, podría intimidar a cualquier persona con esos ojos, pero eso no pasaría conmigo.

—No me digas —inclino mi cabeza para nivelarme con su altura. Intenta alejarse, pero falla cuando su espalda choca contra un casillero — ¿Estabas tan desesperada por devolver mis cosas que empezaste a correr hasta tu casa cuando me viste?

Sus ojos se agrandan aún más y no estoy seguro de cómo manejar la sensación que me produce verla acorralada por mí. Me alejo rápidamente, dándole espacio para salir de allí. Parece analizar cada uno de mis movimientos y, sinceramente, no me agrada que lo haga.

—Responde —insisto, tratando de traer mis pies a la tierra.

Concéntrate, me digo.

—¡Está bien! —suelta, de pronto, tomándome por sorpresa — Iré al hotel y te traeré tu equipaje...

—Iremos —le corrijo —. Te conduciré allá y termináramos con esto.

Ella frunce el ceño.

—¡No, no, no! —dice desesperadamente — ¡Claro que no irás conmigo! ¿Estás loco? No pienso subirme en el coche de un desconocido, prefiero mantenerme viva en mis vacaciones. Gracias, pero no gracias.

Esta mujer me iba a volver loco en ese preciso instante. Miro hacia arriba, cierro mis ojos y empiezo a contar hasta diez sin saber qué más hacer para controlarme. Nunca en mi vida había tenido que contar hasta diez tantas veces con la misma persona.

Estoy en el número siete cuando abro uno de mis ojos y bajo la mirada. Ella está allí, observándome con una atención intensa. Sus ojos recorren mi cuello y se deslizan sobre mi cuerpo. Luego, sus ojos ascienden y cuando se encuentran con los míos, ella da un respingo. Aquello me ha hecho sentir esa sensación nuevamente. Mierda no, claro que no me puede poner así una insignificante mirada. Sin embargo, vuelvo a tener ese recuerdo en mi mente: Los consoladores que esta mujer tenía dentro de su maleta, sería deshonesto si digo que no he tenido la pequeña imagen de ella utilizándolos, pero no permití que mi imaginación volará a más.

Claramente esos juguetes sexuales eran la razón por la cual ella no quiso abrir la maleta en primer lugar cuando estábamos en el aeropuerto. Me sentí como un idiota cuando realmente me creí lo de la colección de Star Wars. Supongo que justo ahora esa es la misma razón por la cual debe de estar actuando tan nerviosa, quisiera decirle que no hay nada por lo qué estar avergonzada, decirle que soy doctor y temas como estos los hablo casi todos los días, pero creo que sería inapropiado siquiera tocar el tema. Agregándole que no debería importarme cómo se siente la mujer que ha convertido mi viaje en algo aún más infernal de lo que ya era.

SUEÑOS EN PARÍS ©Where stories live. Discover now