Capítulo XXXI

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Aaron

He experimentado diferentes tipos de rupturas a lo largo de mi vida, y podría jurar que siempre terminan de una manera corriente. Cada uno de nosotros por su camino. Sin embargo, esto es completamente distinto. Por alguna razón con ella es diferente.

Entonces, este es el sentimiento.

Finalmente, puedo decir que he experimentado una herida directa al corazón.

Juré que cuando me veía con aquellos ojos significaba que estaba experimentando las mismas sensaciones que yo. Juré que había leído a la perfección cada una de sus señales.

Supongo que estuve equivocado todo este tiempo... Pero puedo decir que, al besarme, sus labios lograron mentirme muy bien.

Empiezo a preguntarme si existe algo mal conmigo, es probable que no esté haciendo algo bien como para acabar recibiendo esto.

Verdaderamente no logro comprenderlo.

No tiene importancia ahora...

Ella nunca fue mía, y supongo que tengo que vivir con el hecho.

Katie nunca fue mía.

Contemplo las gotas de lluvia deslizándose sobre el cristal del coche, mientras reúno todas mis fuerzas para liberarme de este estado. Me siento prisionero, como si en el instante en que ella me volvió la espalda y partió, se hubiera llevado consigo una parte vital de mí.

Finalmente, poso mi mano sobre la manija y, por un instante, siento que la tarea será imposible.

No puedo permitir que la ansiedad me consuma en este lugar.

Necesito enfrentar esto.

Salgo del coche sin más vacilaciones, permitiendo que la lluvia empape rápidamente mi ropa. Avanzo hacia la mansión, sintiendo la urgencia de gritar, de liberar el intenso sufrimiento que ha estado aprisionando mi pecho. Sé que es en vano, entiendo que persistirá por mucho tiempo y temo que la recuperación sea una larga travesía.

Catherine Blossom ha tomado mi corazón, y en medio de mi agonía, no deseo reclamárselo de vuelta.
No tengo ningún remordimiento. Por ella, me arruinaría una y otra vez, un millón de veces, solo para revivir cada emoción y sentir que experimenté cuando estuvo a mi lado.

A medida que me acerco a la puerta, percibo un murmullo exagerado tras las paredes, y enseguida me tenso al escuchar la voz de un hombre.

—No hice todo esto para irme con las putas manos vacías —escucho gritar a la voz — ¡Deja de actuar como la víctima de una puta vez! Yo también he sufrido, yo también he llorado por ti, joder, no tienes idea de lo mucho que me arrepiento de lo que sucedió con nuestro bebé. Pero nos amábamos, Katie. ¿En qué demonios estás pasando? ¿Dejarás que cuatro años se vayan a la mierda así por así?

Siento como si mi mente no pudiera conectar los puntos, y me cuesta moverme por un momento.

—Dios, suéltame. Me estás haciendo daño.

Esas son las únicas palabras que necesito oír para lanzarme de inmediato hacia la sala principal. Mi sangre se enfría al instante al ver a Katie con un hombre encima de ella, su maldita mano sobre su brazo. Todo ocurre en un abrir y cerrar de ojos.

—No voy a dejar que esto termine, Katie. ¡Yo lucharé por nosotros! —el hombre le grita.

—Suéltala ahora mismo —escucho mi voz, y me ciego por completo —, o verás cómo reduzco tu repugnante rostro a ruinas en el suelo.

No puedo ver nada, no puedo comprender nada. Lo único que puedo ver es cómo el hombre que sostenía a Katie empieza a soltarla, y es en ese preciso instante en el que yo me detengo a medio camino.

Estaba caminando directamente a él, a punto de golpearle.

SUEÑOS EN PARÍS ©Where stories live. Discover now