Capítulo XXIV

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Aaron

"¡Feliz cumpleaños, Carol!".

Muevo ligeramente el rótulo adherido a la pared para que esté correctamente nivelado. Quiero creer que tengo una vista bastante eficiente para decir que el letrero de feliz cumpleaños ya se encuentra listo.

—¡No está listo! —grita Jasmine, detrás de mí. Me vuelvo a ella, solo para encontrarme con una histérica mirada de preocupación — Tal vez, no debimos usar azul... Tal vez, solo debimos usar el color negro. A ella no le gusta el azul, esa fue idea mía —continua, balbuceando cosas que no logro entender.

Sonrío. Es la primera vez en toda mi vida que Jasmine me recuerda a mi madre. Siempre he notado una diferencia física abismal, pero ahora que la veo comportándose de esta manera, preocupada hasta por el respiro de un gato, no puedo evitar pensar en mi mi madre.

—A mí me parece adecuado —digo, observando la pared —. Hiciste un buen trabajo.

Ella suspira cansada, negando con la cabeza.

—¿Adecuado? —finge llorar — ¿Qué clase de apoyo es ese?

—Está perfecto, señorita —escucho a Cesar decir. Se encuentra detrás de nosotros —. A la niña le encantará.

Veo a Jasmine empezar a respirar con calma.

No es una mentira, no es mi especialidad ofrecer palabras de ánimo, pero siempre expreso lo que siento con sinceridad. Quizá a veces mis palabras no son de gran ayuda, pero me esfuerzo en utilizar las correctas.

Mientras observo los decorados de la sala, el recuerdo de la sonrisa de Katie viene a mi cabeza. Habíamos compartido el cuarto nuevamente. Cuando llegué a la habitación después de una reunión virtual con el personal médico, Katie ya se encontraba dormida, una sonrisa de felicidad se dibujaba en sus labios mientras descansaba y no había parado de preguntarme en todo el día por qué sonreía «¿Acaso sonreía por mí? ¿Sonreía porque estaba feliz de estar cerca mío?». El solo hecho de pensarlo parece una fantasía que estimula mi cabeza. Sé que no es así, soy consciente que la razón de su sonrisa no soy yo.

Pero me gustaría serlo.

No puedo engañarme, no he dejado de pensar en ella. En simplemente ella. En lo mucho que me gusta estar cerca de su presencia, en la manera tan diferente en la que me provoca reaccionar su cercanía. Soy conocido por siempre tener el control completo en todo tipo de situaciones cuando se trata de involucrar emociones o sentimientos, pero cuando estoy con ella es como si no pudiese controlar absolutamente nada. Pierdo la paciencia, me enfado, río, disfruto y, joder, me hace perder la cabeza cuando se trata de tocarla físicamente. Todo parece tan intenso dentro de mí cuando ella está cerca, y para mi más grande sorpresa... No me desagrada esa sensación.

Subo las escaleras hacia nuestra habitación-

Nuestra habitación.

Me gusta incluso como suena dentro de mi cabeza. Por alguna razón, que no debería de existir—porque esto es solamente un contrato —. Me gusta hablar en plural cuando ella está involucrada, me gusta el sentimiento que me provoca hacerlo. Me pregunto si ella también lo hará o evitará hacerlo por completo.

Dios. He fracasado, Katie ya no es solamente parte de un contrato para mis emociones.

Abro la puerta, el sonido de la madera lleva la atención de ojos avellana directamente hacia mí. Es Molly, Katie está de espaldas, cubierta con lo que parece ser una manta gris. Mi deseo por ver su rostro se intensifica. Avanzo hacia ella, pero en ese momento, Molly emite un extraño sonido, distrayéndome momentáneamente.

SUEÑOS EN PARÍS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora