Capítulo XXXV

2.2K 220 7
                                    


Aaron

Contemplo el nombre escrito en el sobre que sostengo entre mis manos, repasándolo una y otra vez. Los latidos de mi corazón parecen haberse acelerado, latiendo con una ansiedad que me preocupa.

No tengo idea de lo que me aguarda al abrir esta carta. Tal vez sea otra despedida, un agradecimiento o quizás, una confesión sincera de sus sentimientos plasmada en palabras.

Todo me resulta casi surrealista, un tanto extraño. Me pregunto, ¿por qué una carta? He esperado un mensaje de Katie durante todo este tiempo, pero nunca llegó. Cada vez que estuve a punto de escribirle, mi temor a su posible reacción me detenía.

Daya había hecho un punto razonable, siempre pensé en la posibilidad de Katie encontrando a su verdadero y nuevo amor en America. Sin embargo, por alguna razón, nunca perdí la esperanza de que por algún milagro, ella volvería a mí. Y supongo que nunca estuve tan equivocado, ahora que tengo esta carta entre mis manos puedo decir que Catherine sí regresó.

Inhalo profundamente, apoyándome en el tronco de uno de los árboles del patio de la mansión. El aire helado del otoño me hace temblar, pero no estoy seguro si puedo culpar al clima por ello. Sospecho que la única persona capaz de provocar esta reacción en mí es ella. Cierro los ojos, tomo una inhalación lenta, exhalo y finalmente comienzo a leer.

***

Cada uno de mis pasos resuena en el pasillo solitario del asilo, marcando un ritmo seco mientras avanzo. Devin está enfrascado en una conversación con Marie, pero sus ojos se cruzan con los míos. Aparentemente, está contenta de verme, sin embargo, cuando frunce el ceño para examinarme a fondo, es imposible no notar cómo su cuerpo se tensa por completo.

Continúo caminando hacia ella, y Devin me saluda con un ligero movimiento de cabeza al percatarse de mi presencia.

—Aaron, querido —me saluda con una sonrisa amplia y característica en mi dirección. Siento como si acabaran de hundir un maldito cuchillo en mi espalda. Todos los recuerdos con ella emergen en mi mente, cada uno con su figura en primer plano, y sin embargo, sigo sin poder comprender cómo estas mismas personas se hallan ante mí — ¿Por qué estás aquí? No te preocupes, ya hemos empacado todo para Rose.

—No he venido por eso.

Un atisbo de nerviosismo se vislumbra en su media sonrisa. Intercambia un fugaz vistazo de confusión con Devin antes de volver a posar su atención en mí.

—Entonces, ¿qué sucede?

—No lo sé —respondo —. ¿Por qué no comenzamos por lo esencial? ¿Por qué has estado mintiéndome descaradamente durante todo este tiempo?

Marie parpadea, retrocediendo dos pasos. Su rostro palidece y soy testigo del preciso instante en que su mente hace las conexiones necesarias. Devin no hace más que moverse a un lado mientras yo rebusco en los bolsillos de mi abrigo y empiezo a sacar carta tras carta. Cada una de las cartas que Katie escribió.

Siento un pinchazo en los ojos mientras le muestro los sobres con el nombre de Katie en cada uno de ellos.

—¿Por qué me negaste leerlas? ¿Por qué mierda me hiciste esto, Marie?

—Aaron, hijo...

—¡Explícame, maldita sea! Dame una razón convincente en este momento, Marie. Dame una jodida razón para creer cualquier cosa que salga de tu boca.

—Aaron, cálmate —Devin interviene, intentando acercarse a mí, pero lo aparto con un empujón.

Todo este tiempo, tantos días en la oscuridad sin tener acceso a sus palabras, a su mundo, y todo gracias a esta mujer.

SUEÑOS EN PARÍS ©Where stories live. Discover now