Capítulo XXX

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Katie

—Al fin todo parece tener sentido.

—¿Por qué lo dices?

Abrazo mi cuerpo cuando la brisa salada que proviene del océano rodea mi cuerpo, como si se tratase de un abrazo y el sonido de las olas me provoca cerrar los ojos.

—Tú, yo..., nosotros a días de nuestra boda. Yo siendo promovida a un nuevo puesto en unos meses —respiro profundo, sonriendo en su dirección —. Nunca me había sentido tan segura desde que mi padre falleció, Eliot. No tienes idea de lo mucho que significa eso para mí.

Él se acerca a mí, acurrucándome en su pecho mientras acaricia mi espalda.

Este momento, este es el momento que deseo que se quede grabado en mi memoria por el resto de mi vida.

Solamente él y yo, nada más. Hemos sido el amor de nuestras vidas desde que éramos unos estúpidos jóvenes, y ahora, estamos aquí, esperando ansiosamente el día en el que contraeremos matrimonio.

Estoy tan emocionada, tan deseosa por ser su esposa, y brindarle todo el amor que alguna vez le faltó, darle toda mi lealtad incondicional hasta que la muerte nos separe.

—Te amo —él susurra en mi oído, sin dejar de abrazarme. Su aroma se impregna profundamente en mi mente, inmortalizando este momento para siempre —. Y no puedo esperar a que seas mi esposa.

—Te amo, Eliot.

Él baja su mano a mi vientre y me sonríe antes de depositar un beso en mi frente.


Han pasado tres semanas desde que nos enteramos que seremos padres.

No puedo esperar a empezar una familia con él, y la manera en la que me ve a los ojos, me dice que él también está igual de feliz y emocionado que yo.

***

—Lo lamento, Catherine —. Escucho sus palabras salir de la misma manera en la que lo he escuchado todos los días desde que trabajo aquí, igual de vacías y carentes de empatía. Una disculpa de protocolo, una disculpa que suena tan casual. Ni siquiera intento mover mi cabeza en su dirección, lo único que hago es ver la cinta de internada que tengo alrededor de la muñeca. Cuando creí que ya sería imposible que otra lágrima saliera de mis ojos, miré cómo una gota se posó sobre mi palma abierta —. Esto es muy común. En muchas ocasiones el estrés prolongado y grave puede llevar a este tipo de pérdidas... Escuché lo que sucedió con...

Detente prácticamente le ruego con mi voz hecha pedazos a la doctora frente a mí. La doctora con la que trabajo todos los días, la misma con la que trato a miles de mujeres en mi situación todos los días. Solamente nunca pensé que yo alguna vez ocuparía este mismo asiento —. No necesito esto. No necesito una explicación.

—Escucha, Katie. Puedo recomendarte a un terapeuta especializado en esto. Sé que visitar a un psicólogo te hará bien.

En una semana... En solamente una semana lo perdí todo, perdí todo lo que alguna vez deseé.

Mi relación.

Mi hogar.

Mi boda.

Mi bebé.

Lo he perdido todo.

—Duele tanto —sollozo para mí misma, mientras dejo que mi rostro caiga dentro de mis manos.

Duele tanto, duele tanto.

(...)

Todos los recuerdos estaban frente a mí. Cada uno de los hermosos momentos que viví con Eliot pasan por mi mente.

SUEÑOS EN PARÍS ©Where stories live. Discover now