Capítulo XXI

2.3K 233 4
                                    


Katie

Nos estacionamos cerca de un imponente edificio que anuncia con letras brillantes "Cinéma sur Seine". El ambiente que nos rodea parece envuelto en una misteriosa quietud, como si estuviéramos adentrándonos en un lugar olvidado. Aunque el cine se ve solitario cuando llegamos, la intensidad de mis pensamientos me consume por completo.

Mi mente está en automático, pero en lo más profundo de mi ser, no puedo evitar pensar en Antoine, su tío y, sobre todo, su abuelo. ¿Sería posible que el abuelo de Antoine fuera el mismo que Rose mencionó? Parece una coincidencia casi imposible, pero la curiosidad me arde en el interior, deseaba obtener más detalles, hacer más preguntas. Sin embargo, con Aaron a mi lado, debía contenerme. Sería extraño para él, descubrir que estoy investigando su propia historia familiar.

El sonido de la voz de Aaron me saca bruscamente de mis pensamientos y vuelvo a la realidad.

—¿Katie?

—¿Perdón?

—Escoge la película —él dice.

Sonrío mientras observo las diferentes opciones de películas disponibles. Entre todas ellas, una captura por completo mi atención: una película de terror que nunca he visto. Su título es tan complicado que ni siquiera me atrevo a pronunciarlo, así que simplemente lo señalo con mi dedo índice, dejando claro mi elección.

—Muy bien —dice Aaron mientras se dirige hacia una pantalla para seleccionar los asientos. Yo observo mi entorno en silencio. No hay nadie más aquí, y eso comienza a hacer que la idea de ver una película de terror sea menos atractiva. Sin embargo, antes de que pueda expresar mi arrepentimiento, Aaron ya ha comprado los boletos.

—¿Por qué está tan vacío? —pregunto, sintiendo una genuina intriga por la soledad de este lugar.

Aaron se encoge de hombros mientras nos dirigimos hacia nuestras butacas.

—Supongo que es porque estamos aquí en un horario poco común —responde—. Aunque para ser sincero, me gusta tener todo el cine para nosotros. Será como nuestra propia experiencia privada.

Sonrío ante su comentario, sintiéndome un poco más tranquila por la falta de espectadores.
Estoy segura de que mi patético miedo desaparecerá una vez que empiece a comer palomitas.

La sala se encuentra igual de vacía y desolada. Cada paso que damos resuena en el silencio, añadiendo un toque fantasmal. De repente, un fuerte y sorpresivo ruido proveniente de la sala me hace dar un salto del susto. La pantalla se enciende y mi corazón comienza a latir con rapidez en mi pecho. Mis manos ya han empezado a sudar debido a los nervios a medida que nos sentamos. Oh Dios, qué mala idea.

—¿Te gustan las películas de terror? —pregunto, desviando mi atención hacia Aaron, intentando concentrarme en él y no en el terrorífico entorno que nos rodea. Escucho pasos detrás de mi espalda, pero al voltear, me doy cuenta de que solo provienen de los parlantes. Mi respiración continúa acelerándose, pero trato de mantener la calma.

—No suelo ver muchas películas en general —responde él—. No es que tenga mucho tiempo para ello.

Asiento en silencio, sin apartar la mirada de su rostro. Quiero distraerme de la tensión que siento en la sala y centrarme en nuestra conversación.

Dirijo mi mirada hacia la pantalla y veo a una mujer desesperada corriendo en lo que parece ser un laberinto. De repente, la cámara se enfoca en un hombre enmascarado con una sonrisa siniestra y horrible. El susto me hace dar un respingo y cierro los ojos instintivamente. Luego vuelvo mi atención hacia Aaron, consciente de que debo concentrarme solo en él. Me repito a mí misma: "No hay nada que temer, Katie".

SUEÑOS EN PARÍS ©Where stories live. Discover now