Capítulo XX

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Aaron

Edward se lanza dentro de la piscina, levantando una ola de agua que me separa de Katie. Cuando se estabiliza en el agua y me localiza, empieza a nadar hacia mi posición. Hace un intento por aferrarse a mi brazo, pero yo lo esquivo fácilmente cuando el idiota termina enredándose con un salvavidas.

De reojo, logro captar cómo Katie aprovecha la situación para ajustar rápidamente su bikini y cubrirse. Nado hacia ella para brindarle ayuda, y una vez que todo está en orden, me tranquilizo.

—Gracias —ella susurra.

—¡De todas las mujeres posibles! ¡¿Por qué ella?! —exclama Edward, visiblemente frustrado, una vez que ha conseguido liberarse del salvavidas — ¡Es mi amiga!

Intercambio una mirada con Katie y ella murmura en voz baja: "Larga historia". Desde el momento en que vi sus ojos encontrarse, ya había deducido que algo más había entre ellos. Era evidente, considerando que Edward había trabajado en San Francisco antes de mudarse a Boston. Seguramente fue allí donde se conocieron. Debo admitir, estoy impresionado. El mundo puede ser sorprendentemente pequeño.

—¡Edward! —Katie grita, lanzándose sobre Edward, al mismo tiempo que empieza a jalarlo de su ahora empapada camisa — ¡Basta!

—¡No, Katie! ¡No lo entiendes! —él grita, completamente exasperado — Aaron, lo siento, pero cometiste un error con Katie. Ella es una de las personas más puras que he conocido. No permitiré que juegues con ella —dice, y ahora dirige su atención hacia Katie. Coloca sus brazos en su cintura y baja la cabeza — Katie, Aaron te está usando para conseguir una herencia —él hace una pausa, mirándome de reojo mientras parece reconsiderar sus palabras —, tiene buenas intenciones con la herencia, pero te está usando. Él no está enamorado de ti.

Me contengo con todas mis fuerzas para no soltar ni una palabra. Katie, con una mirada penetrante, estudia detenidamente a Edward y luego fija sus ojos en los míos. En medio de ese tenso silencio, espero desesperadamente que ella suelte una risa.

—¡¿Me estás usando?! —exclama ella, llevándose la mano al pecho, incrédula.

No me puedo creer esto.

De repente, comienza a fingir el llanto más falso que he presenciado en toda mi vida. Lleva su mano a la frente y simula desmayarse.

—Eres un mentiroso. Y yo que estaba tan enamorada de ti —susurra, cubriendo su rostro mientras continúa con su acto.

Observo el cielo. Uno, dos, tres, cuatro...

—¿Cómo pudiste hacer esto? —me dice Edward, mirándome con profunda decepción—. Ella tiene un corazón tan hermoso.

—¡Sí! —exclama Katie, gritando, y vuelve a fingir lágrimas. Juraría que puedo vislumbrar una sonrisa en su rostro mientras se cubre la cara.

—No lo entiendes, hermano —continúa Ed—. La chica estaba a punto de casarse, incluso me envió la invitación. Pero ese idiota le fue infiel con su secretaria.

Mierda, ahora me siento mal. Una pesada presión empieza a apoderarse de mi pecho. Katie, de repente, detiene su simulacro de llanto y su expresión cambia por completo.

—Bueno, ya, Edward —dice ella, interrumpiéndolo.

—La pobre chica probablemente estaba desesperada por amor y corrió hacia ti. Es amante de las flores, las citas románticas y todas esas cursilerías. Es muy sentimental y emocional...

Lo sé. Sé que lo es. Lo supe desde el momento en que la vi en el aeropuerto.

—Edward, en serio, creo que es suficiente —interviene ella con una risa nerviosa, tratando de tocar el hombro de mi amigo.

SUEÑOS EN PARÍS ©Where stories live. Discover now