Capítulo XIX

2.5K 234 11
                                    




Katie

Salí del asilo a las tres y media de la tarde. No había hecho más que atender a diferentes internados hoy.

Mi día en el asilo había acabado, pero no podía sacarme de la cabeza el nombre de Antoine. Sé que hay algo más detrás. Sin embargo, justo cuando intenté continuar con la conversación Marie apareció y me pidió ayuda en otra ala del asilo. No obstante, mi curiosidad siempre va a ser mayor. La necesidad por indagar más me estaba comiendo, y pensaba hacer algo al respecto mañana por la mañana.

Pedí un Uber de regreso a la casa de los Cartier. Estábamos llegando a la entrada de la mansión cuando mi corazón empezó a moverse con locura dentro de mi pecho.
Lo sé.
Estoy a punto de interactuar con Aaron otra vez, después de lo que sucedió anoche. No tengo idea de cómo se supone que debo actuar, después de todo, jamás había hecho algo como lo que hice con él antes. ¿Sexo casual? Jamás.

Solo actúa como si nada hubiese pasado. No es tan difícil, pienso.

Agradezco al chófer después de bajarme. Mientras empiezo a adentrarme en la casa, me encuentro con Ryan y Molly en la entrada, teniendo una conversación en francés. Noto que ambos están en trajes de baño, y eso me extraña un poco. Cuando Molly se entera de mi presencia, me sonríe.

—¡Katie! Justo estábamos hablando de Aaron y tú —ella dice, dando aplausos de emoción.

Intercambio miradas entre Ryan y ella. Wow. Amaría vivir con la energía y las vibras con las que ellos viven, es como si siempre estuviesen felices. Aunque para ser honesta, ¿quién no viviría feliz en un lugar como este en Francia?

—¿Está todo bien? —pregunto, sonando confundida.

—Vamos a jugar vóley en la piscina —me informa —. Tu hermana y Cole ya están dentro, ¿vienes con nosotros?

Oh... Entonces Cole y Carol están siendo más cercanos de lo que esperaba, cualquier persona me diría que debería empezar a ser una hermana mayor más responsable y asegurarme de que no estén pasando cosas de más entre ellos dos, pero conozco muy bien a Carol y estoy segura de que Cole está cien por ciento controlado.

—Ah, no, gracias. Lo siento, pero no tengo traje de baño.

—¡Mentirosa! —escucho a mi hermana gritar desde algún sitio, la busco por todos lados, pero no la encuentro. El grito ha venido del patio trasero.

—Quiero decir —vuelvo a intentarlo —, creo haberlo perdido en algún lugar mientras desempacaba.

No estoy de humor para jugar. Joder, no soy buena jugando a voleibol en tierra, peor estando dentro del agua, sería humillarme de gratis. Sí, creo que ya me he convertido en una señora anticuada, de todas formas, planeo adoptar tres gatos cuando regrese a San Francisco.

—No tienes que preocuparte por eso —Molly se ríe, gesticulando con sus brazos —. Compré algunos trajes de baños de más. Tengo uno verde que le vendrá muy bien a tus ojos.

Abro y cierro la boca. Quiero decirle que no, pero no quiero quitar su rostro lleno de ilusión. No puedo decirle que no a ese rostro. No entiendo cómo es que todos en esta familia son tan majestuosos. Es tan injusto.

—Está bien —cedo —, dame treinta minutos. Necesito tomar una ducha antes.

—¡Genia! ¡Iré a dejarte el traje de baño a tu cuarto! —exclama ella, ahora mucho más emocionada.

Asiento y le sonrío. Sigo mi camino para subir las escaleras hacia la habitación. Sin embargo, un cuarto abierto se roba mi atención, hay una canción que reconozco sonando: "Sweet Emotion" de Aerosmith. La curiosidad me come viva y decido acercarme cautelosamente. Es un gimnasio, hay máquinas de ejercicio por todas partes. De pronto, mis ojos son arrastrados por el movimiento seguido de una dorsalera* y sobre todo, por el movimiento de la persona que está utilizando la máquina: Aaron Franco.

SUEÑOS EN PARÍS ©Where stories live. Discover now